Hace tiempo que venimos observando cómo el precio del barril de petróleo va bajando y bajando y bajando. Y vemos cómo el precio de los combustibles va bajando a pasitos muy cortos y no en todos los sitios (váyanse a la Costa Levantina y comparen el precio con, por ejemplo, los de la Comunidad de Madrid). Hace tiempo que no sale ninguno de los miembros de las petroleras para contarnos ninguna “trola” sobre por qué no bajan al mismo tiempo el precio del barril y el de los combustibles. Evidentemente, ellos tienen todos los datos y son los que con sus másteres y doctorados saben qué precio hay que poner a cada litro de combustible que echamos en nuestros vehículos. Nosotros, los consumidores (nunca mejor dicho porque nos están consumiendo poco a poco nuestros ahorros) no entendemos este equilibrio desequilibrado entre precio en origen y precio en el surtidor; entre otras cosas porque nos faltan esos grandes títulos con los que ellos rellenan sus curriculums y sus tarjetas de visita.
Cuando protestamos porque los combustibles no bajan al mismo tiempo que el barril del petróleo, siempre se les llena la boca diciéndonos que es que el combustible que echamos ahora lo han comprado hace unos meses y que, claro, todavía no había bajado el precio en origen. Cuando pasan los meses y vemos que no sólo no bajan el precio del combustible en el surtidor sino que, además, en algunos casos sube, nos salen con el precio dólar/euro o con cualquiera otra de sus grandes mentiras. Si el precio del barril sube el día 1 de cualquier mes, el día 2 ya han subido el precio en el surtidor y ya no se aplica lo de “es que lo hemos comprado hace muchos meses”. Si detectan que hay una zona caliente donde se produce petróleo (aunque ellos no compren allí) y puede que haya problemas… ¡zas! a subir el precio en el surtidor. También tienen el comodín de los impuestos, al que también achacan que los precios que pagamos no pueden bajar rápidamente (pero sí subir de forma inmediata). Y así día tras día, mes tras mes y año tras año.
Eso sí, los beneficios de las petroleras cada día es mayor y, encima, se jactan de ello y nos lo restriegan en todos los periódicos económicos para que veamos lo bien que les va… a ellos gracias a que nosotros, los consumidores, seguimos pagando los desorbitados precios que nos imponen.
En estos momentos el precio del barril de crudo Brent está a unos 49 $, es decir estamos casi en precios de los años ’90. Curiosamente, la evolución del precio de los combustibles en surtidor no está, ni por asomo, en relación a lo que se pagaba en esos años ’90 por cada litro con que rellenábamos el tanque de combustible de nuestro automóvil. No hay más que ver los gráficos adjuntos para comprobar cómo nos están “engañando” de mala manera. En los años ’80 mientras el barril de crudo estaba sobre los 23,5$, la gasolina súper costaba 0,324€. En los ’90 el barril subió hasta los 40$ y la gasolina se puso a 0,565€. Llegó el 2000 con su cambio de siglo, el barril se puso a 30$ y… ¡oh, curiosidad! el precio del litro de gasolina subió hasta los 0,806€. Diez años después el litro de gasolina sin plomo se puso a 1,156€ con un coste por barril de 80$.
Y llega este 2015 y vemos cómo el precio del barril de petróleo va bajando, y bajando, y bajando hasta llegar a los aproximadamente 49$ (aproximadamente lo que costaba en los años ’90) y no solo no vemos el reflejo de esa bajada en el surtidor, sino que nos encontramos el litro de gasolina sin plomo a 1,23 €, es decir casi 0,67€ más por litro. Los que tienen másteres y títulos nos dirán que no es lo mismo, que las comparaciones no se pueden hacer así porque faltan ingredientes tales como impuestos, cambios de divisas y unos cuantas cosas más. Pero, la verdad, la pura y llana verdad del tema es que el precio del barril de petróleo baja y baja y los consumidores no vemos que nuestros combustibles lleven el mismo ritmo. Es decir, ellos ponen la letra y la música. Y nosotros tenemos que bailar a su son porque tienen que dar unos beneficios monstruosos (a sus accionistas, claro) para poder seguir disfrutando de sus sueldos, dietas, complementos, etc… Y luego dicen.