Una ligera actualización le otorga a la más pequeña de las SUVs de Lincoln un aire fresco y atractivo, con miras a mantener su vigencia.
Por Gilberto Samperio Fotos: Carlos Quevedo

Dada la longevidad de las camionetas familiares, a cuatro años de su introducción resulta muy sensato renovar por lo menos su fisonomía. Así ocurre con la última versión de la
Lincoln MKC, cuyo nuevo frontal le actualiza frente al resto de la gama de la casa. De esta manera, deja atrás la parrilla aguzada para dar lugar a una más cuadrada, con un reborde más alto en la punta del cofre, aunque los trazos originales no cambian en la fascia inferior así como tampoco en la zaga.

Quizá la iluminación de las calaveras y su zona luminosa central corrida crean esa imagen de triángulo tan asociada al despliegue de seguridad de emergencia, el famoso CHMSL (Center High Mount Stop Lamp o lámpara de alto colocada al centro superior), un juego de luces que gusta y diferencia a esta MKC del resto de su competencia.

En el resto, los detalles que cambian son realmente cosméticos como las maderas de veta expuesta o los siempre confortables sillones delanteros, que gracias a su capacidad tanto refrigerante como calefactada, sin olvidarnos de sus múltiples ajustes, logran el acomodo casi perfecto para cualquier anatomía.

Su corazón tampoco cambia, virtud de un tren motor bien balanceado. El cuatro cilindros turbocargado mantiene sin cambios su entrega de potencia –
285 hp–, que son finamente administrados por una efectiva transmisión automática de seis escalones. Cuando las cosas se hacen bien como este combinado de motor y caja, realmente no se extraña una transmisión de siete u ocho relaciones de última generación. Bien hecho Lincoln.

En cuanto al desempeño dinámico, esta MKC continúa dejándonos un excelente sabor de boca. Si bien en los modos más razonables observa una mejor actitud –adiós a esas sensaciones de la vieja escuela de SUVs–, el más deseado y fácil de activar es el Sport. Gracias al enorme botón que forma parte de la selección de funciones de la transmisión, basta pulsar y ya contamos con una actitud muy aligerada, vivaz, que divierte pese a las inercias propias de una camioneta familiar compacta.

Eso sí, la factura en combustible no es barata pues el gasto tiende a ser alto, máxime si caemos en la tentación de aprovechar la energía que concede el modo Sport, o bien, si somos proclives a pisar el acelerador con frecuencia para gozar las bondades de aceleración y de adrenalina que propicia el turbocargado.

Los frenos conservan su buena respuesta y la dirección luce muy acertada, sin demasiado aislamiento o sin la viveza de un deportivo: es correcta para las pretensiones viajeras de esta Lincoln.

Por una etiqueta ligeramente superior a los 600 mil pesos, accedemos a una familiar que cumple más de un apartado: movilidad grupal, símbolo de estatus o un vehículo ágil de buen desempeño dinámico.
Unidad probada
610,000 pesos (a fecha de la publicación)
NOS GUSTA
- Terminados notables
- Facilidad de uso
- Respuesta tren motor
NOS GUSTARÍA
- Mejor gasto de combustible
- Más ligereza
- Un modo ahorrativo
Resumen técnico
MOTOR
Tipo/cilindrada: L4, 2,247 cc Turbo
Potencia máxima: 285 hp a 5,500 rpm
Par máximo: 413 Nm a 2,750 rpm
TRANSMISIÓN
Caja: Automática, 6 velocidades
Tracción: Integral permanente
DIMENSIONES
Peso vacío: 1,810 kg
Largo x ancho x alto: 455x186x165 cm
Distancia entre ejes: 269 cm
Cajuela: 430 litros
PRUEBAS AUTOMÓVIL (a 2,240 msnm)
0 a 400 metros: 16.16 s
Rebase 80 a 120 km / h: 5.83 s
Frenado de 100 a 0 km/h: 39.3 m
Consumo medio: 8,6 km / l.