Las cifras son tan frías como tajantes y alarmantes: 1 de cada 10 conductores que se ponen al volante lo hacen con presencia de drogas ilegales en su cuerpo mientras que 3 de cada 10 conductores sometidos a un control da positivo en sustancias ilegales; un porcentaje que está muy por encima de los positivos por alcohol (1,6%). Cifras que la Fundación Línea Directa ha puesto sobre la mesa con su estudio ‘La influencia de las drogas en los accidentes de tráfico (2012-2015)’ basado en los más de 25 millones de controles de drogas y alcohol realizados entre 2012 y 2015, así como los más de 3.100 conductores y peatones fallecidos por accidente de tráfico que fueron sometidos a pruebas forenses.
Sobre la mesa hay una realidad que resulta escalofriante. El 33% de los conductores sometidos a un control de drogas dio positivo mientras que el 16% de los conductores fallecidos dio positivo en los análisis forenses. Es decir, se ha registrado un crecimiento del 7% entre 2012 y 2015... teniendo en cuenta que los conductores fallecidos que dieron positivo por alcohol ha descendido en un 18%. Y es que cinco millones de conductores reconocen que se han puesto al volante bajo los efectos de las drogas.
Presentados los principales datos del estudio, es tiempo de profundizar en el problema. En los últimos diez años, el consumo de cannabis y cocaína ha aumentado un 23% y un 17% respectivamente. Unos datos que convierten a España en el dudoso líder de la Unión Europea y refleja una probable influencia en el incremento de conductores y peatones fallecidos en accidentes con droga en su organismo. No en vano, en los 76.040 controles realizados para detectar la presencia de drogas se registraron un total de 25.331 positivos; o lo que es lo mismo: 3 de cada 10 conductores.
Más drogas que alcohol
Si a esto añadimos el número de positivos por consumo de alcohol ha disminuido en el mismo periodo de tiempo, la pregunta es inevitable: ¿Qué está más presente al volante: las drogas o el alcohol? Basándose en los más de 2.700 controles aleatorios, el cannabis y la cocaína están presentes en un 7,5% y 4,7% de los conductores, respectivamente, seguidas por el alcohol (en tercer lugar) con un 2,6% de positivos. Es decir, por cada conductor que conduce tras haber bebido, entre 2 y 3 lo hacen después de haber consumido drogas ilegales.
¿Cómo son este tipo de conductores? El perfil que coge el coche bajo los efectos de las drogas corresponde a un hombre de 29 años con tendencia al policonsumo (drogas, alcohol y psicofármacos) principalmente por las noches y a bordo de un turismo. Un esbozo que se al que hay que sumar la falta de concienciación: el 19% (cinco millones de conductores que, normalmente, son hombres de 25 a 34 años que ya han pasado un control de drogas previo) ha reconocido que se ha subido a su vehículo después de consumir sustancias ilegales.
Total desinformación
La fórmula la completan la percepción del riesgo y la desinformación: consideran el alcohol como la sustancia más peligrosa y la que más perjudica a la conducción mientras que ven el cannabis como la menos nociva. Además, no conocen la mayoría de los procedimientos relacionados con los controles de drogas y la legislación: 2,8 millones creen que si no tienen un accidente no podrán juzgarles por ponerse al volante bajo los efectos de las drogas y un 75% desconoce la sanción económica que recibiría y los puntos que se le descontarían en su carnet si diese positivo.
Estas consecuencias van desde la falta administrativa (multa de 1.000 euros y 6 puntos de carnet) por conducir con presencia de drogas en el organismo al delito si se conduce bajo los efectos (prisión de 3 a 6 meses, multa de 6 a 12 meses o trabajos para la comunidad de 30 a 90 días más la privación del derecho a conducir de 1 a 4 años) o si se niega a someterse a las pruebas (prisión de 6 meses a 1 año más la privación del derecho a conducir de 1 a 4 años).
Y es que estas sustancias ilegales (cannabis, cocaína, éxtasis y anfetaminas) menguan las capacidades del conductor ante las distintas situaciones que se dan en la carretera. Por ejemplo, las drogas afectan significativamente a la distancia de frenado: un conductor que haya consumido cocaína necesita 5 metros más ( 15,6%) para frenar y casi 3 metros más ( 10%) en el caso del cannabis. Además, las anfetaminas son las que más perjudican a la conducción ya que, tras su ingesta, la efectividad en la toma de decisiones disminuye aproximadamente un 65%. En el caso de la cocaína, la pérdida de efectividad es de un 46%.
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