Por Héctor Torres
Ver nota de lanazamiento.
Salvo la plataforma y algunos elementos de diseño ya presentes en otros modelos de la gama, la fórmula del HR-V resulta nueva. Se trata de un motor conocido (Civic) pero que ahora se empata a una transmisión tipo CVT, o bien, a una manual pero de seis cambios (cinco en el sedán). Y ya que está concebido sobre el bastidor del Fit, guardábamos bastante curiosidad sobre cómo sería su manejo.
Antes, toca hablar de lo bien que se ha resuelto el tema de la habitabilidad. Tal como en el subcompacto, la arquitectura ha sido bien aprovechada para otorgar lugares holgados y espacios de carga utilizables que brillan por su generosidad, especialmente en las bancas traseras. Adelante, el puesto de conducción se ve optimizado por el ajuste en altura y profundidad de la columna de dirección, y por la disposición de mandos que se orientan hacia éste. Materiales suaves al tacto se encuentran en diversas superficies del tablero, puertas y consola, pero prevalecen los plásticos duros sin que su rugosidad moleste y sin que denoten poca calidad de armado; por el contrario, los ensambles lucen buena composición. Extrañamos un forro de piel para el volante pero no es algo a lo que la marca no nos tenga acostumbrados. Con el sistema de infotenimiento que venía en nuestra unidad, Honda da un paso hacia adelante en conectividad y facilidad de uso; la interfaz es más intuitiva y ofrece la posibilidad de vincular dispositivos a través de una aplicación de la casa.
Ya instalados, el encendido por botón (de la versión Epic) nos puso en marcha. Una ventaja de que nuestro recorrido haya tenido lugar en Los Cabos, BCS, fue la bondad de un motor respirando sin dificultades a nivel de mar. La energía del 1.8 litros y sus 141 HP se antojaron más que suficientes, pero ya habrá que hacer las pruebas pertinentes a los 2,240 msnm de nuestra ciudad para constatarlo con certeza. El HR-V es apenas un kilogramo más ligero que un Civic automático completamente equipado (pesa 1,310 kilos), virtud que lo emparenta en sensaciones de conducción con su hermano sedán y a ello también contribuye un centro de gravedad relativamente bajo –para los estándares del segmento- cortesía de modificaciones a las suspensiones MacPherson adelante y de eje torsional atrás. En general, el conjunto se percibe ágil. El tacto de la dirección eléctrica retroalimenta mejor en pleno giro que en maniobras menores, pero notamos un recorrido que tiende a largo entre topes. Los frenos, por su parte, observan esa modulación inmediata –típica de Honda- que engaña en la efectividad de la detención, pero cumplen sin sobresaltos. Nos quedamos con ganas de manejar la versión con la caja manual de seis, pues la CVT –pese al modo Sport que mantiene la banda de poder a la orden del acelerador- parece no aprovechar todo el potencial de la planta. Además, mete mucho ruido al habitáculo, situación que podría explicarse con que se trataba de un auto de preproducción. Compensa en comodidad de operación.
Pronto tendremos la prueba completa y la obligada comparativa con los rivales más importantes.