El Acuerdo de París marcó el punto de partida para el abandono de los combustibles fósiles y, con él, 197 países asumieron el compromiso de sumar esfuerzos para limitar a 1,5 ºC el aumento de la temperatura global.
Cinco años después, el balance es negativo: aunque varios de los países firmantes han asegurado su descarbonización a largo plazo (2050 o 2060), todavía están muy lejos de la drástica reducción de las emisiones que sería necesaria en la próxima década para evitar los peores impactos del cambio climático, tal y como afirma la ciencia.
El próximo 12 de diciembre está prevista la celebración por parte de la ONU y de Reino Unido (que este año iba a ser anfitrión de la COP 26, cancelada por la crisis sanitaria) de un evento online internacional para conmemorar el quinto aniversario del Acuerdo de París al que solo están invitados aquellos países que presenten nuevos compromisos climáticos.
“En un contexto en el que la pandemia de la COVID-19 se ha adueñado de nuestras vidas y de nuestra política, los Gobiernos pueden y deben protegernos, pero obvian en gran medida la enorme interdependencia entre salud, bienestar y resiliencia, y clima y medioambiente.
Continuamos inmersos en una grave crisis climática: a no ser que la frenemos ahora que aún estamos a tiempo, el coste en vidas humanas, biodiversidad y pérdidas económicas será catastrófico”, señala la organización en un dossier que ha distribuido a los medios y en el que desgrana lo ocurrido en estos cinco años en materia climática.
Si no frenamos ahora, el coste en vidas humanas, biodiversidad y péridas económicas será catastrófico
Greenpeace, junto con la coalición de organizaciones europeas por la acción climática (CAN EU), demanda que Europa eleve la reducción de sus emisiones al 65% en 2030 respecto a 1990. Este es el objetivo que estaría en línea con las recomendaciones científicas para no superar 1,5 ºC pues, como afirma Naciones Unidas, la próxima década es decisiva y es necesaria una reducción de las emisiones del 7,6% cada año entre 2020 y 2030.
Aunque algunos planes de recuperación por la COVID-19 apoyan parcialmente la acción climática, la mayoría de los países ha prestado poca atención a la actual emergencia climática. Entre los que sí lo han hecho hay que destacar que:
China anunció en septiembre que alcanzaría la neutralidad de carbono para 2060; es la primera vez que China toma una decisión unilateral y no en sintonía con la UE o Estados Unidos, país que ha abandonado oficialmente el Acuerdo de París. Estados Unidos no puede revertir la salida del Acuerdo de París (4 de noviembre) hasta que Biden tome posesión de su cargo en enero de 2021. En principio, el protocolo impide que participe como presidente electo el 12 de diciembre, pero no está claro qué puede pasar en un evento virtual.
China ha anunciado que alcanzará la neutralidad de carbono para 2060
El clima tiene cierto peso en el plan de recuperación de la UE, pero carece de normas estrictas que excluyan el apoyo a las industrias contaminantes. La nueva Comisión Europea, aprobada en noviembre de 2019 por el Parlamento, asumió entre sus prioridades para los próximos cinco años el establecimiento de un Pacto Verde Europeo que logre revertir el cambio climático y frenar sus efectos.
Entre las diferentes medidas que promoverá, está la elaboración de la Ley Climática Europea, que a día de hoy se encuentra ya en un proceso de negociación avanzado. Los jefes de Estado y de Gobierno nacionales se reunirán los días 10 y 11 de diciembre en Bruselas para celebrar el Consejo Europeo en el que deben acordar un aumento del objetivo de reducción de emisiones de la UE para 2030, tal y como exige el Acuerdo de París.
La Comisi´on Europea quiere cambiar el modo de contabilizar las emisiones sin mostrar la reducción real
El pasado mes de octubre, el Parlamento Europeo aprobó elevar la reducción de las emisiones hasta el 60% en 2030. Sin embargo, la propuesta de la Comisión Europea va por otro lado: pretende cambiar el modo en que se contabilizan las emisiones de forma que, en vez de mostrar una reducción real (como hasta ahora), por primera vez haga referencia a las emisiones netas, es decir, incluyendo los sumideros naturales de carbono y otras posibles falsas soluciones como la captura de carbono o los biocarburantes.
España: Años de inactividad política frente al cambio climático de los distintos Gobiernos han llevado a España a ser el país que más aumentó sus emisiones en Europa entre 1990 y 2017. Esto lo ha situado ante la necesidad urgente de volcar mayores esfuerzos para reducir las emisiones muy rápidamente en línea con las recomendaciones científicas para no superar las temperaturas globales en 1,5 ºC. Sin embargo, la realidad política sigue alejada de la respuesta que se necesita ante la emergencia climática que vive el planeta.
El Gobierno de España presentará sus objetivos de reducción de las emisiones para 2030 (NDC) como parte de uno de los estados miembros de la Unión Europea; es decir, presentará el objetivo comunitario que se acuerde previsiblemente en el Consejo Europeo de los días 10 y 11 de diciembre que tendrá lugar en Bruselas.
A pesar de que el actual Gobierno está dando pasos en la buena dirección (la creación de una Vicepresidencia para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, el impulso de una Ley de Cambio Climático y Transición Energética -que se encuentra en estos momentos en el proceso del debate parlamentario- o la declaración de emergencia climática y ambiental son una muestra de ello), el Ejecutivo apuesta por una reducción de las emisiones de tan solo el 23% en el año 2030 respecto a las de 1990, un objetivo muy alejado de las recomendaciones científicas: 7,6% cada año entre 2020 y 2030 para reducirlas a la mitad a nivel global en la próxima década.
Los objetivos de España están muy alejados de las recomendaciones científicas
Los países más vulnerables y los menos desarrollados serán probablemente los que el próximo día 12 de diciembre presenten compromisos más firmes en materia climática junto con China, la UE y Reino Unido.
Todavía se desconocen los compromisos que adquirirán los países de ingresos medios como Sudáfrica, México e Indonesia, cruciales para mantener el impulso y, por tanto, no hay grandes expectativas.
Poco o nada se espera de estados como Australia, Rusia y Brasil, cuyos dirigentes siguen anteponiendo los intereses de la industria contaminante a sus obligaciones para con la comunidad mundial, incluso cuando los incendios forestales destruyen sus paisajes vírgenes y expulsan a las comunidades de sus hogares.
La ausencia de Estados Unidos el próximo día 12 servirá como recordatorio de la importancia de la situación postelectoral de este país. Se espera que, tan pronto la Administración Biden-Harris asuma el cargo en enero, se dispondrá a desmantelar los obstáculos para la toma de medidas internas y para establecer un nuevo camino hacia una economía energética 100% limpia con cero emisiones netas para 2050. En el plano internacional, el enviado especial John Kerry busca la necesaria reconstrucción de las alianzas multilaterales en torno al clima.