Lincoln Navigator Reserve 2018: prueba de manejo

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Por Gilberto Samperio (@gilsamperio)                                 Fotos: Carlos Quevedo

 

A pesar de la actual moda de reducción de gastos, consumos y tamaños, todavía hay lugar para los excesos y costumbres en mercados como el estadounidense. Casi una década ha transcurrido desde el doloroso quebradero financiero ocasionado por las hipotecas de alto riesgo (subprime), una burbuja que le costó sangre y sudor al vecino del norte.

 

 

Sin embargo, fieles a su tradición laboral protestante, la economía se recupera a buen ritmo y les permite retomar algunos viejos hábitos como el consumo de productos de lujo muy norteamericanos.

 

Si bien en su momento fue la extrapolación del boom de las SUVs de gran tamaño, hoy estas camionetas de talla completa son muy pocas, prácticamente un nicho, y gozan de una preparación y tecnología propias de esta época aunque sus dimensiones nos remiten a un par de décadas atrás.

 

 

La nueva fisonomía de la última Navigator resulta muy atractiva, imponente y, en honor a la verdad, pocos detalles nos evocan a su hermana-donante de Ford. Predomina la nueva filosofía de diseño de la filial elitista, elegante, con brillos e iluminación que resaltan líneas maestras así como algunos acentos que evocan músculo, esa perenne necesidad norteamericana de llamar la atención con formas sólidas, exageradas pero consistentes y hasta sobrias en este caso.

 

 

Al abrir cualquier puerta, nos recibe un ambiente muy cálido, con detalles que nos recuerdan al enorme sedán de la casa, con finas molduras cromadas en casi todos los paneles y mandos más utilizados o vistos, flanqueados por más espacio, compartimentos y detalles que gustan a espíritus refinados. Por ejemplo, el centro del tablero lo domina una pantalla de tamaño profesional y nos permite gestionar todo el sistema de infotenimiento, perfecta para manos grandes o ligeramente torpes.

 

 

La comodidad de los enormes asientos está fuera de toda duda: además de ser versátiles en su acomodo –como en el Continental–, disponen de masaje, ventilación y calefacción para que sus adinerados usuarios no padezcan ni la más mínima molestia.

 

 

Dado su carácter de camioneta familiar, la segunda y tercera fila de asientos lucen más convencionales pero no menos cómodas. De hecho, tuvimos la oportunidad de valorar la más grande de las dos versiones disponibles en las concesionarias mexicanas: Reserve Larga.

 

 

Si miramos el equipamiento, resulta muy completo en casi todos los rubros, aunque cuenta con menos bolsas de aire que su hermano más representativo (6 vs. 10). A cambio, abunda la versatilidad y el espacio dondequiera que se mire. Entre las curiosidades figura una consola central fija en la segunda bancada que deja lugar a dos asientos individuales muy acogedores. La obligación de su fijación estriba en que monta un panel extra para controlar música, video y la tercera toma del climatizador. Mucho lujo.

 

 

Una curiosidad de su gran tamaño es el uso –ahora obligatorio por exigencias medioambientales–, de un motor V6 turbocargado de 3.5 litros que eroga 450 HP y un torque de 500 libras-pie, unos notables 677 Nm. A eso se suma un chasís y una carrocería más livianos que los de sus antecesores –uso extensivo de plásticos, aleaciones y otras soluciones de ingeniería–, aunque dada la extensa lista de extras y amenidades, la cifra final en la báscula ronda las tres toneladas: Cero esbeltez que en Lincoln somos grandes.

 

 

El responsable de la movilidad recae primero en una transmisión automática de 10 relaciones, que gracias a su programación –dispone de siete modos o “ánimos”: Emoción, Moderado, Normal, Normal 4x4, Resbaladizo, Condiciones Extremas y Subida Lenta–, extrae siempre lo mejor del EcoBoost. Este avanzado mecanismo se conecta a una tracción integral inteligente que facilita su movilidad en casi cualquier ambiente o circunstancia, siempre en la consideración de que su gran masa, longitud y orientación representativa, le condicionan cualquier intento de aventuras fuera del asfalto.

 

 

Su comportamiento dinámico califica de predecible, pues a pesar del esmero exhibido tanto en la cabina como en el exterior, el calibrado de la suspensión muestra una tendencia a suave, con buen filtrado de las desigualdades halladas en nuestros caminos aztecas y algunos rebotes propios de una camioneta menos refinada, un comportamiento ya apreciado en otros vehículos Ford de este calado.

 

 

No es una camioneta para atacar curvas, pues su masa inevitablemente participa en la maniobra e induce ese subviraje claro y protector. Además, presenta un balanceo evidente en el caso de giros cerrados; quizás en manos experimentadas resulta graciosa y hasta divertida esta actitud pero nunca atrapante.

 

 

En consecuencia, su mejor ambiente son las vías rápidas, sin grandes exigencias en términos de dirección –por cierto, más laxa y con una larga desmultiplicación–, donde la premisa sea viajar cómodos y con todas las posibilidades viajeras a mano.

 

Porque en la ciudad resulta más complicada su conducción debido a sus obvias razones representativas traducidas en unas enormes dimensiones, concebidas para circuitos estadounidenses, no para calles de origen colonial o improvisadas.

 

 

Por una etiqueta de casi dos millones de pesos –1.827 para mayor precisión–, accedemos a una camioneta familiar de grandes vuelos en términos de comodidad y capacidad turística de primer nivel. Dinámicamente competente, su mejor carta es el gran tamaño aderezado de mucho espacio interior, lujo de carácter premium y un equipamiento que nada tiene que pedirle a otras firmas o marcas especializadas en este nicho de las SUVs grandes de corte suntuario.

 

 

Eso sí, sus usuarios deberán contar con buenos espacios de estacionamiento, una abultada cartera para las recargas de combustible y ese gusto por las camionetas tipo estadounidense, con los cromados y brillos por doquier. Porque el precio es tentador y el tamaño todavía más. 

 

Unidad probada

1,827,000 pesos (a fecha de la publicación)

 

NOS GUSTA

-      Estampa poderosa

-      Espacio interior

-      Nivel de lujo

 

NOS GUSTARÍA

-      Mejor suspensión

-      Dirección más directa

-      Frenos más potentes

 

Resumen técnico

MOTOR

Tipo/cilindrada: V6, 3,490 cc, Biturbo

Potencia máxima: 450 HP a 5,500 rpm

Par máximo: 691 Nm a 3,000 rpm

TRANSMISIÓN

Caja: Automática, 10 velocidades

Tracción: Integral permanente

DIMENSIONES

Peso vacío: 2,745 kg

Tanque de combustible: 107 litros

Largo x ancho x alto: 563 x 203 x 193 cm

Distancia entre ejes: 334 cm

Cajuela: 970 litros

PRUEBAS AUTOMÓVIL (a 2,240 msnm)

0 a 400 metros: 16.51 s

Rebase 80 a 120 km/h: 5.33 s

Frenado de 100 a 0 km/h: 43.4 m

Consumo medio: 6.8 km/l