La noticia ha caído como una bomba en el sector de la distribución de combustibles. Las 24 estaciones de servicio que Carrefour tiene asociadas a otros tantos supermercados tiran los precios. Su gasóleo se queda en 105,9, mientras que el de Repsol, por ejemplo, cuesta 114. La sin plomo de 95 baja hasta las 138,9 pesetas, la de 98, hasta las 148,9 y la súper, hasta las 148,9 pesetas.
Estos precios son los máximos que se ha fijado Carrefour, porque en algunos casos, dependiendo de la ubicación de la gasolinera, las rebajas llegan a las 12 pesetas por litro.
Para optar a estas rebajas es preciso realizar una compra de 5.000 pesetas en el supermercado o bien pagar con las tarjetas de cliente de la cadena.
En Carrefour aseguran que no están vendiendo por debajo del precio, una práctica prohibida en España. Sin embargo, los gasolineros no se lo creen. Desde la patronal del sector se ha pedido formalmente a la dirección de Carrefour que explique cómo logra unas tarifas que los empresarios no pueden asumir sin incurrir en "dumping".
La Comisión Europea tiene en su agenda de trabajo una denuncia presentada por la Confederación de Empresarios de Estaciones de Servicio contra lo que consideran competencia desleal por parte de estos supermercados.
En el sector se considera que Carrefour emplea el combustible como un reclamo para llevar gente a sus tiendas y no tienen en cuenta el daño que sus rebajas hacen al resto de gasolineras.
Las petroleras se plantean una subida
Con este clima de enfrentamiento, las compañías operadoras preparan nuevas subidas de precios. Pese a lo impopular que resultarán estas medidas, aseguran que no tienen más remedio que ponerlas en práctica.
Repsol, Cepsa y BP ya han encarecido sus productos en los últimos días. Ahora, con el euro en muy mala situación frente al dólar y el petróleo a 30 dólares por barril y subiendo, señalan que no pueden mantener los márgenes actuales de beneficios. Es decir, necesitan subir los precios.
La gasolina súper de 95, que cuesta ahora 143,4 pesetas por litro, ya está en su récord histórico. Si sube más, habrá que cambiar las escalas de medición y buscar techos nuevos. Los encargados de controlar la inflación ya tiemblan.
Las previsiones son malas: llega el verano y se incrementan el consumo y la demanda. El euro no da síntomas de recuperación y, por si fuera poco, el petróleo no parece que vaya a bajar. La Opep no quiere producir más crudo, con lo que no incrementará su oferta y no forzará el precio a la baja.