Circular con presencia de alcohol o drogas en nuestra sangre siempre afecta a la conducción. Sí es cierto que, en el primer caso, está permitida la circulación a pesar de que en el organismo se localice una pequeña cantidad de esta sustancia y asumiendo que ésta limita nuestras capacidades al volante.
Es por esto que la DGT recomienda circular con una ausencia total de alcohol cuando nos ponemos al volante, a pesar de que no es sancionable si la misma es inferior a 0,5 gr/l de alcohol en sangre para el común de los conductores o de 0,3 gr/l en el caso de los profesionales. Y, para ello, en su revista online ha reunido una serie de datos que sustentan su postura.
Según podemos leer en el texto elaborado por Javier Álvarez, experto en Medicina de la Universidad de Valladolid, el riesgo de sufrir un accidente al ingerir el máximo de alcohol permitido es entre 1 y 3 veces superior al de un conductor completamente sobrio. Y las capacidades merman de tal manera que con un 0,8 gr/l de alcohol en sangre el riesgo de sufrir un accidente es hasta 10 veces superior.
Para demostrar que esto es cierto, Álvarez señala que las capacidades más afectadas por el consumo de alcohol son las psicomotoras, con un deterioro de los reflejos, la visión, reduce el campo de visión, y el comportamiento, ya que genera un exceso de confianza y una sobrevaloración de las capacidades propias.
Así afecta el consumo de cada bebida alcohólica
Además del texto, la DGT también acompaña su artículo con un interesante gráfico en el que se explica la cantidad de alcohol que ingieres con cada bebida y señala cuáles pueden ser las más perjudiciales para nuestra salud y ponen en mayor riesgo nuestra conducción.
Y es que una caña o un vaso de sidra, siendo las bebidas menos dañinas, ya suponen una media de 8 gramos de alcohol absoluto por cada consumición, mientras que el vino o el cava aumentan éstos hasta los 9,6 gramos.
Por supuesto, estas cifras se disparan cuando hablamos de consumiciones destiladas. La ginebra, el ron o el whisky superan los 16 gramos de alcohol absoluto por cada consumición, ya que su graduación suele superar los 40 grados y, además, una copa supone la misma cantidad que el consumo de dos bebidas estándar.
Estas cifras se elevan hasta los 19,2 gramos si hablamos de un coñac o un cubralibre, por lo que sus riesgos son aún mayores.