Después de triunfar en Francia, llega al mercado español el Clio Sport de 172 CV. La base de esta máquina es el motor F4R de dos litros de cilindrada y 16 válvulas con árboles de levas huecos. Este propulsor, que se equipa en los Laguna, Espace y Mégane, ha sido mejorado para que pase de sus 140 CV originales a los 172 que ofrece hoy día. La mayor parte del trabajo se ha dedicado a la respiración de los cilindros, muy mejorada. También se ha pulido la circulación de los gases en el interior del motor y se han rediseñado la culata, los pistones, los colectores y toda la línea de escape. También se ha variado la relación de compresión y se ha modificado parte de la inyección multipunto electrónica.
Dentro de la máquina se han incorporado cables de encendido en compuesto siliconado y bujías de platino de alta duración. Por su parte, la línea de escape se ha realizado en acero inoxidable refractario y cuenta con dos catalizadores en paralelo.
Con este brioso corazón, los ingenieros de Renault tenían que hacer un coche que no fuese por ahí asustando. Es decir, disfrazarlo. Al coche le pasa como a los grandes deportistas cuando visten traje: da la impresión de que se le van a salir los músculos por las costuras. El exterior trata de contener lo que lleva dentro y lo consigue a duras penas. El resultado es muy atractivo: un coche elegante de impecable aspecto atlético.
Es un poco más ancho que el resto de sus hermanos, porque el Sport incorpora una vía delantera más grande, al igual que la trasera.
Lleva un spoiler delantero del mismo color que la carrocería en el que se han incorporado la toma de aire y los faros adicionales redondos. Por los laterales sí se aprecian más diferencias. Hay unos ensanchadores de caja en la parte inferior de la carrocería y destacan unas ruedas Oz con neumáticos de perfil bajo de 15 pulgadas y llantas de seis brazos en las que, ahí sí, el carácter deportivo es evidente.
Si por fuera se trató de camuflar el aire competitivo del coche, por dentro no fue así. El tablero de mandos es netamente "racing", con las esferas en fondo blanco regladas hasta 270 km/h y 8.000 revoluciones por minuto. Como no todo el mundo está preparado para llevar un coche de tanta potencia, el tablero incluye un piloto que avisa cuando el régimen de vueltas perjudica al motor.
La palanca de cambios va provista de pomo de aluminio y los pedales se han aligerado de forma que el acelerador facilite la maniobra "punta tacón", tan clásica en los deportes del motor.
La seguridad del coche ha merecido un extenso capítulo aparte: ABS, dispositivo de ajuste de frenado trasero en función de la carga y discos de freno ventilados en el eje anterior. Según Renault, en el exigente test AMS de frenado, el Sport frena en sólo 36 metros, nueve por debajo de lo que el test considera excelente.
Los pasajeros van protegidos por airbag de conductor y copiloto, además de cortinas de aire combinadas para cabeza y tórax, pretensores pirotécnicos, limitadores de esfuerzo en los cinturones, reposacabezas de seguridad, sistema Isofix de anclaje de sillas para niños, etc.
El Clio Sport se ofrece sólo en tres puertas, destacando así su vocación corredora. Es un coche divertido de conducir, destinado a conductores que esperan de un automóvil algo más que un simple medio de transporte.
Renault Clio Sport: la estrella es el motor
Tiene un corazón deportivo, pero va de incógnito. Renault ha rodeado un poderoso motor de una apariencia muy normal. Sin embargo, bajo el capó ruge un pura sangre.
