Tras años de "tira y afloja" en la Unión Europeo sobre la conveniencia del desarrollo o no de un sistema propio de seguimiento por satélite, en marzo de este año, durante la Cumbre de Barcelona, se convenció a los países más reticentes y se aprobó sacar adelante el conocido como proyecto Galileo.
Una vez tomada esta decisión, desde Estados Unidos se insistió en que con su propio sistema, el GPS, era más que suficiente. Sin embargo, con el tiempo y ante la claridad de ideas de Europa, EE.UU. ha optado por variar su rumbo y dejar de enfrentarse a un proyecto ya imparable.
La forma de entrar a formar parte de este sistema europeo y evitar la competencia a su GPS es sencilla: impulsar la compatibilidad entre ambos sistemas. Para ello, la compañía norteamericana Boeing, una de las que opta al desarrollo de GPS III, una versión mejorada y aumentada del actual sistema que estará lista para 2007.
Según el vicepresidente de Boeing, Roger Roberts, su compañía está muy interesada en conseguir que la tecnología y la arquitectura de GPS y Galileo sean "interoperables", por lo que están estudiando "una posible colaboración con Galileo una vez que todo parece indicar que es un proyecto viable".
Desde Boeing ya se han iniciado las conversaciones con las empresas europeas implicadas en el proyecto Galileo para resolver los problemas de tipo legal que supone el intercambio de la tecnología que permitirá la compatibilidad de ambas redes.
Galileo, mucho más que un proyecto
Los ministros europeos, además de dar la luz verde al desarrollo de Galileo, aprobaron en mayo una inversión programada en varios plazos que asciende a 3.200 millones de euros, bastante más de medio billón de pesetas. Este montante se reparte entre los 100 millones de euros (16.638 millones de pesetas) desembolsados el año pasado para estudios previos, los 450 millones de euros (74.873 millones de pesetas) que costará la fase de desarrollo (2002-2005), una cantidad similar que será aportada para estas etapas por la Agencia Espacial Europea y otra cantidad que completará los 3.200 millones de euros que costará la etapa 2005-2008, en la que la red se lanzará al espacio y empezará a trabajar en periodo de pruebas. A partir de 2008 empezará su explotación comercial y el mantenimiento por año se calcula en 220 millones de euros, unos 36.604 millones de pesetas.
Esta ingente cantidad de dinero será aportada por los estados europeos y sus empresas de titularidad pública, al menos hasta su puesta en marcha definitiva. A cambio de la inversión, la Unión Europea ofrece a los usuarios una red de localización independiente y completamente civil, además de mucho más precisa. Además, los estudios previos evalúan los ingresos en 17.700 millones de euros, unos 3 billones de pesetas y se crearán 150.000 empleos de alta cualificación en toda la Unión Europea.