Dodge Charger SRT Hellcat: prueba de manejo

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Por Héctor Torres   Fotos: Carlos Quevedo.

 

 

 

Después de la bomba detonada con el Challenger y, ahora que el rumor de una Cherokee SRT Hellcat toma fuerza y se antoja poco a poco plausible, puede que un sedán con más de 700 equinos bajo el cofre ya no sorprenda tanto. Pero no permitamos que la reiteración de una misma fórmula adormezca el asombro. Dejen que esa cifra seque en la mente la frescura de pronunciarla… 707 caballos… en un cuatro puertas de producción. Ello quiere decir que se trata del más potente a la fecha en el mercado, que representa el Charger más poderoso para la marca en su historia, y significa que aquel récord de 200 millas por hora que instaurara el Daytona de NASCAR –allá por inicios de los setenta-, está hoy al alcance de tu distribuidor más cercano; así lo dice el folleto de venta en el apartado de “velocidad tope”. Y le creemos.

 

 

Se lee “204 mph” (algo así como 328 km/h) en el papel, para ser exactos, y esas son 5 unidades más que las que anuncia oficialmente el Challenger de similar apellido -199-, la razón, estando primordialmente en la aerodinámica a la que los redondeados cofre, parrilla y frente aportan su relativa contribución. Al peculiar arreglo de dichos elementos se suman las tomas de aire en fascia y cofre, para diferenciarlo junto con faldones y rines de un Charger convencional. No son pocas, pero tampoco sobran y se necesitan para enfriar tanto a frenos como al responsable de que se le haya bautizado con ese diabólico mote (“Hellcat”): el motor que lleva en las entrañas. Es el mismo que en el coupé, con el diámetro de pistón del 6.4 litros de la casa, pero la carrera del 5.7 l, disposición que resulta en los 6.2 litros finales. Conserva el arreglo de cámaras hemisféricas, pero renuncia al sistema MDS de desconexión de cilindros, y para desencadenar su infernal sinfonía de estruendos y provocadores borboteos hay que atreverse a presionar el botón rojo de encendido.

 

 

Instalados ya en la alta posición de manejo, el primer instinto de hundir el sensible pedal derecho transcurre casi en paralelo con una cola meneándose de lado a lado y unas ruedas traseras que llegan a chillar hasta la tercera marcha. Menos mal que hay ocho de éstas, cortesía de la transmisión 8HP90, unidad derivada de la ZF que uno encuentra en autos del calibre de Rolls-Royce y Bentley, y que es capaz de soportar hasta 900 Nm de torque. Apenas para encauzar la desbordante respuesta del propulsor, desmedida más que inmediata, y desde abajo y hasta las prontas 6,500 vueltas en que el tacómetro enrojece, gracias al colosal compresor.

 

Ensayar sutileza con el acelerador al arrancar no estará de más si no se quiere dar pretexto –no es que precise de muchos– a este loco por la devastación de neumáticos para pintar el pavimento. Activado el Launch Control, la mejor salida se logra programando el stall a 1,500 rpm, pues aunque no se elimina del todo, el derrape del eje posterior se contiene.

 

 

Si se tiene el temple para no levantar el pie, el velocímetro se agotará con terrorífica urgencia. Que el color blanco no te engañe, este Mopar no es ningún angelito. Ni con sus cuatro puertas disimula sus intenciones –negras, como los rines y elementos que contrastan la carrocería– de acabar con todo muscle car sobre la faz de la tierra. Y con más de uno que otro superdeportivo, si se dejan.

 

Esta gran masa blanca sobre ruedas que se precipita con violencia y estrépito por donde circula, se escucha mucho antes de verle pasar. 707 caballos de fuerza producen un sonido muy peculiar, especialmente si se encuentran sobre cuatro rodillos de goma y salen de un V8 supercargado. ¿Alguien pidió músculo americano? Aquí un truco de magia. ¿Listo? Piensa en el sedán de producción más potente que conoces. ¿Cuántos caballos tiene? ¿Ya apuntaste el número? Agrégale 10 más a esa cifra –si quieres hasta 20–. Ahora olvídate de él… ha desaparecido. Para cuando acabes de leer esta nota, no lo recordarás más. Este Charger será la única referencia.

 

 

Las tapas naranjas del bloque remiten al HEMI original. El manejo, en tanto, se ve optimizado con los sistemas de los Performance Packages. Y sí, otros bajan mejor la potencia pero la inclusión de la suspensión adaptativa es un avance. Es tangible la facilidad de manejarlo diario, con una buena cartera.

 

 

Dirección hidráulica, no eléctrica, que aporta confianza manejando a alta velocidad, ya no sobre la barrera de los 230 km/h, donde también la suspensión empieza a saltar. Patea entre cambios con el acelerador a fondo, pero son los 707 caballos más baratos, que soportan abusos. Tema aparte, el pedal de freno de mejor tacto y retroalimentación o efecto en el recorrido corto que al empujar todo el pedal. Hellcat, un nombre que se recordará.

 

 

Quizá la experiencia se asemeje a lo que pudo sentir Buddy Baker en Talladega durante el verano de 1970, cuando batiera el récord que le dio para llegar antes que nadie al cielo apenas el mes pasado, inmortalizando su nombre. En paz descanse. Pero a su manera: un big block, ocho pistones, extraer cuanta potencia se pueda a la antigua. Seguro que no se niega la incorporación tecnológica o incluso cierto refinamiento, pero el concepto es el mismo. Nada de baterías de alta capacidad, nada de tracción integral, nada de “downsizing” o de sofisticados sistemas de sobrealimentación, ¡vaya! ni siquiera árbol de levas doble. Solo un tornillo encima del bloque y el terror de un “whine” que se escucha a kilómetros. No solo dos plazas, ni centros de gravedad nulos, o especificaciones frágiles para una maltratada ciudad.

 

 

 

 

Unidad probada

1,039,900 pesos (a fecha de la prueba)

 

NOS GUSTA

-      Que un ejemplar así sobreviva

-      Inagotable rugido del 6.2

-      Las brutales aceleraciones

 

NOS GUSTARÍA

-      Mejores distancias de frenado

-      Launch Control más efectivo

-      Descuentos en llantas incluidos

 

 

Resumen técnico

MOTOR

Tipo/cilindrada: V8, 6.2 l con supercargador

Potencia máxima: 707 hp a 6,000 rpm

Par máximo: 881 Nm a 4,800 rpm

TRANSMISIÓN

Caja: Automática, ocho velocidades

Tracción: Trasera

DIMENSIONES

Largo x ancho x alto: 510 x 190 x 148 cm

Distancia entre ejes: 305 cm

Cajuela: 467 litros

Tanque de combustible: 70 litros

Peso vacío: 2,085 kg

PRUEBAS AUTOMÓVIL (a 2,240 msnm)

0 a 400 metros: 13.45 s

Rebase 80 a 120 km/h: 2.75 s

Frenado de 100 a 0 km/h: 42 m

Consumo medio: 6.85 km/l