Carrozas a prueba de balas

Ya no hay carrozas; los personajes más poderosos del planeta desfilan ante sus conciudadanos en coches blindados. La historia de la política siempre ha estado muy unida a la del automóvil, pero, tras los atentados del 11 de septiembre, puede que esta relación se haga aún más estrecha.

Los carroceros que se dedican a blindar los vehículos desmontan por completo el coche, quedando el chasis desnudo y, a continuación, se realizan las modificaciones oportunas: se adaptan los marcos de las ventanas, se forra la carrocería con planchas de acero y se cubre el techo con kevlar (una fibra sintética muy ligera, pero resistente). Después, se vuelve a montar el vehículo con las piezas originales. Cuando son preparados directamente por la marca, los vehículos son diseñados desde el principio para el blindaje, que forma parte integral de la estructura. Los distintos compartimentos del vehículo son estancos. El techo, el maletero, los bajos, la batería, el motor y el espacio entre el motor y el interior están incomunicados mediante planchas de acero de tres a siete milímetros, incluso se blindan las costuras. El depósito también va blindado y, en algunas ocasiones, posee válvulas especiales para que se derrame el combustible en caso de explosión.
La tapicería es de material ignífugo (generalmente teflón) y, en caso de incendio, el vehículo insufla oxígeno en el interior. Además, en los bajos van extintores que se activan automáticamente en cuanto detectan humo.
Nada más entrar el pasajero y el conductor, el vehículo cierra automáticamente las puertas. Los pestillos son unas vigas de acero ancladas a la carrocería. Eso sí, en caso de que los pasajeros tengan que escapar del coche, el marco del parabrisas lleva un detonante que hace explosionar el vidrio hacia fuera. Las ventanillas tienen hasta cuatro centímetros de grosor y tres capas. Las dos exteriores son más gruesas y la interior es de policarbonato, un material que no se astilla.
Las ruedas, al no tener aire, sino una goma resistente, además de ser antipinchazo, soportan el impacto de las balas. Como más vale prevenir que curar, estos vehículos incorporan inhibidores de ondas, una especie de mando a distancia que evita la activación de bombas a su paso. Además, algunos de estos modelos se ponen en marcha y avanzan unos metros guiados teledirigidamente; así, nadie se tiene que arriesgar para comprobar si han puesto una bomba lapa en los bajos del coche.