Renault Clio III

Fue el coche de los JASP (“jóvenes aunque sobradamente preparados"), el que arrancaba algún “Yero-paa" a su paso. Nada más nacer, fue nombrado “Car of the Year" y, desde entonces, no ha parado; ya hay casi nueve millones de unidades circulando por el mundo. Algo tendrá este pequeño que lo hace tan grande.

Renault Clio III
Renault Clio III

Arrancaban los 90, el Supercinco estaba ya “viejo" y Renault necesitaba un nuevo superventas para una categoría que cada vez estaba más de moda: coches pequeños para moverse por ciudades más grandes. Así nacía el Clio, un modelo que marcó un antes y un después en la historia de la marca.Hasta entonces, Renault había elegido números para denominar a sus modelos (el R5, el R9...), pero decidió que ya era hora de darles un nombre “como Dios manda". Y, precisamente, acudió a una de las nueve divinidades del Parnaso: la musa de la Historia, Clio (palabra que en griego significaba “celebridad"). Su fabricación también suponía una revolución en las cadenas de montaje de la compañía. Sólo necesitaban 16 horas para montar una unidad, mientras que el antiguo Supercinco precisaba más de 22 horas. Además, para España, supuso un auténtico “Plan Marshall" de la automoción. La fábrica de Valladolid era una de las cuatro plantas elegidas para su construcción (también se montaba en la francesa Flins, en la belga Haren y en la portuguesa Setúbal).

Siempre que un Clio se anuncia en televisión se levanta la polémica. Para su lanzamiento, se ideó una campaña publicitaria hasta entonces no vista en nuestro país: jugaron con la intriga y fueron desvelando el coche poco a poco. Al principio, se emitieron anuncios en los que aparecía un huevo metálico o un corredor y se podía leer “Materia Viva". ¿Qué sería? Días después, se emitió por fin el spot con las primeras imágenes del coche. Nacía el Clio.
No sería la única vez que su publicidad daría que hablar. Bautizó a toda una generación de clientes como J.A.S.P (“jóvenes, aunque sobradamente preparados"). Ahí está el mítico “yero-paa" que, al ver pasar a un Clio MTV, cantaba un gasolinero imitando el “Sex Machine" de James Brown. Tampoco es difícil olvidar su “Community", con esos jóvenes que lucían la forma de la palanca de cambios tatuada en su mano. Por no hablar del mono con la ballesta o del intercambio de cabezas con Yoshimura.
Algunos anuncios no fueron tan celebrados. Así, recibió múltiples denuncias su spot del joven Fausto que cambiaba la compañía de una bella joven por un Clio.
El Clio ha sabido adaptarse a las modas y a los gustos de sus posibles clientes: son famosas sus versiones especiales. Hubo un Baccara, una edición de lujo que incluía elementos que berlinas de la época cobraban aparte. También se comercializó un Clio preparado por el mismísimo Williams. Incluso se desarrolló un proyecto de un Clio eléctrico. Coquetearon con los amantes de la música pop y presentaron un Clio Mecano justo cuando este grupo se encontraba en pleno boom. Además, no ha dudado en apostar por las nuevas tecnologías –lanzaron un Clio desarrollado junto a Apple- o por la moda –también se comercializó un Clio Billabong (famosa cadena de ropa deportiva de origen australiano)-. 1991: Clio Baccara
1992: Clio Mecano
1993: Clio Williams
1994: Clio Chipie
1995: Clio Eléctrico
1996: Clio Internet
1997: Clio Campus
1999: Clio Trophy
2000: Clio V6
2002: Clio S
2003: Clio Billabong En el año 2000, se ponía a la venta el Clio Renault Sport V6. Llegaba al mercado un modelo que bien podía haber saltado a las pistas de competición. De hecho, partía de un concept creado para los circuitos –el Trophy- y había sido desarrollado en colaboración con TWR (Tom Walkinshaw Racing). El Clio V6 era revolucionario por todo: se trataba de un dos plazas con propulsión y motor en posición central trasera. Montaba un poderoso V6 de 3 litros 24 válvulas y 230 CV. Era capaz de pasar de 0 a 100 km/h en 6,4 segundos. Aletas, paragolpes, spoiler delantero, alerón trasero, dos tubos de escape, rejilla de nido de abeja... También su estética resultaba rompedora. Más ancho y más bajo que el Clio normal, tenía ruedas con llantas de 17 pulgadas montadas en las cuatro esquinas de la carrocería. Costaba 6 millones de las antiguas pesetas. Pero, con el tiempo, fue haciéndose aún más radical. En el año 2003, llegaba una nueva versión: esta vez, de 255 CV. Las llantas pasaban a ser de 18 pulgadas, se añadían nuevos neumáticos Michelin Pilot Sport, se estrenaban paragolpes, calandra, capó y faros de doble óptica con xenón...La segunda generación montaba un propulsor de 6 cilindros en V que daba 255 CV de potencia a 7.150 vueltas. Con esta joya mecánica, su aceleración 0 a 100 km/h se reducía a 5,8 segundos. Su precio también aumentaba hasta los 42.000 euros. Y la saga continúa. Renault trabaja en el sucesor: el Clio Renault Sport Concept. Se trata de un boceto de la versión que llegará a nuestros mercados durante el primer semestre del año 2006. También apuesta por un motor 2.0 16 válvulas atmosférico y, como primicia en el segmento, incorpora difusor de aire, un elemento que procede directamente de la Fórmula 1. El difusor de aire literalmente le da alas. Se encarga de acelerar el flujo de aire, con lo que se consigue un apoyo en la parte trasera del vehículo sin tener que recurrir a un alerón. También se han añadido extractores de aire en las aletas delanteras, un tren delantero con pivote independiente y un equipamiento mucho más rácing (llantas de siete radios y 18 pulgadas, asientos baquet independientes, relojes de esferas de fondo blanco...). Arrancaban los 90, el Supercinco estaba ya “viejo" y Renault necesitaba un nuevo superventas para una categoría que cada vez estaba más de moda: coches pequeños para moverse por ciudades más grandes. Así nacía el Clio, un modelo que marcó un antes y un después en la historia de la marca.Hasta entonces, Renault había elegido números para denominar a sus modelos (el R5, el R9...), pero decidió que ya era hora de darles un nombre “como Dios manda". Y, precisamente, acudió a una de las nueve divinidades del Parnaso: la musa de la Historia, Clio (palabra que en griego significaba “celebridad"). Su fabricación también suponía una revolución en las cadenas de montaje de la compañía. Sólo necesitaban 16 horas para montar una unidad, mientras que el antiguo Supercinco precisaba más de 22 horas. Además, para España, supuso un auténtico “Plan Marshall" de la automoción. La fábrica de Valladolid era una de las cuatro plantas elegidas para su construcción (también se montaba en la francesa Flins, en la belga Haren y en la portuguesa Setúbal).
Siempre que un Clio se anuncia en televisión se levanta la polémica. Para su lanzamiento, se ideó una campaña publicitaria hasta entonces no vista en nuestro país: jugaron con la intriga y fueron desvelando el coche poco a poco. Al principio, se emitieron anuncios en los que aparecía un huevo metálico o un corredor y se podía leer “Materia Viva". ¿Qué sería? Días después, se emitió por fin el spot con las primeras imágenes del coche. Nacía el Clio.
No sería la única vez que su publicidad daría que hablar. Bautizó a toda una generación de clientes como J.A.S.P (“jóvenes, aunque sobradamente preparados"). Ahí está el mítico “yero-paa" que, al ver pasar a un Clio MTV, cantaba un gasolinero imitando el “Sex Machine" de James Brown. Tampoco es difícil olvidar su “Community", con esos jóvenes que lucían la forma de la palanca de cambios tatuada en su mano. Por no hablar del mono con la ballesta o del intercambio de cabezas con Yoshimura.
Algunos anuncios no fueron tan celebrados. Así, recibió múltiples denuncias su spot del joven Fausto que cambiaba la compañía de una bella joven por un Clio.
El Clio ha sabido adaptarse a las modas y a los gustos de sus posibles clientes: son famosas sus versiones especiales. Hubo un Baccara, una edición de lujo que incluía elementos que berlinas de la época cobraban aparte. También se comercializó un Clio preparado por el mismísimo Williams. Incluso se desarrolló un proyecto de un Clio eléctrico. Coquetearon con los amantes de la música pop y presentaron un Clio Mecano justo cuando este grupo se encontraba en pleno boom. Además, no ha dudado en apostar por las nuevas tecnologías –lanzaron un Clio desarrollado junto a Apple- o por la moda –también se comercializó un Clio Billabong (famosa cadena de ropa deportiva de origen australiano)-. 1991: Clio Baccara
1992: Clio Mecano
1993: Clio Williams
1994: Clio Chipie
1995: Clio Eléctrico
1996: Clio Internet
1997: Clio Campus
1999: Clio Trophy
2000: Clio V6
2002: Clio S
2003: Clio Billabong En el año 2000, se ponía a la venta el Clio Renault Sport V6. Llegaba al mercado un modelo que bien podía haber saltado a las pistas de competición. De hecho, partía de un concept creado para los circuitos –el Trophy- y había sido desarrollado en colaboración con TWR (Tom Walkinshaw Racing). El Clio V6 era revolucionario por todo: se trataba de un dos plazas con propulsión y motor en posición central trasera. Montaba un poderoso V6 de 3 litros 24 válvulas y 230 CV. Era capaz de pasar de 0 a 100 km/h en 6,4 segundos. Aletas, paragolpes, spoiler delantero, alerón trasero, dos tubos de escape, rejilla de nido de abeja... También su estética resultaba rompedora. Más ancho y más bajo que el Clio normal, tenía ruedas con llantas de 17 pulgadas montadas en las cuatro esquinas de la carrocería. Costaba 6 millones de las antiguas pesetas. Pero, con el tiempo, fue haciéndose aún más radical. En el año 2003, llegaba una nueva versión: esta vez, de 255 CV. Las llantas pasaban a ser de 18 pulgadas, se añadían nuevos neumáticos Michelin Pilot Sport, se estrenaban paragolpes, calandra, capó y faros de doble óptica con xenón...La segunda generación montaba un propulsor de 6 cilindros en V que daba 255 CV de potencia a 7.150 vueltas. Con esta joya mecánica, su aceleración 0 a 100 km/h se reducía a 5,8 segundos. Su precio también aumentaba hasta los 42.000 euros. Y la saga continúa. Renault trabaja en el sucesor: el Clio Renault Sport Concept. Se trata de un boceto de la versión que llegará a nuestros mercados durante el primer semestre del año 2006. También apuesta por un motor 2.0 16 válvulas atmosférico y, como primicia en el segmento, incorpora difusor de aire, un elemento que procede directamente de la Fórmula 1. El difusor de aire literalmente le da alas. Se encarga de acelerar el flujo de aire, con lo que se consigue un apoyo en la parte trasera del vehículo sin tener que recurrir a un alerón. También se han añadido extractores de aire en las aletas delanteras, un tren delantero con pivote independiente y un equipamiento mucho más rácing (llantas de siete radios y 18 pulgadas, asientos baquet independientes, relojes de esferas de fondo blanco...).