Operaciones como la "Tormenta del Desierto" han quedado en el olvido. Los analistas afirman que, de haber guerra, ésta no será como las anteriores: no se movilizarán grandes ejércitos y el denominado oro negro no dejará de fluir de los pozos árabes. Es más, la OPEP, una organización con nueve países árabes entre sus once miembros, no está dispuesta a hacer "ningún feo" a EE.UU., el mayor consumidor de petróleo del mundo.
Mañana, esta organización se reunirá en su cuartel general, Viena, pero las conversaciones ya han sido adelantadas por alguno de sus miembros: Arabia Saudí no permitirá que los aviones estadounidenses crucen su espacio aéreo para bombardear Afganistán, pero no pondrá ninguna pega a que las fuerzas y los mercados occidentales se nutran de sus pozos. Eso sí, los países de la OPEP parecen concienciados de que este año no ganarán tanto dinero, ya que mantener el precio del barril en torno a 25 dólares, el fijado por la organización en septiembre, parece casi imposible. Si quieres saber cómo funciona este poderosos cártel, no te pierdas este
El temor es otro
Los analistas no temen tanto a la guerra como a la recesión. La demanda cae progresivamente y, tras los atentados del pasado 11 de septiembre, se ha perdido un importante cliente: las compañías aéreas, que, hasta la fecha, compraban el 8 por ciento del combustible que se produce en el mundo.
Mientras que la OPEP está "obligada" a mantener el goteo de sus grifos, la economía se enfría y los consumidores se resisten a comprar. En definitiva, estamos ante un mercado sobreabastecido en un clima de depresión económica, pero las compañías petroleras españolas no han anunciado ninguna rebaja del precio de los combustibles.
Las trincheras del crudo
Aunque la OPEP posee el 70 por ciento de las reservas mundiales del crudo y es el mayor productor (con más de un 40 por ciento del total), no posee el mercado en exclusiva. Más allá del Caspio, se encuentra una región rica en petróleo que, si el conflicto se agrava, puede verse taponada.
Además, Afganistán no es sólo la cuna de los talibanes: su terreno es clave para acceder al petróleo de Kazajistán, Uzbekistán, Tayikistán y Turkmenistán, unas ex-repúblicas soviéticas que poseen una gran despensa de crudo. También está en una posición envidiable para acceder al emergente mercado asiático.
Así, este terreno ha estado siempre en el punto de mira de sus vecinos (Rusia, Turquía o Irán) y ahora de EE.UU.