Auburn V12 Roadster de 1932

La verdad es que, después de haber probado tantos coches americanos, no pensábamos que otro de ellos pudiera sorprendernos, y mucho menos un Auburn. Pero este roadster mostró un carácter muy especial.

Auburn V12 Roadster de 1932
Auburn V12 Roadster de 1932

El astuto empresario Errett Lobban Cord logró elevar la cifra de ventas de los automóviles Auburn de forma vertiginosa. Su fórmula fue tan lógica como eficaz: ofertaba coches de tipo medio con mejor apariencia y menor precio que sus competidores, merced a unas mecánicas muy simples, pero fiables. Sobre todo los famosos modelos de 8 cilindros en línea, con carrocerías muy llamativas, alcanzaron enorme popularidad al término de los "felices veinte". Por eso han llegado hasta hoy numerosos supervivientes y es frecuente encontrarlos en el mundillo de la afición.Sin embargo, los Auburn de 12 cilindros, que datan de 1932 a 1934, son otra historia. Se fabricaron muy pocas unidades, y es raro ver alguno en nuestros días. Surgieron en un intento de hacer frente a la crisis económica que afectó a la Auburn, y a todos los fabricantes norteamericanos, tras la caída de la bolsa neoyorquina a finales de 1929. En realidad fue una huida hacia adelante, pero en esta ocasión a Errett Lobban Cord le saldría el tiro por la culata, ya que el "affaire V12" se convirtió en el mayor fracaso comercial de la marca. Y no es que esos coches fueran malos, o al menos no hemos oído tal cosa. Posiblemente, la equivocación de Cord fue abordar con su vieja fórmula el terreno de la gama más alta donde lo que cuenta no es el precio, sino la calidad. Incluso el menor precio suele resultar un factor negativo de cara a una clientela sumamente exigente que busca lo mejor, lo más exclusivo. Aún con todo su golpe de V12 y unos precios asombrosamente bajos, Auburn no pudo competir contra el prestigio de Packard, Cadillac o Lincoln. Sea como fuere, el hecho es que el V12 ha quedado como el gran desconocido dentro de la amplia familia Auburn. Por esa razón nos apresuramos a aceptar la invitación de nuestro amigo, el conocido aficionado valenciano José Tomás, cuando puso a nuestra disposición uno de esos raros especímenes.De entrada nos agradó el aspecto de este coche, por sus líneas airosas, proporcionadas y agresivas. La verdad es que la firma de Indiana siempre se distinguió por el acierto de los diseños. Otra cosa es hablar de los coloridos, que si bien podríamos calificar de "típicamente americanos", resultan excesivamente llamativos para el gusto europeo. También es gratificante su tamaño contenido, bastante menor de lo habitual en un V12 americano, y desde luego ofrece una estampa mucho más ligera que sus homónimos de Lincoln o Packard. En realidad, compartió el mismo chasis de sus hermanos de 8 cilindros, y lógicamente no resulta mayor que ellos.La impresión positiva sigue aumentando cuando nos acomodamos en el puesto de conducción. No hay indicadores imaginativos ni adornos barrocos en el salpicadero. En lugar de los fantasiosos tablieres estadounidenses de aquellos tiempos, encontramos una sencilla y completa instrumentación basándose en marcadores redondos, muy clásicos y con esferas negras, como corresponde a un auténtico deportivo (¡Uy, esto se pone cada vez más interesante!)