Rallye de Montecarlo final: Loeb, el 'otro' príncipe de Mónaco

Sébastien Loeb y Daniel Elena descorcharon el champán de vencedores del Rallye de Montecarlo por séptima vez en sus carreras deportivas. El binomio de Citroën se mantuvo al mando de la carrera desde prácticamente su arranque, saliendo indemnes de unas infernales condiciones climatológicas que se cobraron varias “víctimas" entre sus rivales. Sébastien Ogier le dio un gran debut al Volkswagen Polo WRC, ganando algunas especiales y finalizando segundo, mientras que Dani Sordo celebró su vuelta a Citroën también en el podio. Su tercer puesto deja una gran impresión, sobre todo dadas las truculentas condiciones en las que se disputó la carrera.

Fernando Albes

Rallye de Montecarlo final: Loeb, el 'otro' príncipe de Mónaco
Rallye de Montecarlo final: Loeb, el 'otro' príncipe de Mónaco

Los cincuenta y seis equipos supervivientes a las tres primeras etapas llegaban ayer a Montecarlo bien entrada la tarde. Desde la meta de Sisteron hasta el parque cerrado cubrieron casi 230 km, tras la intensa batalla del día, y metieron sus coches directamente en el recinto donde debían dormir. No había asistencia, lógicamente, ya que la caravana de vehículos, estructuras “hospitality” y personal de asistencia, hoy por hoy más propia de la Fórmula 1 que de un rallye “de toda la vida”, es un mastodonte que se mueve lentamente. Y había que darle tiempo a que llegara a montar la nueva base de operaciones de Montecarlo.

 

Por tanto, la asistencia estaba fijada a las 13:15 horas de la tarde de hoy, que es cuando Sébastien Loeb y Daniel Elena fichaban en el control horario mentalizados para superar el último escollo que les separaba de su séptima victoria en Montecarlo. La empresa parecía asequible, a tenor de la ventaja que tenían al frente de la carrera (1’47”4), pero de nuevo la incertidumbre climatológica, unida a la ya preocupante escasez de cubiertas de clavos disponibles para unas condiciones que todos los pronósticos aseguraban complicadísimas, hacía que una suerte de tensión y duda lucieran en sus rostros desde prácticamente el momento de levantarse de la cama. Todo estaba a su favor, pero los tramos había que pasarlos…

 

Desde casi el arranque de la carrera, el miércoles pasado, una de las claves que todos los equipos tenía bien presente era cómo administrar las 20 cubiertas de clavos que Michelin había previsto para cada coche. Actualmente, las previsiones meteorológicas raramente fallan y si bien la carrera arrancaba con mucha nieve, había prevista mucha más todos los días del rallye. En ese contexto, llevábamos varios días y varias secciones del rallye con todos los equipos jugando a esconder sus montas y camuflando sus decisiones en la medida de lo posible aun a posteriori. De modo que, en la noche previa a la última jornada la pregunta que circulaba de boca en boca por el parque de asistencias instalado frente al puerto de Montecarlo era: ¿cuántas ruedas de clavos le queda a cada uno? Prácticamente nadie lo tenía claro, por más que los “espías” de cada equipo se hubieran empleado a fondo en las “auditorías” de lo que sus rivales iban haciendo a cada momento, para tener claro a qué atenerse en la fase final y, posiblemente decisiva, de la carrera.

 

Dani Sordo le confesaba a Autopista antes de irse a dormir el viernes que ya no tenía ninguna nueva y nos facilitaba una información: 'a Loeb le quedan dos'. El rumor más extendido es que tampoco los pilotos de Volkswagen les quedaban ruedas nuevas de clavos, pero Carlos Sainz nos hacía otra confesión en “petit comité” al arrancar la etapa: 'tanto en el caso de Ogier como en el de Latvala hemos guardado cuatro nuevas para hoy'. Ya no había mucho que esconder, estaba claro, y se habían acabado las tácticas; había llegado el momento de agarrar el toro por los cuernos...

 

Primer tramo

Si ha habido en los 81 años de historia del Rallye de Montecarlo una prueba especial cronometrada con identidad propia y con una fama que casi transciende a la de la propia carrera, esa es la que transita por el temible Col du Turini. Allí se han librado batallas increíbles a lo largo de los años, tanto en la “prehistoria” de los rallyes como en la brutal era de los mónstruos del Grupo B, o en la época dorada de los World Rallye Cars de la primera generación, cuando llegó a haber ocho marcas oficialmente involucradas. Y todo, en medio de un ambiente increíble, donde aficionados franceses, alemanes e italianos, mayoritariamente, libraban su particular batalla de bolas de nieve durante toda la noche, dejando la carretera llena de “sorpresas” para los participantes en los rincones más insólitos e inesperados.

 

Redondeando lo que ha sido una edición del rallye verdaderamente trepidante, este año el Turini, oficialmente denominado Moulinet-La Bollene Vesubie (23,54 km), estuvo a la altura de sus momentos más gloriosos en su primera pasada. Tanto en Citroën (Loeb, Hirvonen y Sordo) como en Volkswagen (Ogier y Latvala), los “cinco magníficos” salieron de la asistencia con seis cubiertas de clavos. Las informaciones que tenían apuntaban a que en ese tramo habría bastante nieve, pero mezclada con agua de la lluvia, formando esa incómoda “pasta” que suele causar tremendas incomodidades a los pilotos. En el siguiente tramo, tanto los informadores de a pie de cuneta como los “ouvreurs” de los equipos, apuntaban que había nieve también, pero mucha menos.

 

Pero los “ouvreurs” pasan con mucha antelación y cuando los pilotos se plantaron en la zona de la salida, se había desatado el infierno. La nieve había caído con fuerza y esa pequeña “pasta” que preveían había pasado a convertirse en una espesa 'papilla' con muchos 'tropezones'; algo de más que difícil digestión. Por las caras de los supervivientes que llegaron a la meta y por sus palabras quedaba claro que allí se había vivido una verdadera odisea. Mads Ostberg, un novato en este rallye, apenas acertaba a articular palabra cuando llegó al control stop donde debían anotarle su tiempo. Para que todos se hicieran una idea de lo vivido, dijo: 'Aconsejo a los aficionados que tengan en cuenta que apenas tenemos control sobre los coches y que se pongan a salvo'. El scratch lo firmaba el galo Bryan Bouffier con un Citroën DS3 WRC semioficial, que pasaba cuando la carretera estaba algo más limpia y había unas pronunciadas roderas sobre ella, sacándole 29,1 segundos a Ostberg y nada menos que 49” al Volkswagen Polo WRC de Sébastien Ogier. Loeb minimizaba los daños de abrir carrera y solo perdía 3,5 segundos respecto a él, admitiendo que 'las condiciones hacían el coche inconducible. Ha habido rectas donde no he podido pasar de 30 km/h, porque a más de esa velocidad te salías'… Y eso fue, precisamente, lo que les ocurrió tanto a Jari-Matti Latvala, que estrellaba su Polo WRC sin solución de continuidad, como a su compatriota finlandés Juho Hanninen, cuya inexperiencia con el Ford Fiesta tal vez le llevó a subestimar las condiciones. Conforme avanzaba la disputa del tramo, más que una carretera, el escenario era el propio de un desguace… La lucha por el tercer escalón del podio daba de repente un vuelco, porque mientras Dani Sordo lograba un crono a la estela del de Loeb, su rival Evgeny Novikov le arrancaba una rueda a su Ford Fiesta en el primer km de tramo, dejándose sus opciones clavadas en una piedra. La criba que ejercía este tramo promocionaba también a Hirvonen, sexto aquí tras Sordo, al cuarto puesto provisional, ubicándose los tres Citroën entre los cuatro primeros.

 

Segundo tramo

También con nieve y en condiciones delicadas, pero mucho más previsible homogéneo, el decimoquinto tramo de la carrera, Lantosque-Luceram (18,95 km), validaba los progresos de Dani Sordo al volante del Citroën DS3 WRC. El hecho de que su más directo rival de cara al tercer puesto hubiera dejado de ser una amenaza en el tramo anterior no significaba que Sordo decidiera dejar de exprimirse y exprimir su coche; tanto, que relegaba a su compañero Mikko Hirvonen al segundo puesto, a 4,3 segundos, a Sébastien Ogier a 1,9 más y a todo un Sébastien Loeb le endosaba 14,2 segundos. En descargo del francés había que decir que abrir carrera le perjudicaba, porque barriendo la pista les dejaba marcadas unas útiles roderas a sus seguidores en el orden de partida y ello tenía su impacto en los tiempos. Además, aunque Ogier le quitaba 8” aquí, su ventaja quedaba en 1’35” a falta de los tres últimos tramos, lo que en principio no debía suponer grandes problemas. Al menos en teoría...

 

Tercer tramo

Con la noche ya adueñada de las cumbres, la caravana de la carrera se presentaba nuevamente en la salida del Turini, previo paso por el repostaje obligatorio instalado en Sospel. Tras el caos de la primera pasada, las condiciones no eran ya ni tan imprevisibles ni tan cruentas, pero la nieve caída y el tránsito de la carrera en la pasada anterior dejaba dos raíles más o menos limpios en el asfalto. No se podía hacer otra cosa que circular por ellos, dado que pisar la nieve podía significar automáticamente verse en la cuneta. En ese escenario, ni pilotos ni espectadores disfrutaban ni lo más mínimo, firmando Loeb el scratch, 4” por delante de Ogier y nada menos que 33,7 segundos por delante de Sordo. El español recibía un tiempo intermedio de Hirvonen en la segunda mitad del tramo que le indicaba que llevaba medio minuto al finlandés, su única y remota amenaza por el tercer puesto, y decidía levantar ostensiblemente, para amarrar el podio. Hirvonen declaraba que había decidido levantar por el mismo motivo que Sordo (finalmente cedía 27,8 segundos sobre el español), dado que tenía mucho más que perder que que ganar y daba ya por buena la cuarta plaza, tercera en la práctica, puesto que Loeb no sigue el campeonato completo y buen resultado de cara a la amenaza de potenciales rivales directos como Latvala.

 

Que el tramo fuera más previsible no evitó una nueva “dentellada”, esta vez en carnes de Mads Ostberg. El noruego pisaba la masa de nieve y se iba largo contra una piedra, rompiendo la llanta trasera derecha, dañando la suspensión e, incluso la pinza de freno de ese lado. Ello se traducía en casi 6’ perdidos y también la quinta plaza, que heredaba Bryan Bouffier, cuarto en la especial.

 

A al vuelta del bucle probablemente más complicado del rallye hasta el momento, nos reuníamos con Dani Sordo en la asistencia de Montecarlo. Estas eran las impresiones del piloto español de Citroën:

 

Con los principales contendientes separados por intervalos de casi dos minutos, podía decirse que el rallye estaba prácticamente “finiquitado”, a falta de una segunda pasada a Lantosque-Luceram y una tercera a Moulinet-La Bollene Vesubie. No tenía por qué haber “sorpresas”, dado que nadie iba a arriesgar ni lo más mínimo, aunque tampoco podía despreciarse las condiciones en las que podrían encontrarse la porción cronometrada que quedaba, sobre todo la del Turini, habida cuenta de que allí arreciaba la nevada al término de la segunda pasada y con la entrada de la noche las temperaturas se adentraban bien por debajo del umbral de los cero grados. Pero ese factor impedía a los comisarios desenvolverse como necesitaban en el control de una ingente masa de espectadores, que habían acudido en tropel para no perderse el magnífico espectáculo que se estaba viviendo. En dirección de carrera saltaban las alarmas, que aún adquirían mayor entidad cuando la caravana de seguridad que va por delante del rallye alertaba de tremendos atascos en la aproximación a los tramos. Además de no estar garantizada la seguridad en las especiales, tampoco había certeza de que los pilotos no fueran a quedar atascados en la inmensa ratonera formada. Así, Christian Tornatore, director de carrera, decidía cancelar la disputa de las dos especiales que faltaban y poner final anticipado a la carrera.

 

Minutos antes de las nueve de la noche del sábado, con cierta satisfacción por estar en la meta de una prueba tan difícil y por estar en el podio, Sordo resumía su actuación de esta manera:

 

Con este resultado, todo apunta a una intensa lucha entre Citroën y Volkswagen en lo que queda de temporada. Pese a que en Montecarlo es muy aventurado extraer conclusiones sobre las prestaciones y estado de forma de unos y otros, por ser una carrera tan peculiar, quedaba claro que el Volkswagen Polo WRC ha nacido “sano” y que puede convertirse en un arma definitiva en manos de Ogier y Latvala. En Citroën parecen haber tomado buena nota de ello y se preparan para frenar el ímpetu con el que han debutado los blanquiazules. Por si fuera poco, los Ford Fiesta de M-Sport han exhibido un muy buen estado de forma, pese a la retirada del apoyo oficial de la marca. Si continúan en esa línea, estarán en la pelea en más de una ocasión por méritos propios y también cuando la refriega de los de delante provoque alguna baja, algo que ocurrirá tarde o temprano.

Clasificación final
1. Loeb / Elena (Citroën DS3 WRC) 3h16’29.1
2. Ogier / Ingrassia (VW Polo R WRC) 1’39.9
3. Sordo / Del Barrio (Citroën DS3 WRC) 3’49.0
4. Hirvonen / Lehtinen (Citroën DS3 WRC) 5’26.3
5. Bouffier / Panseri (Citroën DS3 WRC) 8’13.1