Todos están instalados en la comodidad. Una comodidad que para unos es ganar y para otros mantenerse a cualquier precio, aunque sea en la cola del pelotón. Para Williams, Alfa Romeo o Haas esta situación podría parecer desesperada, pero viven en la órbita de Mercedes y Ferrari, y su margen de maniobra es muy limitado a la hora de protestas.
La FIA puso la primera piedra para la racionalización de la F1 y tuvo de frente a Ferrari, pero los italianos tuvieron que ceder en todo. Actualmente son rehenes de sus propias “fechorías” del año pasado, pero en mi opinión los cambios para 2022 debieran ir bastante más allá en la reducción de costes, y sobre todo buscando una mayor incertidumbre, especialmente en las carreras.
Siempre he abogado por la supresión de las comunicaciones por radio y de las excesivas facilidades que tienen los pilotos a la hora de pilotar, y desde la aparición del DRS, de adelantar.
La abolición del DRS debiera ser efectiva desde el año próximo, ya que provocar los adelantamientos “ficticios” solo hace que de forma estadística se pueda decir que hubo muchos adelantamientos, pero salvo contadas excepciones, estos adelantamientos son “falsos”, de ahí que con un cambio de aerodinámica que permita rodar más cerca del coche de delante, el DRS debiera desaparecer e incluso hacerlo ya que año que viene, aunque los coches sean los mismos que este año.
Suprimir la comunicación por radio.
La FIA restringió más las comunicaciones por radio en 2016 y no era la primera vez que lo intentaban. Pero una supresión total, salvo para temas de seguridad, o de rotura mecánica inminente, aportaría mucha incertidumbre, que es lo único que puede hacer posible que haya cambios en la jerarquía. Si al piloto no se le “teledirige”, cada uno tendrá que poner en práctica sus conocimientos del coche que pilota. Cuando se informa al piloto hasta de la velocidad del viento en cada curva, se está convirtiendo a éste en mero ejecutor de órdenes, Lo mismo sucede cuando se le pide que “apriete”, que vaya más despacio, que le sube la temperatura de los frenos... Cuando se dice que las motos tienen más emoción se está en lo cierto. El piloto de la moto sabe controlar lo que sucede en su montura, sabe cómo gestionar la carrera con los neumáticos, algo que en la F1 se ha perdido.
Si al piloto le explicas en cada vuelta lo que ha de hacer, qué parámetros ha de cambiar, etc, estás quitando valor al hombre que lleva la máquina. El piloto de F1 debiera saber cómo gestionar sus ruedas en función de todos los parámetros que él conoce, pero sin que nadie se lo diga. Que vuelva a ser piloto al 100%. Eso daría valor al hombre sobre la máquina perfecta. Puede que Hamilton o Bottas, sin la ayuda de sus ingenieros, no sean tan imbatibles.
Si al niño piloto de kart no se le da ninguna ayuda y se lo tiene que trabajar él solo, cuando va subiendo escalones empieza a ver que el karting era mucho más difícil de gestionar que las categorías superiores. Avisar al piloto que ha de cambiar ruedas solamente con la pizarra daría mucha más emoción a los cambios de ruedas, ya que en muchas ocasiones los rivales no tendrían opción de cambiar de estrategia. Una vez que el primero ha pasado por meta, si al segundo le avisan del cambio de ruedas, el equipo del líder no puede reaccionar, y ha de esperar el paso por meta para avisar a su piloto.
Hay tantas circunstancias que cambiarían el desarrollo de las carreras, que parece que les da miedo. Lamentablemente la información por radio está tan generalizada que parece imposible prescindir de ella, pero si la F1 se animara a ello, quizás en otras categorías pasaría lo mismo.
Los campeonatos de resistencia, GT… todas las competiciones se volverían mucho más interesantes. Al final cuando se decidió por no abolir las radios, se argumentó que el público que lo ve por TV quiere oír lo que dicen, pero si les ofrecieran un par de carreras sin radios y con emoción seguro que cambiaban de idea.
Apagar la radio en unos libres y ver qué sucede, hacerlo otro fin de semana en calificación y finalmente en una carrera, nos daría una idea de lo que podría representar esto para la emoción e incertidumbre de la competición. Y sobre todo tiene un valor añadido, que si se dan cuenta los pilotos de que les es imposible vivir sin la guía del ingeniero, siempre se puede volver a la monotonía, porque el cambio es gratis. Basta hacer como le hacían a Flavio Briatore, que hablaba tanto por la radio que al final hablaba solo porque sus mensajes eran silenciados o le arrancaban el cable directamente.