10 consejos para que conduzcas en modo Zen

¿Quieres ser un conductor zen? Aquí encontrarás 10 consejos para pasarte al ‘lado luminoso’ de la conducción.

Alejandra Otero

10 consejos para que conduzcas en modo Zen
10 consejos para que conduzcas en modo Zen

Si cada vez que cogemos el coche le convertimos en nuestro ‘punching ball’ particular estaremos pagando con nuestra máquina y, lo que es peor, con el resto de conductores, nuestras iras y estreses. Hacer de tu vida un entorno zen puede ser una perfecta vía de escape para las presiones diarias con las que el mundo de hoy nos castiga. Recuerda que todo es subjetivo: son tus ojos los que pueden ver la vida de color de rosa o negra como el carbón.

Conducir puede ser una actividad estresante, ya sea por ‘aguantar’ al resto de los conductores o porque nuestra habilidad al volante no es la mejor y tendemos a estar en tensión y con miedo. También solemos volcar nuestras emociones, ya sean positivas o negativas, en el volante; un completo error. Has de saber que conducir bajo fuertes emociones negativas (ira, estrés) o excesivamente positivas (euforia) puede ser tan peligroso como hacerlo bajo los efectos del alcohol o de algunas drogas.

Por ello, convertirnos en un conductor zen puede ser la mejor de las medicinas para evitar someter a nuestro cuerpo a estas emociones tan nocivas que pueden acabar contigo en el ‘fisio’ día sí y día también con tanta contractura.

¿Qué es la conducción zen?

Conducir es una actividad tanto física como mental: la conducción zen se basa en el control de su parte mental y emocional. Básicamente, de lo que se trata es que consigas ponerte al volante relajado, para lo que hay diferentes técnicas, y que seas capaz de empatizar con el resto.

La conducción zen bien se puede basar en un principio básico: circula, no sólo conduzcas. Sobre todo en zonas urbanas, has de recordar que estás circulando además de conduciendo, lo que se traduce en observar correctamente el entorno.

El decálogo del conductor zen

1. Relájate: hacer una conducción zen empieza por ti. Al coche has de entrar relajado y tranquilo. Es posible que te encuentres no una ni dos, sino muchas situaciones que te crispen los nervios a causa del tráfico u otros conductores. Ahí es cuando entra en juego la respiración: evita hiperventilar y resoplar cual toro en liza. Es mucho más efectivo respirar profundamente, retener el aire unos instantes y expulsarlo con tranquilidad.

2. La postura, importa: adoptar una postura en la que te encuentres cómodo/a es esencial. Prueba y regula tu asiento hasta encontrar el punto en el que más a gusto vayas sentado/a. Lo importante es que tomes una postura relajada, con la espalda siempre apoyada en el respaldo. Y recuerda, no confundas firmeza con agarrotamiento al coger el volante: lo primero no debe implicar lo segundo.

3. Mens sana in hábitat sano: es muy importante que el habitáculo de tu coche sea un lugar donde te encuentres a gusto. Un entorno hostil nunca será buen compañero de la conducción zen. Un interior limpio y ordenado que te invita a estar, por el contrario, te ayudará a conseguir esa conducción zen que andas buscando. Los olores también son importantes: evita olores desagradables o un ambientador del que no estés del todo convencido.

4. Temperatura: esencial para crear una atmósfera agradables es contar con una temperatura adecuada dentro de tu coche. Normalmente se recomienda conducir con el habitáculo entre los 19 y los 24 grados: escoge cuál es la más cómoda para ti en este margen. Asimismo, es recomendable que cierres las ventanillas para aislarte del ruido exterior, el cual, sobre todo en las grandes ciudades, genera crispación debido a la habitual y elevada contaminación acústica.

5. Música: se dice que la música amansa a las fieras y no le falta razón al dicho popular: la música afecta notablemente a nuestro estado de ánimo. Si bien la radio da compañía, un acalorado debate puede tener un efecto nocivo en ti, sobre todo si empatizas de alguna manera con el tema del debate en cuestión. Por el contrario, la música es la compañera perfecta del conductor zen. Lo ideal es que te hagas con diferentes listas que puedan adecuarse a tu estado de ánimo: alegre para cuando estés triste, relajante para cuando estés nervioso o canciones movidas para cuando coges el coche por la mañana aún medio dormido.

6. Evita las distracciones: ya no es sólo por un tema de seguridad, que por supuesto también lo es, las distracciones pueden tender a ponernos nerviosos y a probar nuestra paciencia. Que ese grupo de colegas nos bombardee a ‘what’s apps’ o que el GPS nos diga lo mismo hasta tres veces seguida genera un estrés que podemos evitar fácilmente: silencia y guarda el móvil mientras conduces y quita la asistencia por voz de tu navegador.

7. Las prisas son muy malas: hay que evitar salir con ‘la hora pegada al culo’, las prisas no son buenas compañeras nunca. Normalmente, cuando conducimos por ciudad, tendemos a olvidarnos de que existen semáforos, rotondas u otros conductores: no salgas de tu casa con el tiempo que necesitarías para llegar a tu destino en línea recta porque no va a ser así y acabarás pagándolo con el resto.

8. Circula, no conduzcas: en las zonas urbanas, más que conducir lo que hacemos es circular y no debes olvidarlo nunca. Visualizar el entorno es una de las claves del conductor zen. Al ir tranquilo, a gusto y relajado, tenderás a fijarte más en lo que te rodea y anticiparte a lo que hagan el resto de conductores, sobre todo si son errores. Es más que probable encontrar a diario al conductor iracundo que va a acordándose del árbol genealógico de todo el que se cruza en su camino. No entres en su juego, ya sabes que no hay mayor desprecio que no hacer aprecio.

9. El reloj, tu peor enemigo: el escenario seguro que lo conoces, un atasco que no esperabas te va a retrasar y te obsesionas mirando la hora. Por mucho que lo hagas el atasco no se va a terminar por arte de magia ni vas a llegar antes, así que evita mirarlo. Tampoco ayuda en un atasco lo de cambiar continuamente de carril porque parece que siempre estás en ‘el de los tontos’, que viene a ser el que nunca avanza: sólo ganarás unos pocos metros que no merecen la pena por el estrés que vas a sufrir al hacerlo.

10. ¿Te gusta conducir?: es en carretera abierta donde más se disfruta la conducción. La clave en vías rápidas es ir a una velocidad constante: si vas adelantando y siendo adelantado todo el rato significa que hay algo que no estás haciendo bien. Déjate llevar y disfruta.

¿Qué gano con la conducción zen?

Lo primero, salud. Las iras innecesarias son muy nocivas tanto para tu cuerpo como para tu mente y pueden acabar en contracturas y lesiones que llevarás toda la vida contigo.

Además, te convertirá en mejor conductor: tus habilidades al volante mejorarán al no ir como los becerros por carretera si ver más allá de nuestras tensiones y preocupaciones.

Se dice que la amabilidad se contagia igual que lo hace el mal humor: si todos, o una gran mayoría, nos convertimos en conductores zen la carretera será un lugar mejor. Empieza por ti y responde ante los demás con amabilidad: ceder el paso, ayudar en las incorporaciones, detenerse sin ser brusco en un semáforo o paso de cebra… Si sigues el decálogo del conductor zen acabarás por convertir esta tarea en un reducto agradable donde olvidarte de los problemas y simplemente disfrutar.