La propuesta, que va a comenzar a estudiar el Ejecutivo británico, entraría en vigor como muy pronto dentro de diez años y requerirá de un exhaustivo control de los automóviles mediante un sistema global de satélites. Esto será pasto seguro de la polémica, debido a las posibles injerencias en las libertades civiles de los conductores.
Esta iniciativa cuenta con el respaldo de la Comisión para un Transporte Integrado, un organismo independiente y asesor del Gobierno en la materia. Los automovilistas, de salir adelante esta medida, deberán pagar más si circulan por autopistas con un nivel alto de tráfico que si lo hacen por otra vía menos congestionada. Como contrapartida, los contribuyentes tendrán reducciones fiscales en la adquisición de combustible para evitar un incremento recaudatorio a causa de la medida.
Lo que está más cerca es la posibilidad de que los londinenses deban pagar un peaje de 5 libras (8 euros) por acceder con su vehículo al centro de la ciudad. El alcalde de Londres, Ken Livingstone, deberá decidir esta semana sobre este asunto, que ya funciona con éxito en ciudades como Singapur.