El Corvette ZR1 y el Dodge Challenger SRT Hellcat Redeye encarnan el amplio abanico de deportivos estadounidenses. Por un lado una máquina para correr en circuitos; por otro, un muscle-car con ambiciones en la pista de arrancones.
Por Edmundo Cano Texto: Ignacio Eguiara Fotos: Archivo
Digámoslo así: no están siendo tiempos fáciles para el coche en Alemania.
Se ha convertido en el chivo expiatorio. Solo hay que ver los debates televisivos para pensar que más de uno querría expulsarlo de las carreteras teutonas cuanto antes. De locos. ¿El auto en peligro de extinción? Sin embargo, luego te paras en un estacionamiento delante de un colegio para tomar notas tranquilamente, te fijas en un
Corvette ZR1 y pasa un niño con su padre: "Papi, mira, tiene uno, dos, tres, cuatro tubos de escape". En ese momento te dices a ti mismo:
mientras los pequeños se ilusionen, no está todo perdido. Parece que la pasión por las cuatro ruedas y el rugido de los motores se lleva en los genes. Y el ZR1 lo proclama a los cuatro vientos.
Dos horas antes, en el estacionamiento: subirse, pulsar el botón de arranque… primero suena el zumbido de la marcha,
luego el V8 sacude las paredes de hormigón y el suelo, antes de emitir un rugido al ralentí. ¡Vaya experiencia! El Astra azul estacionado dos lugares más allá no soporta tanto estruendo y dispara la alarma. El
Dodge Challenger SRT Hellcat Redeye también tiene el don de sacar a los demás de su zona de confort. Este muscle car se posiciona en el extremo opuesto de la gama de construcciones estadounidenses.
Extrovertidos
Ambos están al límite.
El ZR1 toma las curvas como ninguno. Un superdeportivo que te pone los pelos de punta con su estética, acústica y conducción. Es capaz de hacerte perder la cabeza. El Redeye, no obstante, combina una enorme potencia con cierto desenfado. Puede deslizarse suavemente o ir como una bala.
Cuenta también con un motor de ocho cilindros sobrealimentado con compresor y 6.2 litros de cilindrada. Las cámaras de combustión en forma semiesférica le valen el distintivo “Hemi”. Este dragster para carretera tiene incluso algunos HP más.
Con sus 797 HP, el Redeye supera al Corvette. Pero solo cuando se tiene la llave roja. Para disfrutar de toda la potencia, el conductor necesita la llave de este color. Karl Geiger, especialista en vehículos norteamericanos, solo nos ha dado la negra. Se entiende, el ‘ojo rojo’ solo tiene 300 km, así que
ni modo, tenemos que arreglárnoslas con 500 HP.
"¿Hacia dónde va?", me pregunta el empleado de la gasolinera. "¿Cuánto da el motor?".
El ZR1 desarrolla 755 HP a 6,400 vueltas. ¿Y cuánto cuesta? Uno igual que este, por ahí de 2 millones 730 mil pesos. A su lado, el Redeye por 1 millón 700 mil es casi una ganga. El exterior extrovertido del Corvette te impide pasar desapercibido en la gasolinera o recorrer las calles sin que volteen a verte. A pesar de que el motor sea capaz de disimular.
Tráfico urbano, 1,500 rpm, poco más de 50 km/h. Con carga parcial,
este ocho cilindros suena más bien a motor de tres cilindros. Prácticamente solo oyes el viento junto a la cabina y el sonido de los semi-slick sobre el asfalto. Lo mismo en octava a 120 km/h en la autopista. Hasta que cambias el modo de conducción de Tour a Sport y pisas más el acelerador.
Al hacerlo, el compresor Eaton TSV de 2.65 litros empieza a hacerse escuchar y te prepara para la tormenta que se avecina.
A partir de unas 2,200 revoluciones, el ZR1 enciende el posquemador. 800 Nm se abalanzan sobre el cigüeñal; con 3,600 revoluciones, el eje trasero soporta 969 Nm. La tempestad descarga, inunda la cabina, hostiga el entorno.
El V8 tortura al sistema de escape, dispara al Corvette por la autopista. Los 220 se alcanzan como un rayo, en ese punto la aguja naranja del velocímetro se queda clavada. A partir de aquí sigue contando el Head-up-Display.
Impresionado por la ligereza. Obsesionado por la marcha brusca y sofisticada a la vez. Fascinado por tanta personalidad.
Robusto
El Challenger tendrá que sumar puntos con otras cualidades. Con su serenidad. Con su descaro. Aunque también deja atrás a sus perseguidores si se le pide. Incluso con la potencia disminuida. Con la llave negra, la electrónica libera unos 500 HP. ¿Será porque el Redeye, en comparación con el ZR1, suena como el canto de un coro de niños?
Con el Challenger navegas por la carretera, con el Corvette le pasas la afeitadora. El splitter delantero es súper ancho y el alerón trasero es gigantesco. Verdaderas obras de arte de fibra de carbono. Adicionalmente, frente a los ojos del conductor se alza un powerdome como un volcán. Y sin olvidar el techo extraíble: todo esto también en fibra de carbón.
El ZR1 es un atleta de piel firme y sin gorditos. Por el contrario, el Challenger parece que va a reventar las costuras. Tiene el aspecto de un deportista que se ha embutido unas pizzas de más en las vacaciones:
5.017 metros de largo, un Coupé larguísimo, y 1.989 metros de anchura con las salpicaderas ensanchadas. Un auténtico buque. La versión Widebody del Redeye añade incluso cuatro centímetros de anchura en el eje delantero. En el trasero, la vía aumenta 5.1 centímetros.
Una señal al entrar en una población limita la velocidad a 30 km/h para los camiones. Te preguntas si eso incluye al Challenger. Al frenar antes de una curva,
notas el empuje del peso y el muscle car se balancea un poco en el eje delantero, que soporta el 57 por ciento. Aunque la dirección se vuelve más rígida en los modos Sport y Track, no es tan contundente como la del Corvette. Lógico, el ZR1 es un auténtico deportivo.
En las curvas, este diablo rojo se resiste a las fuerzas transversales y se mantiene firme.
No puede decirse de esta mole de más de dos toneladas que sea torpe en las curvas, pero tampoco que el Dodge las agarre con suavidad. Para él, son complementos en la autopista, siempre esperando que después de una curva no venga otra, sino por fin un tramo directo.
En línea recta está en su elemento. Se trata de un estadounidense de la vieja escuela: mucha cilindrada, mucha potencia, gran confort.
El Redeye calza neumáticos Pirelli P Zero de 305 milímetros de anchura. Los 500 HP no son suficientes para hacer derrapar el eje trasero.
Se supone que todo cambia con los 797 HP y los 958 Nm que ofrece la llave roja. Según cuentan, las ruedas traseras giran en vacío incluso en cuarta. Nos lo podemos imaginar al pulsar el botón de arranque. La pantalla de instrumentos muestra al demonio de ojos rojos sobre un asfalto hecho pedazos, como si los 797 HP y 958 Nm martillearan el suelo…

El Redeye no se deja engañar con la pantalla táctil (algo anticuada, como en el Corvette). No hay forma de que la unidad de mando cambie el encendido y la inyección. "Nivel de potencia 594 kW no disponible con la llave negra". Así que mejor optar por ponerse los lentes de sol, bajar las ventanillas y simplemente conducir, olvidando las prisas, bajando el ritmo, dejándonos llevar.
Lo fascinante del Redeye es precisamente esta combinación entre potencia y moderación. El V8 borbotea al decelerar, burbujea al acelerar. Sin resultar molesto, sin ensordecer, acompañado del agradable silbido del compresor que se oye hasta los picos superiores de revoluciones.
Gracias al grueso acolchado de los asientos de cuero,
los últimos baches que aún no había absorbido el tren de rodaje apenas te sacuden. Sigues cómodamente hasta el siguiente semáforo. Hasta que alguien se queda mirando el Dodge y hace el gesto de bajar la ventanilla con el brazo derecho. Está provocando, quiere que cambie de modo y despierte el corredor de arrancones que tiene en su interior. Desea ver ruedas traseras patinando. Lo sentimos: hoy el Challenger no va a echar humo. Con sus poquísimos kilómetros primero tiene que rodar.
Sorprendentemente, el ZR1 también sabe tomarse las cosas con calma. Acorde con el ambiente relajado, en la radio suena End of the Line, de Traveling Wilburys. Tarareamos a ritmo de country-rock, en lugar de estimular al superdeportivo.
El Corvette se desliza por el tránsito urbano, domina incluso el ir despacio. Dentro de sus posibilidades, se entiende. Los amortiguadores adaptativos absorben asombrosamente bien las irregularidades de la avenida. Eso sí, es preferible evitar los remiendos en el asfalto.

Es hora de apagar la música y retar a la bestia. En carretera, el ZR1 y sus más de 1.6 toneladas toma las curvas con extrema precisión.
Los semi-slick ejecutan a la perfección el giro del volante. Aunque primero se tienen que calentar, o el frotar de las llantas sobre el asfalto se hace notar hasta el volante y la trayectoria en la curva se resiente. En principio, puedes volver a dar gas a media curva, pero es mejor no exagerar o el par de giro vence al eje trasero y el ZR1 empieza a dar bandazos. Por eso es preferible desconectar el ESP únicamente en circuito.
El claqueteo de las levas del cambio es más pronunciado que en el Challenger. Lo que ambos tienen en común es que, después de una salida más larga,
el vano motor pasaría por un ahumador, tal es la cantidad de aire caliente que asciende en cuanto abres el cofre. Y entonces vuelven a verse las diferencias. El ZR1 oculta su motor V8 y los grupos auxiliares bajo fibra de carbono. En el Challenger, el vano parece más bien una sala de máquinas.
Por suerte todavía hay suficiente gente a la que le encanta. Niños, jóvenes, profesionales, jubilados, alemanes, norteamericanos… También se podría expresar de otra forma: el Challenger y el ZR1 no se dejan invadir por el pánico.
Los dos son poco razonables y, sin embargo, aptos para el uso diario. Los dos desafían en cierta manera a la crisis, si es que en Estados Unidos se puede hablar de crisis.
Chevrolet Corvette ZR-1
Datos Oficiales
MOTOR
Situación: |
Delantero longitudinal |
No. de cilindros: |
Ocho en V |
Bloque/cabeza: |
Aluminio/aluminio |
Distribución: |
OHV, 16 válvulas |
Alimentación: |
Inyección indirecta, compresor |
Cilindrada: |
6,162 cc / 6.2 l |
Diámetro x carrera: |
103.3 x 92.0 mm |
Compresión: |
10.0:1 |
Combustible: |
Gasolina, 92 oct. |
Potencia máx. |
755 HP a 6,400 rpm |
Par máximo |
969 Nm (714.6 lb-pie) a 3,600 rpm |
TRANSMISIÓN
Caja: |
Automática, 8 velocidades |
Tracción. |
Propulsión trasera |
Embrague: |
Convertidor de par |
BASTIDOR
Suspensión delantera: |
Paralelogramo deformable |
Suspensión trasera: |
Paralelogramo deformable |
Elemento elástico: |
Resortes helicoidales, amortiguadores de gas |
Estabilizadora del / tras. |
Sí/Sí |
Frenos delanteros: |
Discos carbocerámicos,
394 mm |
Frenos traseros: |
Discos carbocerámicos,
388 mm |
Asistencias: |
ABS, ESC |
Dirección: |
Cremallera asistida |
Neumáticos: |
285/30 R19 |
MEDIDAS
Largo/Ancho/Alto: |
4,567/1,965/1,232 |
Peso (kg): |
1,615 |
Rel. peso/potencia (kg/HP): |
2.1 |
RENDIMIENTOS
Velocidad máxima: |
339 km/h |
Aceleración 0-100 km/h |
3.5 s |
Consumo medio: |
8.3 km/l |
Dodge Challenger SRT Hellcat Redeye
Datos Oficiales
MOTOR
Situación: |
Delantero longitudinal |
No. de cilindros: |
Ocho en V |
Bloque/cabeza: |
Fundición/aluminio |
Distribución: |
OHV, 16 válvulas |
Alimentación: |
Inyección indirecta, compresor |
Cilindrada: |
6,166 cc / 6.2 l |
Diámetro x carrera: |
103.9 x 90.9 mm |
Compresión: |
9.5:1 |
Combustible: |
Gasolina, 92 oct. |
Potencia máx. |
797 HP a 6,300 rpm |
Par máximo |
958 Nm (706.5 lb-pie) a 4,500 rpm |
TRANSMISIÓN
Caja: |
Automática, 8 velocidades |
Tracción. |
Propulsión trasera |
Embrague: |
Convertidor de par |
BASTIDOR
Suspensión delantera: |
MacPherson |
Suspensión trasera: |
Multibrazo |
Elemento elástico: |
Resortes helicoidales, amortiguadores de gas |
Estabilizadora del / tras. |
Sí/Sí |
Frenos delanteros: |
Discos vent., 390 mm |
Frenos traseros: |
Discos vent., 350 mm |
Asistencias: |
ABS, ESC |
Dirección: |
Cremallera asistida |
Neumáticos: |
305/35 R20 |
MEDIDAS
Largo/Ancho/Alto: |
5,017/1,989/1,449 |
Peso (kg): |
2,038 |
Rel. peso/potencia (kg/HP): |
2.5 |
RENDIMIENTOS
Velocidad máxima: |
327 km/h |
Aceleración 0-100 km/h |
4.0 s |
Consumo medio: |
6.8 km/l |