La saga de los Vivaquatre se había iniciado en 1932, cuando surgió simplemente como versión mejorada del Primaquatre, con el que siempre compartiría el motor y los órganos mecánicos, aunque las carrocerías Viva eran más amplias y lujosas e iban montadas lógicamente sobre chasis más largos. Así el catálogo Renault de dicho año ofrecía un amplio muestrario de nueve modelos: Monaquatre (4 cil-7 CV); Primaquatre (4 cil-11 CV); Vivaquatre (4 cil-11 CV); Monastella (6 cil-8 CV); Primastella (6 cil-16 CV); Vivastella (6 cil-16 CV); Nervastella (8 cil-24 CV); Nervasport (8 cil-24 CV chasis corto) y el gran Reinastella (8 cil-41 CV).El motor de los Primaquatre y Vivaquatre era un monobloque de cuatro cilindros con válvulas laterales y 2.120 cc (75 x 120 mm) que desarrollaba unos modestos 35 CV reales a 2.900 rpm. Sin embargo, en 1935 adoptaron el nuevo tipo "85" (así llamado por el diámetro de sus pistones) que, aun conservando las mismas características, aumentaba su capacidad a 2.383 cc (85 x 105 mm) y el régimen de giro, hasta lograr una potencia de 52 CV efectivos. Por las cualidades de resistencia y fiabilidad, derivadas de su extrema sencillez, este propulsor batiría un récord de longevidad en la Renault, pues se mantuvo en producción cerca de veinte años, llegando a los modelos Colorale de 1953.De todas formas, al observar la trayectoria técnica de sus coches, podemos deducir que Louis Renault era muy conservador. Lejos de las innovaciones mecánicas revolucionarias, como en el caso de Citroën con sus "tracción", el viejo patrón de Billancourt siempre huyó de los cambios radicales, pues era partidario de mantener las estructuras generales e ir introduciendo mejoras año tras año. Así se daba la paradoja de que, bajo la enorme diferencia estética, los chasis de los años treinta aún conservaban una importante herencia de los "aligator" de la década anterior, como, por ejemplo, el anacrónico sistema de suspensiones, incluido el ballestón trasero transversal, la transmisión en tubo de empuje y los frenos por mando mecánico que perduraron hasta la Segunda Guerra Mundial. En compensación, nuestro Vivaquatre de 1937 había ido recibiendo numerosos retoques mecánicos en los cinco años de existencia del modelo. Aparte del motor serie "85", ya citado, incorporó soportes elásticos para el mismo (motor flotante), carburador de tiro descendente, cambio con la segunda y tercera velocidades sincronizadas y amortiguadores hidráulicos. De esta guisa resultaba un coche bastante eficaz, dentro de su categoría de tipo medio.Desde luego no era ningún "pura sangre", pero podía superar los 100 km/h y mantener cómodos cruceros de 80 km/h. Las generosas dimensiones de su carrocería le restan agilidad, pero ayudan a esa comodidad, aparte de conferirle una versatilidad que le situó como uno de los turismos favoritos de la clase acomodada e incluso de los taxistas, entre los que llegó a imponerse por encima de la difícil competencia que suponían los Citroën 10 CV.
Renault Vivaquatre Berline Luxe
Con unas mecánicas tan conservadoras como fiables, modernas carrocerías, acabados muy aceptables y precios contenidos, la extensa gama Renault de los años treinta amplió su mercado hasta llegar a la cifra récord de 46.300 automóviles vendidos en 1936. La berlina Vivaquatre es un exponente de este éxito.
