La experiencia Mazda CX —de crossover— es amplia. Se inicia en el Mazda CX-3, con una base de utilitario, 2,57 m de distancia entre ejes y unos 4,28 metros de longitud impulsado por el motor Skyactiv G de 2 litros y 121 CV que le hacen ser algo más que un SUV de ciudad. Continúa con el Mazda CX-30, con mayor empaque y sensación de calidad de rodadura superior al estar basado en una plataforma más elaborada, compartida con los Mazda 3 y Mazda MX-30 y de ahí sus dimensiones, con 4,40 m de longitud con 2,66 de distancia entre ejes; y culmina en el imponente Mazda CX-5, de 4,55 metros de longitud.
Merece protagonismo el nuevo vehículo Mazda MX-30, el último modelo en llegar al mercado: un SUV coupé eléctrico que complementa una familia significada por la fidelidad a una propuesta de ingeniería, un diseño que explora hasta sus últimas consecuencias la filosofía Kodo «alma del movimiento» basada en la tensión, el movimiento y el lujo, y aplica altas cotas de maestría en unos interiores llenos de personalidad centrados en el usuario final, de gran calidad percibida en materiales y revestimientos.

Las propuestas de motores y transmisiones de Mazda
La búsqueda del mínimo peso global, la reducción máxima de fricciones internas y la optimización de los procesos de inyección presiden el trabajo de Mazda, en una línea específica alejada del “mainstream” que consigue unos resultados abrumadores en cuanto a consumo real y respeto a las medidas anticontaminación. No en vano, todo el trabajo de Mazda se incluye en su plan estratégico Zoom Zoom Sostenible 2030, con el que que prevé reducir sus emisiones globales en un 50 % respecto de 2010, para lo que se contempla la reducción en el uso de materias primas, aumento del uso de materiales reciclados y, en cuanto a motores, la optimización de la combustibón interna, con la introducción progresiva de la hibridación llegando a la introducción de versiones 100% eléctricas.
La propuesta tecnológica de motores de Mazda se resume en el concepto Skyactiv. Este tiene variaciones Diesel —con propuestas de 1,8 litros y 116 CV en el CX-30 y un 2.0 en el CX-5 que facilita versiones de 150 CV en tracción delantera y 184 con tracción a las cuatro ruedas—; y también de gasolina, con los Skyactiv G atmosféricos con desconexión de dos de sus cilindros cuando no es necesario todo el empuje del motor para mejorar su eficiencia, alternativos a las propuestas sobrealimentadas de pequeña cilindrada: por un lado con 2 litros en CX-3 y CX-30, y por otro con 2.0 y 2.5 en CX-5, que se van a los 165 y 194 CV respectivamente—; pero también en el revolucionario Skyactiv-X, con compresor y funcionamiento principal en mezcla pobre estrenado por el CX-30. Pese a sus 2 litros de cilindrada y 180 CV, es capaz de anunciar un consumo medio de 5,9 l/100 km, en ciclo WLTP, claramente inferior al Skyactiv G y, que como él, cuenta con el sistema micro hibridado que facilita lucir la etiqueta ECO de la DGT.

Mazda lleva años apostando por la ligereza en sus vehículos como vía a través de la que facilitar reducir los consumos y favorecer la dinámica de conducción. Es una máxima presente en toda la gama, desde el roadster MX-5, uno de los pocos coches por debajo de los 1.000 kg hasta el señorial Mazda6, y se encuentra presente en la gama SUV. Su carácer preciso y ágil se ve reforzando por el sistema G-Vectoring Control Plus, una apuesta propia que aprovecha los controles de tracción y estabilidad para mejorar el manejo tanto reduciendo el subviraje como rebajando las posibilidades de un sobreviraje.
En el mismo sentido de aumentar la seguridad de conductor y pasajeros se sitúa la tecnología i-Activsense; un compendio de ayudas a la conducción que va más allá de los refinados controles de estabilidad y de tracción de Mazda. Incorporan funciones que a medio plazo confluirán en la conducción semi autónoma basados en el uso combinado de cámaras perimetrales y sensores radar. Los datos captados por ellos son la base del funcionamiento de los sistemas de frenada de emergencia, de las alertas de cambio involuntario de carril y el funcionamiento de elementos como el control de velocidad de crucero inteligente, capaz de mantener la distancia con respecto del coche precedente.
Mazda CX-3: ciudadano de primera
El modelo más compacto de los SUV de Mazda se caracteriza por una posición alta de conducción, una visibilidad excelente y facilidad para maniobrar en áreas urbanas. Desde la parte delantera, con una parrilla caracterizada por las barras horizontales y faros full led que definen la firma lumínica de Mazda, hasta el techo descendente, el Mazda CX-3 sugiere un sentido deportivo no exento de funcionalidad dado su maletero de 350 litros y numerosos huecos portaobjetos con que cuenta.

El interior del Mazda CX-3 resulta muy orientado a los ocupantes, con unos acabados cuidados que aportan sensación de calidad y un equipamiento en el que no se echan en falta opciones de conectividad. Su instrumentación analógica contrasta con el Head Up display en color y una pantalla gestionada por el mando giratorio del MZD Connect, más fácil de manejar durante la conducción que las pantallas centrales táctiles y uno de los elementos angulares del diseño de interiores Mazda.

Mazda CX-30: crossover de pleno derecho
El Mazda CX-30 se sitúa a caballo entre los CX-3 y CX-5. Supone una combinación refinada de espacio, comodidad y pureza de líneas inspirado en una plataforma compacta. Con él, Mazda busca un coche con un diseño emocional, de imagen potente y una zona trasera de inspiración coupé. Combina en su interior un ambiente acogedor con unos acabados de calidad acentuados por detalles de contraste que sugieren un origen artesanal. La cabina tiene una disposición simétrica, con sensación de amplitud y ligereza en el diseño y con la instrumentación girada hacia el conductor.

Fue el encargado de estrenar la tecnología de motores Skyactiv X, una avanzadísima propuesta capaz de conseguir mínimos consumos con un gran rendimiento mecánico.
Mazda CX-5: el SUV familiar
El SUV más versátil de Mazda es también una demostración de diseño sutil, ajeno a elementos superfluos que lo alejen de unas líneas equilibradas que delimitan un coche de imagen potente: bajo en su zona delantera y contundente en su zaga y de amplio interior. Ofrece sensaciones de amplitud, espacio, funcionalidad y calidad por estilo y uso de materiales nobles en los revestimientos además de un maletero capaz, por encima de los 500 litros.

Sus dimensiones, en cambio, no condicionan una conducción exquisita, en la que el sistema G-Vectoring se constituye como protagonista al conferirle una agilidad sorprendente para un automóvil de esas dimensiones.
Mazda MX-30, un eléctrico a imagen y semejanza de las más pura Mazda
El SUV más reciente de Mazda es un ejemplo de cómo un eléctrico puede ser un coche pasional capaz de ofrecer placer de conducción. Se caracteriza por su aspecto de SUV coupé y las puertas traseras Freestyle de apertura en sentido contrario a la marcha que facilita el acceso a las plazas traseras, idénticas a las del CX-30. Sus dimensiones le sitúan prácticamente a la altura del CX-5, aunque con un enfoque más urbano dados los 265 km de autonomía máxima que anuncia para su batería de 35 kWh y una entrega de potencia característica, con un tacto de energía creciente a medida que se aumenta la presión sobre el acelerador.

Resulta personal en todos los sentidos. Por estética, por soluciones técnicas, por una disposición interior innovadora y unos revestimientos en los que los materiales naturales como corcho y reciclados ganan importancia por encima de los derivados del petróleo.