Unas cifras que dejan bien a las claras el carácter de los 50 caballos del 1302 LS. Aunque una cosa hay que decir a su favor, al menos en relación con sus hermanos 1200 y 1300, y es que gracias al aumento de cilindrada esta versión mantiene francamente bien cruceros entre 110 y
Otro punto que nos ha sorprendido gratamente es el comportamiento de coche con las nuevas suspensiones, al menos comparado con las versiones anteriores del Escarabajo. El tren delantero absorbe bien las irregularidades del asfalto, gracias a su recorrido bastante largo, y la parte trasera ha perdido esa tendencia a moverse por su cuenta en cuanto se la forzaba en curvas, momento en el que las ruedas traseras tenían tendencia a tomar caída positiva. No es que las nuevas suspensiones hayan convertido al 1302 en un GTi pero, al menos, se puede pasar con apoyos fuertes en curva sin que descomponga su figura. Por supuesto que se sigue tratando de un todo atrás con todos sus inconvenientes, con el que hay que tener cuidado cuando el asfalto está mojado, pero a sus mandos se tiene claramente la sensación de ir más seguros que con las generaciones anteriores. A esta sensación de seguridad ayudan bastante los frenos de disco. Si la realidad es que hay que pisarlos con cierta decisión, ya que no hay servofreno, no es menos cierto que soportan francamente mejor el trato duro y las frenadas se muestran más precisas que con los tambores.
En agosto de 1972 Volkswagen volvía a introducir mejoras en su veterano Escarabajo lanzando la serie 1303. Con los mismos motores que los 1302 de 44 caballos para el 1300 y 50 para el 1600 y el mismo esquema de suspensiones, se cambiaba la dirección de tornillo y sector por una cremallera más precisa. Exteriormente los nuevos 1303 se distinguen rápidamente por su parabrisas delantero panorámico (que mejora la visibilidad y permite ganar un poco de espacio) y los pilotos traseros de forma oval bastante más grandes que los de anteriores generaciones. En el interior se cambia el salpicadero por uno más moderno y acolchado en el que sigue contando con el tradicional velocímetro delante del volante. También se mejora el tapizado interior, el sistema de abatir los asientos y los mandos auxiliares como el del limpiaparabrisas, que pasa a ir accionado por una pequeña palanca a la derecha de la columna de la dirección.
Hemos elegido la versión básica 1303 -con motor de 1.300 cc y 44 caballos- para este contacto, cuyas prestaciones son un poco más bajas que las del 1303 S de 50. Por otro lado, Volkswagen no consideró oportuno montar los discos de freno delanteros con este nivel de potencia, por lo que los propietarios de esta versión tenían que conformarse con frenar con 4 tambores. No es un problema grave, dadas las posibilidades de sus 44 caballos, pero se pierde la resistencia a la fatiga de los discos y su mejor capacidad para mantener el coche estable en fuertes frenadas.
Al entrar en su interior da la sensación de que vamos en un vehículo más moderno, ya que hay menos chapa a la vista y el salpicadero parece algo más serio que la de sus ancestros, pero una vez que lo ponemos en marcha aparece de nuevo toda la personalidad de estos sencillos coches. Es cierto que el sonido del 4 cilindros llega algo más apagado a nuestros oídos, pero no cabe la menor duda al oír las primeras explosiones que estamos a los mandos de un Escarabajo puro y duro. Arranca con la misma facilidad que el 1600, ya que su carburador sólo difiere en el tamaño de su difusor, algo más pequeño dada su menor cilindrada, y no hay mucha diferencia en su forma de empujar con respecto a la versión de mayor potencia. Simplemente todo sucede de forma algo más lenta, tarda más tiempo en llegar a su velocidad de crucero y ésta es un poco más baja. Mientras que el 1600 se mueve elativamente a gusto entre 100 y
En cuanto al comportamiento, todo lo comentado para el 1302 LS es aplicable al aplicable al 1303 con la ventaja para este último de contar con dirección de cremallera, algo más precisa. Siempre hemos tenido una cierta curiosidad por acercarnos al motivo del éxito de un vehículo como el Escarabajo. Después de convivir unos cuantos días con estas dos versiones podemos decir que no está en sus prestaciones, ni en su confort, ni en su capacidad de carga, ni en su consumo, algo alto para su nivel de prestaciones. ¿Cuál es entonces el secreto que le permitió estar en el mercado tantos años sin cambios importantes? Algo bastante difícil de explicar cuando se está acostumbrado a valorar los coches por sus prestaciones, por su agarre, estabilidad y comportamiento. Sea trata de una agradable sensación de fiabilidad y fidelidad de la máquina hacia su propietario, que deja con la sensación de que, aunque con cierta tranquilidad, nos llevará sin problemas al punto que le pidamos, a cambio de poco más que no dejar su depósito sin gasolina y mirar de vez en cuando el nivel de aceite en el cárter.
Quizá hoy sus prestaciones hagan sonreír a más de un automovilista, especialmente si pensamos que contaba con motores de 1.300 y 1.600 cc, pero el Escarabajo, de alguna forma, fue pionero en ofrecer algo tan elemental en cualquier automóvil como el hecho de funcionar siempre que su propietario se lo pidiera. Han pasado muchos años desde que la idea del Escarabajo se pusiera en marcha y los automóviles actuales le han superado en todos los sentidos pero, en plena era de la electrónica y la informática, aún hay muchos modelos a los que les gustaría presumir de una fiabilidad como la suya. No es que queramos volver al pasado, pero no estaría mal que los coches modernos no estuvieran tan al capricho y la calidad de sus ordenadores que nos dejan tirados en el momento más inoportuno sin que, en ocasiones, ni los talleres de su marca sepan donde está el problema que nos impide continuar viaje.







