Las estaciones de servicio, contra la gasolina sin plomo aditivada

El Gobierno ha dispuesto que, a partir de finales de 2001, las gasolineras dispongan de surtidores especiales con los que dispensar la nueva gasolina sin plomo aditivada que sustituirá a la súper, prohibida por la Unión Europea. Los propietarios de estaciones de servicio se niegan.

La tradicional gasolina súper, con alto contenido en plomo, dejará de venderse en 2002. Sin embargo, muchos coches viejos la necesitarán para mantenerse en funcionamiento, pues el plomo lubrica el asiento de las válvulas de los motores antiguos. Por eso, el Gobierno ha decretado que las gasolineras cuenten con surtidores especiales en los que se expenderá un combustible sin plomo pero aditivado con una sustancia que sustituye la función lubricante del plomo. Deberían funcionar a partir del próximo verano.
Ahora, la Confederación Española de Empresarios de Estaciones de Servicio, patronal del sector, se ha mostrado opuesta a la instalación de estos nuevos aparatos.
La CEES agrupa el 80 por ciento de las gasolineras del sector, unas 6.000. Sus portavoces aseguran que no tienen ninguna notificación oficial del Gobierno sobre este asunto. Insisten en que nadie les ha consultado nada. En principio, se niegan a montar los surtidores, porque consideran muy escasa la demanda de la gasolina aditivada. Es decir, su venta no amortizará los cuatro millones de pesetas que cuesta instalar un surtidor.
Según los fabricantes de coches, quedan unos 3,8 millones de vehículos que utilizan gasolina súper, el 23,7 por ciento del parque móvil. El Gobierno ha orquestado un plan para incentivar con 120.000 pesetas el cambio de un vehículo de gasolina súper por otro con catalizador, pero los fabricantes y los vendedores consideran esta ayuda escasa.
Por otro lado, el consumo de súper desciende lentamente. Este año se han vendido 2,4 millones de toneladas, sólo un 30 por ciento menos que de gasolina sin plomo. En resumidas cuentas, el problema parece grave, pues tiene complicaciones sociales que las gasolineras se niegan a cargar sobre sus hombros.