Ford presenta la segunda generación del common rail

Ford necesitaba dar un empujón definitivo a sus mecánicas Diesel. Había cogido impulso con el motor Duratorq Di que monta el nuevo Mondeo, pero ahora da un salto de calidad con la tecnología TDCi, el common rail de segunda generación. El Focus es el encargado de estrenarla.

Ford presenta la segunda generación del common rail
Ford presenta la segunda generación del common rail

TDCi son las siglas con las que se denomina a partir de ahora a todo modelo Ford que monte un

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motor Duratorq TDCi . Expandido, el acróstico significa: turbodiésel – common rail – injection.

Según los ingenieros de Ford, con esta tecnología se consigue una inyección de combustible de alta presión, con gran precisión y flexibilidad. El coche gana en prestaciones, economía de consumo y reducción de emisiones.
El punto de partida era el sistema

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common rail ya conocido aunque Ford nunca lo hubiera utilizado. A partir de él, han buscado una evolución que permita a sus motores Diesel competir en calidad y fiabilidad con los motores alemanes o franceses.
Si Ford no había adoptado el common rail antes, es porque sus análisis indicaban que, pese a ser prometedora, la primera generación de esta técnica no ofrecía niveles de presión de combustible y precisión en la inyección para justificar su alto precio. Martin Leach, vicepresidente de Desarrollo de Productos para Europa, considera que ahora sí tienen una tecnología asequible y sólida.
En el Mondeo ya habían tanteado el terreno con una solución transitoria el motor Duratorq Di, que equipa una Untitled Document

bomba rotativa de alta presión, la alternativa previa al common rail.

Ahora, el Focus es el encargado de estrenar el desarrollo que han hecho los ingenieros de la casa sobre aquellos trabajos de aproximación.

La marca del óvalo cuenta desde este momento con un propulsor Diesel potente, de bajo consumo y poco ruidoso. Ya está a la altura de sus competidores más dotados. En cuanto a prestaciones, el Focus TDCi entrega 115 CV y 250 Nm a 1.850 rpm. Un sistema de sobrepresión transitoria permite aumentar este último valor en torno a un 10 por ciento, por ejemplo, para adelantamientos.
Es un 1.8 de cuatro cilindros y se puede comprar a partir de mediados de año. La velocidad máxima, según Ford, se sitúa en 193 km/h y llega a 100 km/h en 10,8 segundos partiendo desde parado. Su consumo urbano mixto no pasa de 5,5 litros por centenar de kilómetros.

Precisión y potencia
Este Duratorq TDCi se aprovecha del trabajo hecho para el Mondeo y va mucho más allá. Para empezar, la bomba rotativa VP-44 deja paso a un modelo de common rail realmente ingenioso. En lugar de ser una regleta convencional, se trata de una especie de cazoleta redonda, mucho más compacta, que hace las veces de regulador de paso y acumulador de presión, con independencia del régimen de giro del motor.
Como en cualquier common rail, está alimentado por una bomba rotativa que envía el combustible a alta presión y de forma continua. Desde este pequeño depósito, el flujo es desviado por salidas diferenciadas a los cuatro inyectores, en los tiempos y cantidades exactos que se requiera. Esto es posible por la regulación mediante solenoides (electroimanes), puntos fuertes del sistema, por su rapidez y flexibilidad de funcionamiento.
Cada uno de estos elementos va etiquetado con un código en la fábrica donde se producen y ensayan. Después, en la cadena de montaje, ese código es leído por un ordenador y coordinado con la centralita del coche para que la gestión sea aún más eficaz y todo esté bien sincronizado.
La gran ventaja de este sistema, aparte de su menor tamaño y su facilidad para adaptarse a otros motores, reside en el diseño del depósito antes mencionado. Al ser redondo, se controlan mejor las ondas de presión, con lo que se saca mejor partido de ellas.

Así, esta segunda generación del common rail con inyectores más rápidos permite realizar varias microinyecciones pilotadas antes de la principal, de modo que ésta se encuentre la cámara de combustión en las mejores condiciones posibles. Después de ella todavía se puede realiza otra microinyección para "limpiar" de gases nocivos el escape. Por supuesto, todo esto sucede en fracciones de segundo y con cantidades de combustibles que pueden ser más pequeñas que una cabeza de alfiler.
La capacidad de la centralita electrónica para gestionar este proceso es otra parte básica del sistema. Gracias a una intrincada red de sensores, el cerebro electrónico decide cuánto combustible inyectar, cuándo hacerlo y en qué condiciones. Para saberlo, el ordenador controla parámetros como la inclinación del cigüeñal, la posición del árbol de levas, la presión del colector, la temperatura de la culata, la del combustible, la posición del acelerador y el estado de la admisión de aire, entre otros.
El resultado es una inyección de gran potencia y extrema precisión que permite reducir el consumo y el ruido, aumentar la potencia y la suavidad del motor.

Motor con orejas
Quizá una de las novedades más llamativas del sistema esté en la capacidad de este motor para oírse a sí mismo. Una tecnología de reducción de sonoridad denominada control por acelerómetro se encarga de detectar los excesos de ruido y corregirlos actuando sobre la inyección.
Así, el TDCi aúna la reducción de ruidos propia de la presión continua del common rail, que no experimenta incómodas variaciones y la reducción extra del control por acelerómetro.

En resumen, Ford cuenta desde ahora con un propulsor Diesel potente, de bajo consumo y poco ruidoso y ya puede decir que está completamente a la altura de sus competidores.