Por Gilberto Samperio Fotos: José Luis Ruiz Edición para online: Manuel Fernández
Para dar cabida a una segunda fila realmente útil, este MINI crece 72 milímetros en su distancia entre ejes, unos 62 a lo ancho y 15 a lo alto para lograr el volumen interior deseado. Además, la cajuela acumula 278 litros, unos 67 más respecto a lo apreciado en el de tres puertas. Estos incrementos propician una longitud total mayor en 161 milímetros (3,982 mm), necesaria para balancear visual y dimensionalmente la llamativa imagen del multifacético retrocoche.
Si miramos la cabina, la disposición de mandos no cambia. El enorme despliegue visual central acapara funciones de infotenimiento, navegación, generales e información del vehículo. Mientras, unidos al volante descansan dos relojes que comprenden los obligados tacómetro y velocímetro. Al centro, disminuyen los interruptores tipo industrial.
De los asientos, unas vestiduras más formales no evitan su forma de cubeta que nos recogen mejor de lo que parece, ideal para los trazados en curvas o cambios de rumbo, obra de pétalos lumbares anchos y fuertes.
Actitud divertida
La casa presume el mantenimiento de las sensaciones como si fuese un go-kart. En honor a la verdad, este MINI de corte familiar conserva la rápida dirección, muy efectiva tanto en zonas sinuosas como pasos estrechos citadinos, así como una suspensión que califica de muy firme, casi dura. Sumado al escaso margen de absorción, tanto de los grandes neumáticos como la reducida carrera de los amortiguadores, la calidad de marcha en vías maltratadas tiende hacia áspera, saltona; un calibrado válido solo en asfaltos suaves y perfectos. Pero eso siempre ha diferenciado a los MINI. Lo discutible es que si no se acostumbra uno de inmediato, todo por esa sensación de go-kart, la espalda puede cansarse antes de lo esperado. Y con ella, nuestros cercanos pasajeros.
Respecto al tren motor, su respuesta es contundente y la transmisión automática de seis escalones está perfectamente sincronizada. El sistema dispone de tres modos: Sport, Normal y Green. Lo curioso es que la caja exhibe un Launch Control que mantiene al motor sobre las 2,500 rpm, el mismo régimen que permite la precarga del convertidor tal cual lo hacemos durante nuestras pruebas, así que no vimos mayor ventaja que una inserción apenas un poco más rápida de las relaciones, sin reflejo notorio en los tiempos de aceleración. Pero deja jugar el arrancón.
Una de las consecuencias del mayor espacio entre ejes es que el radio de giro crece también. Y en este MINI se nota en las curvas, donde el subviraje aparece antes de lo esperado y el trazado obliga a corregir ligeramente, casi de forma imperceptible cuando entendemos mejor el dinamismo de este cinco puertas. En resumen, no es tan neutral como el tres puertas.
Los frenos observan un tacto firme, pronto a nuestras solicitudes, lo que concede una conducción velocista, divertida. Solo en nuestras paradas a fondo apreciamos un fino descolocamiento del eje trasero, quizá por su mayor largo o falta de una mejor calibración del reparto del sistema de detención.
Conclusión
Posee más espacio, la calidad de la marca y un tren motor envidiable que otorga un dinamismo notable, aunque el aura de coqueto y egoísta se pierde por ese aire formal creado por el agregado de puertas de atrás. Muy práctico y bonito, pero adiós a la fantasía personal.
Unidad probada
480,000 pesos (a abril de 2015)
NOS GUSTA
Calidad de armado
Tren motor
Manejo divertido
NOS GUSTARíA
Imagen propia
Un mejor Launch Control
Precio más razonable
Resumen técnico
MOTOR
Tipo/cilindrada: L4, 2.0 l, turbo
Potencia máxima: 192 hp a 6,000 rpm
Par máximo: 280 Nm entre 1,250 y 4,750 rpm
TRANSMISIÓN
Caja: Automática, seis velocidades
Tracción: Delantera
DIMENSIONES
Largo x ancho x alto: 400 x 172 x 142 cm
Distancia entre ejes: 256 cm
Cajuela: 278 litros
Tanque de combustible: 44 litros
Peso vacío: 1,315 kg
PRUEBAS AUTOMÓVIL (a 2,240 msnm)
0 a 400 metros: 15.22 s
Rebase 80 a 120 km/h: 4.22 s
Frenado de 100 a 0 km/h: 40.5 m
Consumo medio: 12.6 km/l