¿Te imaginas un coche-piscina que se conduce desde dentro del agua o un coche ataúd? Seguramente, si eres una persona normal, tu imaginación no llegará a tanto. O, al menos, jamás se te ocurriría llevar la idea a la práctica. Pero, como se suele decir, ‘hay gente pa to’, y algunos están dispuestos a exprimir su creatividad –y su dinero- para conducir coches verdaderamente únicos.
Una réplica del Batmóvil hecha a partir de vehículos militares y de carreras, otra réplica del Lotus submarino que conduce James Bond en la película ‘La espía que me amó’ –y sí, también va por debajo del agua- o la limusina más larga del mundo, en la que no falta de nada. Si puedes imaginarlo, puedes hacerlo.
Los hay muy divinos que son felices si llevan un cisne en el capó y otros a los que les va no salir de la piscina en todo el verano y se lo montan para convertir el coche en piscina. Y hay quien, radial y soldador en mano, es capaz de poner su coche patas arriba, literalmente: reconstruyó una pick-up colocando la carrocería con el techo hacia abajo, de manera que parece que está volcada. Pero yo, personalmente, me quedo con la banana gigante. Un coche con forma de plátano con cinco plazas que costó nada menos que 25.000 dólares. ¡Corre, plátano!
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