Las empresas dedicadas al mantenimiento y construcción de carreteras pretenden que las infraestructuras sean más resistentes al paso del tiempo. España, Estados Unidos y Francia encabezan la clasificación de los países más avanzados en la investigación de pavimentos de larga duración.
Construir un kilómetro de vía de doble sentido cuesta unos 200 millones de pesetas y el de autovía sobre terreno llano, 450 millones. Esa cifra se dispara hasta los 1.000 millones cuando el nuevo trazado discurre por terreno de montaña. En tramos muy accidentados, como el de Piedrafita, en la A-6, el kilómetro sale a 1.200 millones, afirma Justo Barroso, del Ministerio de Fomento.
La investigación para obtener en el laboratorio el material que evite el desgaste del firme se centra en los betunes de los asfaltos. Aunque todavía no se ha encontrado esta materia, para los especialistas existe una evidencia: "Los betunes modificados envejecen más tarde que los convencionales que se emplean habitualmente para el asfalto de las vías". El problema está en que son más costosos, por lo que el reto es averiguar si "el mayor tiempo de vida de los pavimentos modificados y, por tanto, su reparación más tardía compensa una inversión inicial más elevada en la construcción de carreteras".
La red española de carreteras tiene un coste de reposición de 16 billones de pesetas de 1997, según José Vasallo, profesor de la Escuela de Ingenieros de Caminos. La Asociación de Empresas de Conservación y Explotación de Infraestructuras fija en 13,7 billones el valor de los 160.000 kilómetros de vías en España.
Ahorro de materias primas y menor impacto ambiental
La producción de asfaltos de larga duración, mediante mezclas fabricadas con betunes mejorados, "no implica en ningún caso más contaminación; al contrario, abre nuevas vías para reutilizar residuos como el polictileno o el caucho procedente de neumáticos usados", asegura Ramón Tomás, director general del Centro de Investigación de Elsamex, empresa española dedicada al estudio de este material.
Entre sus ventajas también se pueden señalar las económicas, por el menor coste de reposición y mantenimiento de las vías, y de seguridad, ya que, según Tomás, "disponer de betunes mejorados ha llevado consigo la puesta a punto de mezclas porosas, donde la ausencia de agua en la superficie elimina el aquaplanning y disminuye el ruido que se produce por el rodar del vehículo".