La de Dallas, muy cercana al público -hasta el punto de arrojarse a él en el cenit de la actuación- ha ofrecido al auditorio una lección de virtuosismo, donde brazos y ánimos han permanecido arriba durante toda la actuación.
Banda y vocalista se han fundido en un recital con unas muestras de sincronización sorprendentes, incluso en momentos en los que la diva parece improvisar o reinventar sus propias canciones.
Tras una breve introducción por parte de su DJ, la banda de Erykah Badu salía al escenario para calentar al público antes de la entrada en escena de la diva.
Envuelta en la oscuridad, Erykah Badu aparecía en escena, ataviada con una ajustada gabardina sin mangas, un sombrero marrón y unos brazaletes dorados con alas, arrancando una ovación que se prolongó durante todo el concierto.
Tras un comienzo de aires hiphoperos con temas como 'The Healer', Erykah puso a sus pies al auditorio enlazando los dos singles de su primer disco 'Baduizm' (1997), 'On & On' y 'Apple Tree'.
Con parte del público de las gradas olvidando que sus entradas eran para ver el concierto sentado, la cantante se quitó sus ropas de diva para comenzar a cantar como tal. Con pantalón corto y camiseta de tirantes, arrancó la parte más soul del concierto, en la que la artista fluyó entre los ritmos mientras su voz alcanzaba registros imposibles.
Con su último disco ya presentado el pasado año en nuestro país, la cantante ha tenido libertad absoluta para interpretar un repertorio variado que recorría casi toda su discografía, desde sus primeros singles a temas más actuales como '20 feet tall', con la que arrancó el concierto, o 'Um Hmm'.
Erykah, no solo atenta al público sino a la sociedad del mismo, aprovechó el ecuador de la actuación para mostrar su solidaridad con 'nuestros mineros', afirmando que 'todos somos uno'.
Ya ayer, la artista había mostrado su apoyo al pueblo español, que 'se mantiene unido y marcha unido, protestando contra injustos recortes salariales', según dejó escrito en su cuenta personal de Twitter. También había dejado constancia del concierto de hoy, afirmando que estaría 'compartiendo tiempo y espacio' con los madrileños.
Público y banda sudaban soul y Erykah, alejada de poses e imposturas, se colgaba una toalla al cuello para secarse. Seco estaba dejando su auditorio, que seguía ovacionando con la misma intensidad que en el arranque.
Ni en los bises hubo descanso, pues, tras 'Didnt cha now', la única que tomó un respiro -merecido- fue Erykah, que tardó apenas un minuto en volver al calor de su banda.
Para el cierre enlazó tres de sus temas más populares, 'Soldier', 'Bag Lady' y 'Window Seat', cuyo videoclip levantó un gran revuelo al aparecer en él la artista simulando su muerte, desnuda, justo en el lugar donde Lee Harvey Oswald disparó a John F. Kennedy.
La comunión de la diva con el público llegó a su máximo apogeo en esta última tanda, en la que se permitió el lujo de ceder el micro al público para que cantara.
Este 'karaoke neosoul', que incluyó paseo entre el público, se cerró con la artista arrojándose sobre los asistentes, que le dieron un breve paseo sobre sus cabezas antes de devolverla al escenario.
El colofón del espectáculo llegó cuando, ya asentada de nuevo en las tablas, Erykah pidió al público que sacara sus encendedores. Bajo un baile de luces titilantes, la diva entonó una sentida 'Bag Lady'.
Con las luces encendidas y los técnicos listos para salir a recoger, la cantante y su banda dieron la espalda al público, no por desdén, sino para mostrar un último mensaje, inscrito en sus camisetas: 'I LOVE YOU'. Tanto como el público a la diva.
Pablo Cantó