Peugeot 208 HDi: prueba de manejo

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Por Héctor Torres      Fotos: Carlos Quevedo

 

Y es que fuera de furgonetas, pick-ups, algunas vanes y utilitarios de uso específico, los motores a diésel nunca han figurado como alternativa real de compra del conductor regular en nuestro país. La aún limitada red de expendedores y la pobre calidad del combustible que venden han sido razón suficiente desde siempre. Ahora bien, ello no ha evitado que ciertas compañías emprendan esfuerzos por difundir esta mecánica. El ejemplo más claro hay que adjudicárselo al Grupo Volkswagen, que no se ha detenido en la esfera premium –con los modelos de su filial Audi, particularmente– y la ha venido democratizando hacia su gama de volumen desde hace años –léase Clásico, Bora y Jetta-. La primera en incursionar en el segmento de los subcompactos, sin embargo, fue Peugeot con el 301, y hoy reafirma su iniciativa con la variante HDi de su 208, importando con él la vasta experiencia que posee en este tipo de impulsores.

 

 

Siendo el cambio clave el que se encuentra bajo el cofre –al cual ya llegaremos–, el resto del auto es prácticamente idéntico a los demás a gasolina del portafolio con el nivel de equipamiento dictado para las versiones “Allure”. Esto quiere decir que no está limitado en temas de conectividad e incluye lo mínimamente admisible en seguridad, dos rubros de especial interés e importancia en este rango de precios. Pero también significa que se prescinden de amenidades como un climatizador, elevalunas traseros eléctricos e incluso un forro de piel para el volante.

 

 

Los plásticos duros, entonces, son la constante en un habitáculo que no deja de agradar gracias al pulcro terminado de los mismos y a que se alternan con insertos de acabado brillante en tablero, pomo de palanca y puertas. Una de sus mejores cartas es aún la ergonomía, con mandos de fácil alcance y esa posición de manejo que aunque alta, permite entenderse rápido con los bien distribuidos pedales y el simpático timón que parece de juguete por su pequeño tamaño.

 

 

Ya en la conducción son pocos los nuevos hábitos y no pasa mucho para acostumbrarse a ellos. Aunque corta alto, por ejemplo, sacar el embrague sin presionar el acelerador será uno de éstos, pues el sobrado torque nos pondrá en movimiento casi en cualquier situación de manejo. Por el contrario, sí convendrá dar unos toques al pedal derecho al pasar de una relación a otra para salir sin cabeceos después de acoplar la siguiente marcha, pues el motor tiende a interrumpir el impulso entre cambios. Nada fuera de lo usual para el grueso de las plantas de este tipo que se apoyan en turbocargadores con el fin de optimizar su desempeño.

 

 

El resultado es una banda de potencia utilizable muy contundente pero breve, y este 1.6 litros de inyección directa no es la excepción. Acelerando, el empuje se hace tangible hasta que entra la turbina –apenas por encima de las 1,500 rpm- y hasta las 3,500 vueltas en que se alcanza su límite. Llevar la aguja más allá en el tacómetro no brindará mayores frutos que los conseguidos hasta aquí y lo sensato será pasar al siguiente escalón de la caja.

 

 

La intención no es velocista en ningún caso y la palanca de recorridos relativamente largos e inserciones esponjosas es prueba de ello, pero una ventaja será, por el otro lado, que no hará falta descender marchas para efectuar adelantamientos o recuperaciones. Su objetivo es la eficiencia y en ese apartado cumple con creces. Fijar consumos por encima de 20 km/l a ritmos de carretera no se antojó tan extraordinario cuando nos acercamos a los 17 km/l en ciudad, y aún nos dejó con la inquietud de sacarle más.

 

De ahí en más, el manejo será el mismo que en un 208 común, y entonces nos encontraremos con esa dirección de finas reacciones que a costa de transmitir pocas sensaciones, responde con presteza. Le sigue un comportamiento ágil, cortesía de una cuidada puesta a punto y cierran unos frenos de tacto delicado pero buenas distancias; muy a la francesa.

 

 

¿Y por qué no? Mudarse a un motor diésel puede parecer algo atrevido, pero no hay nada de disparatado en ello. El refinamiento logrado a la fecha por los coches particulares a diésel, es argumento para invalidar la reticencia de adquirirlos provocada por no verlos circulando –no extraña que aún no tenga rivales directos-. Representan una opción de movilidad asequible y merecen la consideración de aquellos que piensan en un auto para hacer muchos kilómetros con miras a un mejor rendimiento de combustible. Aplausos a la gala por continuar aventurándose e insistiendo con su diversificación.

 

 

Unidad probada

239,900  pesos (a fecha de la prueba)

 

 

 

NOS GUSTA

-      Respuesta del motor

-      Manejo

-      Bajos consumos

 

NOS GUSTARÍA

-      Mejor precio

-      Más equipo de serie

-      Sexta relación

 

 

Resumen técnico

MOTOR

Tipo/cilindrada: L4, 1.6 l

Potencia máxima: 92 hp a 4,000 rpm

Par máximo: 230 Nm a 1,750 rpm

TRANSMISIÓN

Caja: Manual, cinco velocidades

Tracción: Delantera

DIMENSIONES

Largo x ancho x alto: 396 x 173 x 146 cm

Distancia entre ejes: 254 cm

Cajuela: 285 litros

Tanque de combustible: 50 litros

Peso vacío: 1,150 kg

PRUEBAS AUTOMÓVIL (a 2,240 msnm)

0 a 400 metros: 19.30 s

Rebase 80 a 120 km/h: 10.34 s

Frenado de 100 a 0 km/h: 41.7 m

Consumo medio: 19.7 km/l