El megalodón fue uno de los grandes depredadores de hace millones de años (desde inicios del Mioceno hasta el final del Plioceno). Este tiburón, que destacaba por su gran tamaño, recientemente se descubrió que era mayor todavía de lo que se pensaba, pudiendo llegar a los veinte metros de largo, tres veces mayor que el gran tiburón blanco más grande registrado.
Los primeros fósiles de megalodón ( Otodus megalodon, anteriormente conocido como Carcharodon o Carcharocles megalodon datan de hace 20 millones de años. Durante los siguientes 13 millones de años, el enorme tiburón dominó los océanos hasta su desaparición.
Su extinción se calcula que ocurrió a finales del Plioceno cuando el planeta entró en una fase de enfriamiento global. No se sabe exactamente cuándo murió el último, pero se cree que fue hace, al menos, 3.6 millones de años
Pero ¿por qué se extinguió el megalodón? Su extinción se calcula que ocurrió a finales del Plioceno cuando el planeta entró en una fase de enfriamiento global. No se sabe exactamente cuándo murió el último, pero se cree que fue hace, al menos, 3.6 millones de años.

Los científicos apuntan que, hasta un tercio de todos los animales marinos grandes, incluido el 43% de las tortugas y el 35% de las aves marinas, se extinguieron a medida que las temperaturas se enfriaron y la cantidad de organismos en la base de la cadena alimentaria se desplomó. Otros estudios señalan otras consecuencias: como los adultos dependían de las aguas tropicales, la caída de la temperatura del océano probablemente resultó en una pérdida significativa de hábitat. También puede haber sido resultado de la extinción de la presa del megalodón o que su adaptación a las aguas más frías la moviera hacia donde estos enormes tiburones no pudieron seguirla.

El Museo de Historia Natural de Londres apunta que otra corriente señala que el megalodón dio a luz a sus crías cerca de la costa.
Estas aguas costeras poco profundas habrían proporcionado un vivero para los cachorros, protegiéndolos de los depredadores que acechaban en aguas abiertas, como las ballenas dentadas más grandes. A medida que se formaba hielo en los polos y bajaba el nivel del mar, estos terrenos de cría habrían sido destruidos.
Aspecto del megalodón
La mayoría de las reconstrucciones realizadas del megalodón lo muestran con el aspecto de un enorme tiburón blanco. Ahora se cree que esto es incorrecto, según el museo.
Probablemente, tenía una nariz o tribuna mucho más corta, en comparación con el gran tiburón blanco, con una mandíbula más plana, casi aplastada. Al igual que el azul, también tenía aletas pectorales extralargas para soportar su peso y tamaño.
Su antepasado definitivo más antiguo es un tiburón de 55 millones de años conocido como Otodus obliquus, que creció hasta alcanzar unos 10 metros de longitud
"Muchas reconstrucciones tienen al megalodón como una versión más grande del gran tiburón blanco, porque durante mucho tiempo la gente pensó que estaban relacionados", explica Emma Bernard, responsable de la colección de peces fósiles del Museo. "Ahora sabemos que éste no es el caso, y el megalodón es en realidad de un linaje diferente, del cual fue el último miembro".

Su antepasado definitivo más antiguo es un tiburón de 55 millones de años conocido como Otodus obliquus, que creció hasta alcanzar unos 10 metros de longitud. Pero se cree que la historia evolutiva de este tiburón se remonta a Cretalamna appendiculata, que data de 105 millones de años, lo que hace que el linaje del megalodón tenga más de 100 millones de años.
El megalodón se adaptó a lugares cálidos tropicales y subtropicales de todo el mundo. La especie estaba tan extendida que se han encontrado dientes de él en todos los continentes excepto en la Antártida
“A medida que encontramos más y más fósiles, nos dimos cuenta de que el antepasado del gran tiburón blanco vivía junto a él. Algunos científicos piensan que incluso podrían haber estado compitiendo entre sí”, apunta Emma Bernard.
Asimismo, el megalodón se adaptó a lugares cálidos tropicales y subtropicales de todo el mundo. La especie estaba tan extendida que se han encontrado dientes de él en todos los continentes excepto en la Antártida.
"Podemos encontrar muchos de sus dientes en la costa este de América del Norte, y en el fondo de los arroyos y ríos de agua salada de Carolina del Norte, Carolina del Sur y Florida", explica Emma Bernard, que añade: “También son bastante comunes frente a las costas de Marruecos y algunas zonas de Australia. Incluso se pueden encontrar en el Reino Unido, cerca de Walton-on-the-Naze, en Essex”.