Ginetta G50 GT4

En nuestro país no son muy conocidos, pero los Ginetta tienen una larga tradición en Inglaterra, donde llenan los circuitos con sus coches. El más potente es el G50 que probamos ahora, que debe su nombre al cincuenta aniversario de Ginetta Cars Limited, fundada en 1958.

Ginetta G50 GT4
Ginetta G50 GT4

El secreto de su éxito reside en el peso. Menos de mil kilos permiten llegar a frenar allí donde lo puede hacer un monoplaza, pero no un GT, lo mismo que la velocidad en el paso por curva. Aquí también juega un papel determinante la capacidad de tracción, los grandes slicks de Dunlop, y la eficacia del autoblocante, con un comportamiento muy neutro, ligeramente subvirador en la entrada de la curva, y algo sobrevirador a la salida de la misma al abrir gas a discreción.La reacción del coche es progresiva y agradable porque desliza lo justo para aprovechar toda su capacidad de aceleración en la salida de la curva. Su conducción no es la habitual de los grandes GT frente a los que compite, en los que las fuertes inercias exigen frenadas más contundentes y aceleraciones más progresivas a la espera de que el coche esté ya completamente recto. Con el Ginetta G50, y más aún gracias a que el embrague no es imprescindible ni para subir ni para bajar velocidades, no es necesario separar mucho los momentos de frenada y aceleración.La vuelta al circuito fue realizada por Oliver Campos Hull, era verano, con bastante calor, y por tanto, no era el mejor momento para sacar un óptimo partido a los neumáticos. Pese a ello, el tiempo de 1.39.8 ya es bastante representativo de lo que puede hacer el Ginetta G50. En nuestra experiencia al volante del coche tan solo hay tres puntos delicados. El primero es Varzi, el rápido codo anterior a las curvas de Le Mans, a la que llegábamos en tercera a tope de vueltas, a 7.200 rpm llega el corte de inyección, y había que meter antes cuarta y pasar por allí con el acelerador a fondo y aguantando la respiración, porque con las gomas calientes quería deslizar… Los otros puntos delicados son la llegada a la curva de la Hípica, en especial pasar el segundo pico de la chicane con el pie en la tabla rozando los 200 km/h para frenar cuando ya no se ve nada más que los chalets de la urbanización al fondo, y lo mismo ocurre en la bajada de Bugatti, sencillamente porque se puede apurar tanto la frenada que… si algo falla vas a la tierra a la mínima. Dominados estos momentos estelares, la conducción no solo es un placer, ir realmente rápido casi parece fácil.

Prueba al límite
Challenge Ginetta 2009