Todos celebramos la nueva Ley de Hidrocarburos de 2013 que acababa con el monopolio de las grandes cadenas de repostaje, al limitar su cuota de mercado en un 30 por ciento por provincia y dar paso a las gasolineras de marca blanca (que poco a poco han ido denominándose como gasolineras low cost). Con la nueva ley, aquellos «parcelistas» bien situados en una carretera y dispuestos a invertir 200.000 euros —lo que cuesta una instalación de estas características— podían solicitar la licencia para montar su propia estación de servicio. Y ya se sabe, a mayor competencia, mejores precios.
Sin embargo, hoy nos encontramos ante una escalada de precios de los combustibles. En el momento de elaborar este informe, el precio medio de la gasolina de 95 octanos en España es de 1,352 €/litro y el del gasóleo A de 1,275 €/litro, cifras que suponen el máximo anual para estos carburantes tan populares, y su precio más elevado desde 2014. Así, parece que repostar en una gasolinera «low cost» es más interesante que nunca para el bolsillo. Entre 5 y 10 céntimos de media por litro es lo que se puede ahorrar frente a las estaciones abanderadas por las grandes petroleras. Pero, ¿es oro todo lo que reluce?
Gasolineras low cost: ¿por qué son baratas?
El truco está en reducir costes para ajustar más los precios, comenzando con el propio montaje de las estaciones de servicio. La apertura del mercado ha propiciado la aparición de empresas dedicadas a montar gasolineras al más puro estilo Ikea, lo que se denomina «clic & go». Son montajes modulares con diseños estandarizados que rebajan el precio de la instalación. Bajo el modelo de negocio de la franquicia, el interesado aporta el permiso y el terreno, y las petroleras se ocupan de las estructuras y el suministro de combustible, con una comisión por venta, un canon y un pago por el montaje y la puesta en funcionamiento de la estación, cantidad que puede ir de 120.000 a 290.000 euros en función del tamaño y requisitos de la instalación.
Además, frente a las grandes cadenas de distribución y venta, las estaciones «low cost» no suelen montar otros servicios adicionales, como tienda, cafetería o túnel de lavado. Con suerte podrás encontrar alguna máquina de «vending» y, en muchas, te servirás tú mismo el producto y deberás pagar a través de cajeros. Esto abarata los costes de personal, pues carecen de empleados, y también el mantenimiento de la estación.
Gasolineras low cost o baratas: ¿dan la misma calidad que las tradicionales?
La respuesta es «sí». La gasolina es distribuida por CLH (Compañía Logística de Hidrocarburos) a todas las estaciones de servicio, «low cost» o no. Los distintos centros CLH repartidos por toda España recepcionan los productos petrolíferos en sus instalaciones y los almacenan hasta su posterior distribución en camiones cisterna a las distintas estaciones. Así, se asegura que todo el combustible cumple con las normas de calidad exigidas por ley, independientemente del destinatario.
Pero, y aquí está el quid de la cuestión, las estaciones de servicio tradicionales, en su búsqueda de añadir un punto de calidad para diferenciarse del resto, incorporan a sus combustibles ciertos aditivos que encarecen el producto final. Estos productos químicos ayudan a mantener limpios los conductos e inyectores del motor y mejoran el proceso de combustión, incluso los hay con un plus de octanaje —más caros— para lograr algo más de potencia. También tratan de que produzcan menos espuma y bolsas de aire en el repostaje, para mejorar la eficiencia del llenado —así cabe más en el depósito y se hacen más kilómetros— y, obviamente, de que contaminen menos. En definitiva, son carburantes más eficientes. Como se suele decir, cada maestrillo tiene su librillo, y los grandes grupos como BP, Repsol, Cepsa, Galp, Disa... elaboran sus propias «pócimas» con fórmulas más secretas que la del famoso refresco de cola. Así marcan la diferencia.
Que los combustibles de marca blanca o de las gasolineras low cost son totalmente legales y cumplen su función, es cierto, pero carecen de ese plus de protección de las gasolineras abanderadas.
Gasolineras low cost o baratas: dónde podemos encontrarlas
De las cerca de 11.000 estaciones de servicio que existen en España (excluyendo las de los cooperativistas), alrededor del 25 por ciento corresponden a gasolineras particulares o abanderadas por marcas blancas, según los datos incluidos en la Memoria 2017 de la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP). Una tendencia al alza ya que desde finales de 2011 al cierre de 2017, los puntos de venta minoristas de carburantes aumentaron un 11,50 por ciento. En definitiva, que el negocio «low cost» funciona.
Gran parte de las gasolineras de bajo coste pertenecen a las grandes cadenas de supermercados. Son alrededor de 368 y están abanderadas por E.Leclerc, Simply, Alcampo, Eroski o Carrefour, entre otras. Aquí hay un doble juego: o bien atraen a los clientes a comprar en sus superficies con precios para los combustibles irresistibles, como es el caso de E.Leclerc que se cuela entre las 10 más baratas de toda España; o bien ofrecen suculentos descuentos que se vuelcan a la tarjeta de fidelización en forma de dinero virtual para canjear por productos del propio supermercado.
Pero las que mejor lucen la etiqueta «low cost» son las redes más locales como Bidasoa, Gmoil, Norpetrol o Fast Fuel; también algunas que suelen usar Petro en su denominación (Petronieves, Petroprix...) y otras particulares. Como puntos en común, normalmente carecen de servicios adicionales e incluso de personal, y suelen contar con dos únicas variedades de combustible, obviamente los más demandados: gasolina 95 y gasóleo A. Eso sí, desconfía de aquellas que ofrezcan un aspecto desaliñado y se intuya falta de mantenimiento en sus instalaciones, un punto fundamental para garantizar la calidad del combustible.
Gasolinera low cost o baratas: ventajas
- Precios bajos y atractivos
- Garantía de calidad del producto vendido
- Carburante 24 horas al día
- Agilidad si sólo quieres repostar y no usar otros servicios
Gasolinera low cost o baratas: desventajas
- Sensación de inseguridad por la falta de personal
- Sus productos no llevan aditivos beneficiosos para los coches
- No están preparadas para el acceso de discapacitados
- Poca variedad de tipos de combustibles