Tres décadas sin el verbo libertario de Georges Brassens

Francia recuerda el halo libertario de Georges Brassens, autor irreverente fallecido hace treinta años y que marcó la poesía y la canción francesa del pasado siglo con la ironía crítica de sus versos y la tenue sobriedad de su guitarra.

Mientras sus incondicionales arrojan flores sobre su tumba en su mediterránea y natal Sète o se acercan a la casa donde vivió en la localidad bretona de Lézardrieux, la televisión francesa rinde homenaje al ácrata del bigote poblado que fumaba en pipa y deslizaba humor en las estrofas que convirtió en una tribuna para alinearse junto a los parias de la sociedad y criticar el gregarismo o la religión.

'Brassens est en nous' es el documental de Didier Varrod con el que la cadena 'France 3' rinde homenaje al artista, esencialmente a base de imágenes de archivo y testimonios de sus compañeros de viaje.

La grabación recorre, temática y no cronológicamente, la vida del autor de 'La marguerite' o de 'Les Copains D'abord' con testimonios de algunos de sus contemporáneos, como Georges Moustaki y Alain Souchon, de figuras incombustibles de la escena gala como, Johnny Hallyday, o de talentos emergentes, como Olivia Ruiz.

Nacido en una familia obrera a orillas del Mediterráneo, Brassens (1921-1981) se trasladó a París tras cursar los estudios primarios, donde aprendió a tocar el piano en casa de su tía y trabajó efímeramente en una factoría del grupo automovilístico Renault, hasta que los nazis bombardearon la planta.

Será entonces cuando Brassens regrese a su ciudad natal y estudie en las bibliotecas a los grandes literatos franceses como Victor Hugo, Villon o Baudelaire, antes de ser convocado a París bajo el Gobierno colaboracionista de Vichy y enviado a trabajar en una fábrica de BMW en Alemania.

El joven Brassens, que ya entonces había comenzado a escribir sus primeros poemas, aprovechará un permiso de quince días para volver a Francia, refugiarse en un apartamento parisino de Jeanne Le Bonniec (amiga de la familia que marcó la vida del cantante) para no regresar nunca a aquel sitio industrial de la alemania hitleriana.

Terminada la Segunda Guerra Mundial, se acercó a los movimientos anarquistas y comenzó a redactar artículos en la revista 'Le Libertaire', publicar su primera novela, 'La Lune écoute aux portes' y conocerá al que será el gran amor de su vida, Joha Heiman, la mujer con quien está enterrado, aunque decidieron no casarse ni compartir techo.

Pero no será hasta 1952, a la edad de 31 años, cuando publique su primer disco, 'La mauvaise réputation', álbum en el que se incluye la homónima canción que se ha convertido en uno de sus más célebres himnos y en la que reivindica su derecho a seguir un camino distinto al de los demás, pese a las críticas de sus paisanos.

Será también el disco en el que grabó 'Hecatombe', delirante musicalización de una pelea en un mercado que culmina con el hermanamiento de los implicados para dar una paliza a los policías que intentan poner orden, o 'Le Gorille', donde relata la incontinencia sexual de un simio que logra escaparse del zoológico.

Amante de la vida sencilla, del mar y de los gatos y aquejado por recurrentes cólicos nefríticos, se instala como una de las referencias intelectuales de la época y se convierte en un habitual del programa de L'Olympia o del teatro Babino de Montparnasse, ambos en París.

En los años sesenta, mientras su figura como músico sigue tomando envergadura, su faceta poética se consolida. Así, en 1963 se convierte en el segundo músico francés, después de Léo Ferré, en entrar en la selecta colección 'Poètes d'aujourd'hui', y en 1967 recibe el Gran Premio de Poesía de la Academia francesa.

Instalado ya a las costas bretonas, la década de los años setenta será la época en la que el artista ofrezca sus últimos recitales en Francia, entre ellos un concierto en París en 1972 contra la pena de muerte, mientras se incrementa su reconocimiento internacional.

Cinco años más tarde, poco después de haber cumplido 60 y de haber visto la abolición de la pena capital en Francia, Brassens fallece a causa de un cáncer hepático en su localidad natal de Sète, dejando un legado de más de trescientas canciones.

Entre ellas 'Le Testament', donde proclamaba que faltaría al día de su funeral y aseguraba: 'Dejo la vida sin rencor, no tendré nunca más dolor de muelas'.

Entre los numerosos homenajes que ha recibido en Francia aquel bonachón de lengua libre, cuyas canciones han sido retomadas por 650 artistas como Paco Ibáñez, Javier Krahe, Joan Manuel Serrat o Carla Bruni, se cuenta el haber dado nombre 1.600 calles, colegios, parques o centros culturales por toda la geografía de su país.

El último de los grandes reconocimientos públicos se lo dedicó la Ciudad de la Música de París, que este mismo año acogió la exposición 'Brassens o la libertad', en la senda de otras retrospectivas dedicadas a grandes nombres de la música popular como Miles Davis, Serge Gainsbourg, John Lennon o Jimi Hendrix. Javier Albisu