1. Sébastien Loeb
Sus nueve títulos, además logrados de manera consecutiva, lo dicen todo. Destrozó literalmente las estadísticas de los mitos de la especialidad hasta desbancarlos a todos de manera arrolladora manteniéndose mucho más que ninguno de ellos en la élite. Como ilustración de su poderío baste decir que al final de la carrera dejó el listón en 78 victorias en pruebas de Campeonato del Mundo, nada menos que cuarenta más que su más inmediato perseguidor en ese ránking. Procedente de la gimnasia, tuvo un debut inusualmente tardío en rallyes (21 años), para alguien que luego alcanzaría tanto éxito. Pero su paso por el WRC supuso un antes y un después en la historia de la especialidad. Tras ganar su primer evento mundialista en 2002 (Alemania), se quedó a un suspiro del título al año siguiente, lográndolo uno más tarde. A partir de ahí, nadie volvió a ganar una corona mientras Loeb disputó una temporada completa en el WRC, alcanzando gestas como la de 2008, temporada en la que se impuso en 11 de los 15 rallyes del calendario de ese año. Nació como piloto en el asfalto, pero la capacidad de sacrificio y la disciplina de la gimnasia le valieron para aprender y mejorar en todos los terrenos, hasta hacerse literalmente imbatible en la mayoría y aspirante a la victoria en todos.
2. Carlos Sainz
Hasta que Sébastien Loeb y Marcus Gronholm no alcanzaron el cénit de sus carreras, el español ocupaba el primer lugar del ranking de victorias en el WRC. Además, podría decirse sin temor a equivocarse que todas ellas las consiguió en las temporadas de mayor competitividad en el certamen. Entre los muchos méritos del piloto español están datos como que es el segundo piloto que más puntos ha logrado en el WRC y también el segundo que más veces ha subido al podio (en ambos casos solo superado por Sébastien Loeb). Entre la primera victoria de Carlos Sainz en un rallye mudialista (Acrópolis 1990) y la última (Argentina 2004) transcurrieron nada menos que catorce temporadas, lo que da una idea de la cantidad de tiempo que el español se mantuvo plenamente competitivo. Perfeccionista hasta extremos difíciles de imaginar, Sainz es el vivo ejemplo de la tenacidad, la profesionalidad y el espíritu de superación. Debutó en el WRC con mentalidad ganadora y con la misma se mantuvo compitiendo hasta el final de su carrera. Pionero en demostrar que un mismo piloto podía ganar en diferentes superficies, Sainz se labró una gran reputación por su capacidad de ayudar en la evolución de los coches, llegando a ganar rallyes mundialistas con cuatro marcas diferentes, algo que muy pocos pilotos han logrado.
3. Tommi Makinen
Solo Sébastien Loeb ha conseguido ganar más títulos que Makinen de manera consecutiva (4), lo que dice mucho de la huella dejada por el piloto finlandés en el WRC. De hecho, al margen de ambos, únicamente Juha Kankkunen fue capaz de conseguir cuatro coronas mundiales. Makinen nació en el seno de una familia de granjeros en Puupola (Finlandia), lo que le llevó a dar rienda suelta a sus primeros impulsos por los deportes del motor en la especialidad del 'tractor pulling', muy popular en el país nórdico. Su primer rallye lo corrió a la edad de 18 años y dos temporadas más tarde ya era Campeón de Finlandia. En el 1000 Lagos de 1994 consiguió su primera victoria en una prueba de Campeonato del Mundo, con un Ford Escort RS Cosworth privado. Dos temporadas después, logró su primer título de Campeón del Mundo. Agresivo y valiente como pocos, llevó a Mitsubishi a sus años más gloriosos en la especialidad. Uno de sus rasgos más valorados fue que consiguió, al igual que su compatriota Markku Alen, ser plenamente competitivo y ganar en rallyes de asfalto, lo que hizo de él un piloto completo.
4. Juha Kankkunen
Fue el piloto de mayor éxito de la generación anterior a Carlos Sainz y el que dominó las estadísticas hasta la llegada del español al punto álgido de su carrera. Procedente de Laukaa, en pleno corazón de la región de los lagos, donde se disputaba el Rallye 1000 Lagos, Kankkunen tuvo en su padre, ex piloto, a su primer mentor. Pero sería un amigo de éste, Timo Makinen, y el mecenas por antonomasia de los rallyes en Finlandia, Timo Jouhki, quienes pusieron a Kankkunen en la plataforma de lanzamiento como piloto. Se asomó al Mundial de la mano de Toyota, aunque su eclosión se produjo en mitad de la década de 1980 con Peugeot. Justo cuando la FIA decidía abolir el Grupo B, 1986, Juha Kankkunen le daba a la firma del león el título en el último año de vida competitiva del 205 Turbo 16, adjudicándose él el primero de sus cuatro títulos en el Mundial de Pilotos. Defendió su corona con éxito en Lancia al año siguiente, en la temporada del estreno del Grupo A como categoría máxima del WRC y empezó ahí una sucesión de idas y vueltas a Toyota y Lancia que le daría otros dos títulos, con los italianos en 1991 y con los japoneses en 1993. Tras dos años en Ford (1997 y 1998), corrió luego con Subaru, marca con la que sumó sus dos últimas victorias en WRC. Pasó por Hyundai en 2001 y 2002, ya en el ocaso de su carrera.
5. Marcus Gronholm
Uno de los cuatro pilotos en la historia del Mundial de Rallyes que han sumado dos títulos, el finlandés ha sido seguramente el rival de mayor enjundia al que se enfrentó Sébastien Loeb, aunque cuando el francés caminaba con paso firme hacia la cúspide de su carrera y Gronholm se encontraba ya en la fase final de la suya. Se pasó la década de los 90 compitiendo el rallyes sueltos del WRC, sin un programa fijo ni la condición de piloto oficial con cierta continuidad, lo que sin duda condicionó sus posibilidades. Toyota había sido la marca que le abrió las puertas de la élite mundialista, aunque sería Peugeot, cuando decidió retornar al campeonato, el equipo que fichó a Gronholm para un programa completo, tras ganar cuatro veces el título nacional finlandés en Grupo A. En sus manos, el 206 WRC se convirtió en el coche a batir y fue con él con el que conquistó su primer rallye del WRC, Suecia 2000, su primer título, ese mismo año, y el segundo, dos años después. Con el 307 la firma del león comenzó su declive, hasta que se retiró, pasando Gronholm a Ford, marca con la que consiguió también una gran cantidad de triunfos.
6. Sébastien Ogier
Considerado por la mayoría el heredero de Sébastien Loeb, el francés está, como quien dice, empezando a despegar, aunque lo demostrado hasta la fecha hace presagiar que podríamos estar ante otro de los más grandes pilotos de todos los tiempos. Producto de la cantera de la Federación Francesa y Citroën, Ogier disputó su primera temporada completa en el Campeonato del Mundo de la mano de la marca de los galones en 2009, después de ganar el Mundial Junior. Pero sería 2010 el año de la confirmación de su gran potencial. Ganó el Portugal, tras una gestión impecable de la carrrera y siguió progresando hasta terminar el año con cinco victorias, idéntico número al que lograba Loeb, que se hacía con el título. Demostró ser un duro rival en los tramos y también fuera de ellos, pero perdió la batalla política y se vio empujado fuera del equipo francés por el todopoderoso Loeb. Volkswagen, que había intentado fichar al astro galo sin éxito, se encontraba de golpe con Ogier en el mercado y no dudaba en apostar por él. Apuesta que se reveló ganadora, ya que en el estreno del Polo WRC, en 2013, Ogier sumó nada menos que 9 carreras, quedándose a dos del récord de Loeb, aunque éste se produjo en 2008, con un calendario de 15 carreras (en 2013 hubo dos menos). No puede decirse que Ogier flaquee como piloto en ningún terreno y su mentalidad ganadora, su fortaleza psicológica, su preparación y su arsenal de recursos al volante son, hoy por hoy, la verdadera pesadilla de sus oponentes.
7. Walter Rohrl
Un tipo único, el alemán, y uno de los mitos del automovilismo de carretera. Fue el azote de los pilotos nórdicos a finales de los 70 y principios de los 80 y el cuarto integrante del exclusivo club de los dos títulos, junto a Biasion, Sainz y Gronholm. Perfeccionista irredento, nunca fue políticamente correcto y sus posicionamientos y críticas hacia determinados pilotos y rallyes le hicieron granjearse la fama de arrogante. De hecho, ganó esos dos títulos a pesar de negarse sistemáticamente a competir en determinados rallyes, como el 1000 Lagos de Finlandia, que abiertamente detestaba. Eso sí, había carreras donde se encontraba francamente a gusto y allí era poco más o menos que imbatible. Fue el caso, por ejemplo, de Montecarlo, donde ganó cuatro veces, algo que solo conseguirían luego Makinen y Loeb en la trayectoria mundialista de la prueba. La verdadera diferencia es que Rohrl lo consiguió con modelos de cuatro marcas diferentes, al contrario que sus rivales, que solo ganaron allí con una. En 1982 consiguió batir con su veterano Opel Ascola 400 a la todopoderosa armada Audi, con sus temibles Quattro de tracción total. Tras un fugaz paso por Lancia, pasaría en 1984 a las filas del equipo de los cuatro aros, con el que finalizaría su carrera en los rallyes y continuaría en los circuitos.
8. Björn Waldegaard
Este sueco inauguró el palmarés del Campeonato del Mundo de Rallyes, logrando el primer título de Pilotos de su historia como certamen oficial. Al margen de poseer un gran talento innato y una inigualable capacidad para manejar cualquieer tipo de coche de rallye sobre cualquier tipo de terreno, Bjorn Waldegaard cuenta con otros méritos que hicieron que su categoría traspasada la condición de piloto único y alcanzara la de mito de la especialidad. Ganó 16 de los 95 rallyes del WRC que disputó en su carrera, logrando 34 podios. Desde su primera victoria (Suecia 1975) hasta la última (Safari 1990) transcurrieron 15 temporadas, lo que da una idea de la cantidad de años que se mantuvo capaz de luchar por lo máximo contra los mejores.
9. Markku Alen
Posiblemente el piloto con más talento de su generación, Markku Alen figura en el sexto puesto del ranking de victorias del WRC, con 20, empatado con Didier Auriol. Sin embargo, la paradoja más grande en la carrera del finlandés es que nunca consiguió ganar un título de Pilotos. Fiel al Grupo Fiat desde el arranque de su carrera profesional, Alen consiguió importantes gestas a lomos de coches tan especiales como el Fiat 131 Abarth o el Lancia 037. Con este último modelo se convertiría en un incómodo rival para los Audi oficiales, la referencia de la especialidad a comienzos de los 80. Dos veces subcampeón del Mundo y cuatro veces tercero, Alen ha sido considerado desde siempre el auténtico “rey sin corona” del certamen, principalmente por dos motivos: el primero, que ganó la copa del Mundo de Pilotos en 1978, el año anterior al de la creación del Campeonato del Mundo como tal. Y el segundo, porque en 1986 llegó a disfrutar del título provisionalmente durante 11 días, hasta que la protesta de Peugeot contra su exclusión y los resultados del Rallye San Remo progresó, terminando el título en manos de Kankkunen. Fue pionero entre los finlandeses en ser competitivo en asfalto, como demuestran sus victorias en Córcega de 1983 y 1984.
10. Colin McRae
Sin lugar a dudas, uno de los pilotos más carismáticos de la historia del Campeonato del Mundo de Rallyes. Su espectacular estilo, su personalidad rebelde y el videojuego que se hizo con él como protagonista le hicieron muy popular. Solamente una victoria le separa en el ranking del WRC del tercer puesto que ocupa Carlos Sainz, uno de sus rivales más duros en su trayectoria mundialista y con el que coincidió en los equipos Subaru, Ford y Citroën. Con coches de la firma del óvalo empezó a darse a conocer en Escocia e Inglaterra, lo que hizo que David Richards le fichara para competir con Subaru, primero en el ámbito nacional y luego en el internacional en el arranque de los 90. En el 93 entró en el equipo oficial Subaru WRC, donde viviría algunos de los momentos más tensos e intensos de su carrera junto a Sainz. McRae ganó allí su único título, en la temporada de 1995. Dejó Subaru en 1999 para entrar en Ford, reuniéndose con él Sainz allí un año más tarde. Como de costumbre, alternó grandes actuaciones con muchos golpes, hasta que en 2003 recaló, de nuevo junto a Sainz, en Citroën. Pero ahí perdió la batalla con el español, quedándose Citroën con Sainz cuando redujo su equipo a dos coches, con Loeb como número uno indiscutible. Apenas un par de rallyes con Skoda y uno sustituyendo a Loeb en Kronos-Citroën, cuando el francés se lesionó en 2006, pusieron fin a su trayectoria mundialista. Desgraciadamente, falleció en un accidente de helicóptero junto a su hijo menor y unos amigos el 15 de septiembre de 2007.