Por Manuel Fernández Fotos: Carlos Quevedo Edición para online: MF
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Este atípico rival del Audi TT cumple bien su cometido emocional y deberíamos saberlo incluso antes de montarnos: el 1.6 con turbo de doble entrada da casi 170 caballos... por litro (!). Esa es una proporción muy cercana al vitaminado 2.0 de los más pequeños Mercedes-AMG (A, CLA y GLA).
Esta seria modificación implicó refuerzos internos, además del complemento de unos discos de mayor diámetro adelante, una suspensión rebajada y con una puesta a punto diferente en amortiguadores y, por supuesto, un diferencial de deslizamiento limitado pensado en contener tanto poder: hablamos de un tracción delantera al final del día. Y con eje torsional atrás (plataforma PF2, la misma del anterior 308).
Se vale abusar
De entrada, el cuatro en línea no da todo su par en primera, sino que se reduce en 90 Nm para no quemar las llantas (o el embrague). Ahí ya evitamos un volante con vida propia al arrancar con ganas.
Ya dando todo de sí, hay un claro lag esperable para algo sobrealimentado y de tan escasa cilindrada... sí, la típica patada empieza en los esperables 2,500 giros, pero lo bueno aparece en unas 2,800. Es en esa zona del tacómetro cuando el RCZ sale despedido y empieza a hacernos concentrar mientras se devora con rapidez cada cambio porque sí, ¡es manual! Y es de esos manuales con una relación de caja estrecha, no se piensa en consumos contenidos o una sexta de desahogo.
En la práctica, el ronco pero un poco discreto sonido –no hay petardeos ni silbidos evidentes– nos acompaña mientras operamos un embrague alto en su punto de acción y de rápido acople, una pequeña palanca de inserciones cortas y claras, no quirúrgicas al nivel de un MX-5.
Sigue entonces una dirección muy rápida, en la que en los primeros kilómetros es fácil cometer un error de apreciación y voltear más de lo esperado. Una vez acostumbrados, es claro que no hay tanta retroalimentación –la suficiente– y sí sobrada precisión con leve nerviosismo.
Llega la montaña y aparecen las sorpresas: la facilidad del RCZ R, sus reacciones que no lo limitan a conductores experimentados. La enérgica forma de introducirse a un giro no se convertirá en una trompa yéndose a donde no queremos si nos da por soltar a la pequeña bestia de 270 caballos antes de enderezar nuestro rumbo.
Cambiar nuestra trayectoria de repente, por ejemplo en enlaces, exhibió un control de masas soberbio, con balanceos apenas perceptibles en parte por el corto recorrido de la suspensión, esa que transmite cada desnivel e irregularidad.
Quedan entonces unos frenos capaces (distancias a la altura de un Porsche), no tan exactos en dosificación por tener un tramo sin mucha acción al comienzo, para después aplicar mucha presión.
En lo demás
Es indispensable manejar el RCZ R para justificar una etiqueta de precio apta solo para verdaderos y adinerados fanáticos. Adentro es claro el remanente del pasado 308, aunque aderezado para disimular una cabina de origen económico.
Este RCZ será una rara pieza de colección: no será fácil convencer cuando en el rango están sendas alternativas de la talla de un M235i o un 370Z, ambos con propulsión y seis cilindros. Suena complicado, pero alguien se enamorará de este bizarro auto.
Unidad probada
749,900 pesos
NOS GUSTA
Relaciones de caja cortas
Agarre
Respuesta a medio régimen
NOS GUSTARÍA
Un interior propio
Que Peugeot considere una segunda generación
Precio más realista
Resumen técnico
MOTOR
Tipo/cilindrada: L4, 1.6 l, turbo
Potencia máxima: 270 hp a 6,000 rpm
Par máximo: 330 Nm de 1,900 a 5,500 rpm
TRANSMISIÓN
Caja: Manual, seis velocidades
Tracción: Delantera
DIMENSIONES
Largo x ancho x alto: 429 x 184 x 135 cm
Distancia entre ejes: 261 cm
Cajuela: 321 litros
Tanque de combustible: 55 litros
Peso vacío: 1,280 kg
PRUEBAS AUTOMÓVIL (a 2,240 msnm)
0 a 400 metros: 15.25 s
0 a 100 km/h: 7.40 s
Rebase 80 a 120 km/h: 6.48 s
Frenado de 100 a 0 km/h: 35.2 m
Consumo medio: 12.35 km/l