En 1969, la marca de la icónica estrella del mundo automovilístico presentó el C 111, un automóvil revolucionario con motor central y solo 1,12 metros de altura que sería el primero de una serie de prototipos experimentales sobre los que Mercedes probaría y desarrollaría las tecnologías más vanguardistas del momento. La fibra de vidrio, los faros escamoteables, los depósitos de combustible laterales o las puertas tipo ala de gaviota fueron solo algunos de los elementos o técnicas utilizadas para recoger experiencia, pero también, a nivel mecánico, Mercedes desarrolló un todavía más sorprendente motor rotativo Wankel que evolucionó en posteriores fases.
En concreto, el C 111-II, presentado un año después en el Salón de Ginebra, mostraba una primera evolución del originario motor Wankel, de tres rotores e inyección directa, con un cuarto rotor (de 602 cm3 unitarios) que elevó su potencia hasta los 350 CV. Ya por aquel entonces, el ligero Mercedes C 111-II alcazaba una velocidad de 300 km/h. El departamento de diseño también trabajó en la carrocería para mejorar el campo de visión del conductor, modificando las aletas guardabarros, el techo y la tapa del maletero. Y además, el coeficiente aerodinámico se mejoró un ocho por ciento en comparación con su predecesor.
El C 111-II contaba con una serie de mejoras funcionales que servirían también para desarrollar soluciones enfocadas a la practicidad del automóvil. En el portón trasero se desarrollaron unos soprtes para transportar esquís. Y en el mismo vano posterior se habilitó un maletero que tuvo que someterse a lo que sus ingenieros llamaron la “prueba de la mantequilla", que consistía en aislarlo y disipar el calor mecánico para salvaguardar la integridad del equipaje.
En posteriores evoluciones se abandonó el motor Wankel, pero no dejó de ser igual de sorprendente que el C 111-III presentara un motor turbodiésel, de 230 CV de potencia. Se aprovechó para mejorar de nuevo la aerodinámica y y el C 111 II batió diferentes récords de velocidad, superando los 322 km/h en el Circuito de Nardó en 1978. Más tarde, en 1979, una cuarta evolución del C 111 recibió un motor de gasolina V8 biturbo de 4,8 litros que rendía 500 CV con el que también estableció nuevos récords de velocidad, alcanzando 404 km/h.
Todo lo que implicó el proyecto C 111 resultaba revolucionario. Fue el primer vehículo del mundo diseñado por ordenador y debido a esta tecnología se pudieron hacer muchos cálculos previos en la mesa de trabajo, evitando procesos de prueba/error, que aseguraban con mayor exactitud el resultado exigido a un diseño mecánico o aerodinámico. De hecho, ya Mercedes estimó que el período de desarrollo del C 111 se redujo en unos cuatro meses gracias a los ordenadores.
Hay una reflexión de los responsables del proyecto que resume lo que supuso el C 111 en su momento. «Tiene algo que no reune ningún coche hasta ahora y por todo eso se pasa de fantástico. Por ahora se queda en coche de pruebas. Es absolutamente imposible predecir cuándo estarán maduras sus ideas para aplicarlas en la producción en serie". Y de hecho, a día de hoy, ninguno de los posteriores vehículos de la marca apenas se ha aprovechado de las tecnologías principales que se desarrollaron en el originario proyecto C 111. Aunque Mercedes recibió “cheques en blanco" de millonarios entusiastas de todo el mundo, el C 111 nunca dejó de ser un laboratorio rodante que no se contempló fabricarlo como coche de serie.