Las líneas de montaje de Volkswagen y BMW, los constructores más afectados por las huelgas que ha sufrido el sector metalúrgico alemán, regresan hoy a la normalidad. El primero consiguió que ayer trabajaran a pleno rendimiento sus plantas de Mosel (en el suroeste del país), Chemnitz y Dresde (situadas en el este), mientras que la factoría de Wolfsburg, que tuvo que parar este fin de semana, se pondrá en marcha hoy, cuando reciba los componentes que necesita tras la carencia de suministros. BMW, por su parte, ha confirmado que sus fábricas de Munich y Ratisbona (en el sur de Alemania) funcionan normalmente.
La retirada de la lucha del sindicato IG Metall (que ha sufrido una derrota calificada de “histórica" por los medios de comunicación germanos) ha sido celebrada por las marcas, que han acusado pérdidas significativas: VW ha dejado de fabricar 22.000 vehículos, sobre todo del modelo Golf, mientras que la firma bávara ha tenido que modificar los planes para el lanzamiento de la nueva Serie 3, que ha perdido la manufactura de 11.000 unidades. Sin embargo, en BMW afirman que, pese a este contratiempo, aún pueden ceñirse a los objetivos establecidos para 2003, un año en el que se pretenden mantener los beneficios. La asociación de trabajadores del metal ha tenido que abandonar el objetivo que perseguía (la semana laboral de 35 horas), debido a tres errores, según señala la prensa alemana: una meta equivocada, un momento inoportuno y un lugar incorrecto. Como recoge el diario “El mundo", pedir una jornada de 35 horas semanales en la zona más castigada por el paro ha sido una medida impopular. Las tasas de desempleo (que llegan al 20 por ciento) duplican las del oeste de Alemania, por lo que la población está más preocupada por conseguir un puesto de trabajo que por reducir su horario. El país está sufriendo, por tercer año consecutivo, un fuerte estancamiento en su economía y, en este contexto, resultan poco convincentes las reivindicaciones para un sector que emplea a 310.000 personas.Por otra parte, los Estados federados del este siguen luchando por atraer la inversión. Los fabricantes de automóviles han sabido aprovechar las ventajas, como unos horarios laborales más amplios. Sin embargo, las propias marcas (como BMW, que ha proyectado una fábrica en Leipzig con la que se crearán 5.500 empleos) han asegurado que iban a replantearse sus planes tras las huelgas. La amenaza, evidentemente, viene de los países del Este: la proximidad con Polonia y con la República Checa, donde las condiciones de contratación son más favorables, puede poner en peligro las expectativas creadas entre los desempleados germanos.El fracaso en las negociaciones (que los líderes de la huelga achacan a los miembros de los comités de empresa de Opel y DaimlerChrysler, que han dado muestras de debilidad) podría arrastrar a Jürgen Peters, vicepresidente de IG Metall, quien iba a ser designado máximo responsable del sindicato en octubre. Ahora, sus propios compañeros lo cuestionan: los paros en el oeste han aumentado el rechazo a la entidad.La fábrica que Volkswagen posee en Puebla (México), la más grande de la firma fuera de Alemania, podría despedir a 2.000 trabajadores.
Estas bajas, que pueden hacerse efectivas a partir del 1 de agosto, se deben a la caída en las exportaciones: durante los cinco primeros meses del año, la automovilística ha destinado al mercado exterior 98.510 unidades, un 13 por ciento menos que en el mismo período de 2002.
Christine Kuhlmeyer, portavoz de la empresa, ha asegurado que se intentará buscar una solución, para lo que la empresa se reunirá con el sindicato esta semana.