De hecho, la mayoría de los vehículos actuales llevan una caja negra de serie. Se denomina Event Data Recorder (EDR) y es del tamaño de una cajetilla de tabaco. Va conectada a la centralita de los airbag y escondida bajo la alfombrilla del conductor. Cada diez nanosegundos registra la velocidad del coche, la aceleración, los frenazos, el movimiento del volante y la posición de los cinturones de seguridad.
Lejos de estar orientadas a mejorar la seguridad vial, los fabricantes de automóviles empezaron a instalarlas para cubrirse las espaldas ante posibles demandas: con ellas pueden demostrar que el airbag saltó cuando tenía que saltar o que el accidente se debió a un fallo humano, entre otras cosas. En caso de choque, el EDR memoriza los últimos cinco segundos de trayecto.
Rusia ha dado los primeros pasos para utilizar este tipo de dispositivos en pos de la seguridad vial. El Gobierno ruso está estudiando la posibilidad de hacer obligatoria la instalación de un ‘Medio Estatal Único de comunicación de información de navegación recibida por los tacógrafos u otros equipos técnicos con funciones de medición’ (EGSNI, por sus siglas en ruso) en todos los automóviles que se fabriquen a partir de 2020. ‘EGSNI podrá ser utilizado, entre otras cuestiones, con el objetivo de detectar las violaciones de las leyes del tránsito y el castigo administrativo de los infractores’, explica el diario Izvestia.
En España ya se han dado recientemente casos en los que la caja negra ha servido para reconstruir las circunstancias en que se produjo el siniestro. A primeros de año, una mujer falleció en un choque entre el taxi en el que viajaba y un camión pesado. Inicialmente se imputó al taxista un delito de homicidio, pero el EDR del coche le valió para ser exculpado: el taxi se quedó parado de forma repentina en medio de la calzada al agotarse el combustible sin previo aviso. En los minutos previos se había fundido el ordenador de a bordo y no funcionaba ningún piloto del salpicadero. Así, el taxista no pudo evitar la colisión. Toda esta información la reveló la caja negra.
Por su parte, la Ertzaintza aclaró hace unas semanas un siniestro descifrando la telemetría del vehículo implicado. En un principio se creyó que la causa del accidente había sido el exceso de velocidad, pero el EDR reveló que no era así: ‘Circulaba a 75 kilómetros por hora, redujo a 63 y colisionó a 12, no es lo que parecía’, explica Manuel Santos, responsable del departamento de Reconstrucción de Accidentes de la Policía autonómica. ‘Es como recomponer un puzzle con instrucciones’, afirma.
No obstante, la lectura de las cajas negras tiene ciertas trabas. Traducir la información alfanumérica que emite el EDR no es una tarea fácil y en España hay muy pocos expertos capaces de hacerlo.
Pero la mayor traba es legal. Las leyes de protección de datos europea aún no contemplan la ayuda que puede suponer descifrar los datos de un EDR. ‘Desde 2010 el Gobierno de los Estados Unidos obliga a los constructores de coches a ofrecer la información que se queda registrada tras un accidente a las autoridades’, detalla Manuel Santos. ‘En la UE aún se lo están pensando’, añade. Recibir o no la autorización varía en función del país y del caso para el que sea requerida.
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