Para que te hagas una idea una pistola de 9 mm lanza su bala a 300 metros por segundo, 1.080 km/h. Las balas de fusil o ametralladora se mueven entre 600 y 1.000 metros por segundo. Ahora piensa que el objetivo que fija el Bloodhound SSC en su estratosférico récord del mundo que plantea para 2016 –antes batirá en otoño de 2015 el actual récord de 1.228 km/h- es de 1.000 millas por hora -469 metros por segundo-.
El “automóvil” encargado de lograr esta proeza ha sido bautizado como Bloodhound SSC –nombre de un perro de origen belga-. A sus mandos, el actual poseedor del récord mundial de velocidad, el antiguo piloto de cazas de la fuerza aérea británica Andy Green. El Bloodhound SSC mide 13,5 metros -120 metros de radio de giro- para un peso total de 7.786 kilos que se catapultarán gracias a un sistema combinado de tres motores que entregan en conjunto 135.000 CV y donde en el arranque y lanzamiento se apoya en un reactor Rolls Royce EJ200. Después, y cuando el Bloodhound SSC roce los 500 km/h, una mecánica V8 de Jaguar con 800 CV alimenta con 1.000 litros de peróxido de hidrógeno líquido un motor de cohete durante una veintena de segundos –nuestro agua oxigenada lleva una concentración de un 3 por ciento de este compuesto y en el combustible del Bloodhound se irá al 85 por ciento lo que le volverá inestable y con alto poder detonador- hasta que antes de los 43 segundos de aceleración se supere el objetivo de los 1.680 km/h o 1.050 millas. En ese momento, el cuerpo de Andy Green estará sometido a un fuerza de 6G.
Pero si alcanzar el récord es difícil, no es más fácil lograr detener el Bloodhound SSC teniendo en cuenta que la pista tiene una longitud de 19 km y que en condiciones perfectas se necesitan 16 km para realizar la maniobra de aceleración/frenada. Ese margen de 3 km, a velocidad de récord son menos de siete segundos como margen de error si algo no funciona correctamente. En la frenada lo primero que ralentiza el coche es la resistencia al aire durante nueve segundos. Luego, cuando el Bloodhound haya descendido de los 1.300 km/h, Andy Green activará los aerofrenos laterales, y más tarde, a poco 965 km/h, se activan los paracaídas, y por último, y ya a la modesta velocidad de 320 km/h se activan los frenos de disco sobre unas llantas de 0,915 metros de diámetro y 100 kilos de peso sin neumático que habrán aguando un régimen de más de 10.000 giros por minuto. Toda esta historia se habrá desarrollado en menos tiempo del que has tardado en leer este texto o en ver el vídeo adjunto, poco más de minuto y medio.