Cuando visitas un taller para cambiar los neumáticos, suele surgir la recomendación de hacer una alineación. Pero, ¿qué es el paralelo de un coche exactamente y por qué es importante que esté bien ajustado? Con el uso diario, algunas piezas pueden desajustarse y modificar la posición de las ruedas.
Esta puesta a punto precisa mejora la estabilidad, optimiza el desgaste de los neumáticos y aumenta la seguridad al conducir. A continuación, te explicamos cuándo conviene hacerlo y qué problemas pueden surgir si lo pasas por alto.
¿En qué consiste el paralelo del coche?
Alinear el paralelo de un coche significa ajustar los ángulos de las ruedas para que todas apunten en la misma dirección y se desplacen de forma sincronizada. A diferencia del equilibrado, que reparte el peso de cada rueda de forma homogénea, el paralelo busca que los neumáticos trabajen de forma uniforme sobre el asfalto.
Aunque los coches salen de fábrica con estos ajustes ya calibrados, el uso continuo, los baches o cualquier intervención en la suspensión pueden alterarlos. Por eso, es recomendable revisar el paralelo cada vez que se cambian los neumáticos o si se perciben síntomas de desalineación.

Factores que provocan el desajuste del paralelo
Existen varias causas que pueden alterar el alineado de las ruedas. Las más habituales son:
Desgaste de silentblocks y rótulas
Estas piezas permiten el movimiento de la suspensión y absorben vibraciones. Con el tiempo, su desgaste afecta a la geometría del chasis y provoca que las ruedas se desalineen.
Sustitución de componentes de suspensión o dirección
Cambiar amortiguadores, manguetas, rodamientos o copelas puede alterar la posición de las ruedas. Por ello, siempre que se realiza una intervención de este tipo, es necesario recalibrar el paralelo.
Cambios de neumáticos
Si los neumáticos nuevos se desgastan de forma irregular poco después de montarlos, es probable que el paralelo no esté correctamente ajustado. Un desgaste uniforme indica que la alineación es adecuada.
Los tres ángulos clave del paralelo
Ajustar el paralelo no consiste solo en que las ruedas apunten al frente. Se trabaja sobre tres ángulos fundamentales:
Camber: inclinación lateral
Es el ángulo que forma la rueda respecto a su eje vertical. Un camber negativo (parte superior de la rueda inclinada hacia dentro) puede mejorar el agarre en curva, pero si es excesivo, provocará un desgaste prematuro del neumático por el interior.

Caster: inclinación del eje de dirección
Se refiere al ángulo longitudinal del amortiguador respecto a la vertical. Un caster positivo aporta mayor estabilidad y control, mientras que el negativo reduce la capacidad de absorción y se reserva para casos muy concretos, como vehículos de drift.
Convergencia y divergencia
La convergencia mide si las ruedas delanteras están orientadas ligeramente hacia dentro (positiva) o hacia fuera (negativa). Ajustarla correctamente mejora la estabilidad, pero debe hacerse según las especificaciones del fabricante, ya que varía entre modelos.
Señales de que es necesario revisar el paralelo
Aunque un desajuste del paralelo puede pasar desapercibido al principio, hay señales claras de advertencia:
- El coche se desvía hacia un lado al soltar el volante.
- El volante no queda centrado al circular en línea recta.
- Desgaste irregular en los neumáticos.
- Mayor esfuerzo para mantener la dirección.
Ante cualquiera de estos síntomas, conviene acudir al taller cuanto antes.
¿Quién debe realizar el paralelo y cuánto cuesta?
El paralelo debe realizarse en talleres con maquinaria específica que permita medir ángulos con gran precisión, normalmente con tecnología láser o sistemas informatizados. Ajustar mal estos ángulos compromete tanto la seguridad como la vida útil de los neumáticos.
El precio del servicio ronda los 40 euros y la intervención dura entre 20 y 50 minutos. Tras el ajuste, conviene circular en línea recta y comprobar que el volante queda centrado y no hay desvíos. Si el coche sigue sin ir recto, vuelve al taller para una revisión.