Consejos de conducción en nieve

La conducción siempre requiere cierta habilidad, pero hacerlo sobre un firme desfavorable, como el hielo o la nieve, aumenta el nivel de exigencia. Un conductor no habituado a circular por zonas de nieve tiende a mostrar miedo ante esta situación: es algo que no debe ocurrir, si tomamos las medidas adecuadas, transitaremos sin problemas por una carretera nevada. Saber cómo debemos actuar, qué es necesario llevar con nosotros y a lo que estamos obligados a mostrar atención será esencial para realizar una conducción segura ante estas inclemencias invernales.

Consejos de conducción en nieve
Consejos de conducción en nieve

Los neumáticos son, posiblemente, el elemento más importante a la hora de enfrentarnos a una calzada cubierta por la nieve o el hielo. Los llamados coloquialmente ‘zapatos’ de nuestro coche son los que se mantienen en contacto directo con la carretera: llevar las gomas o dispositivos adecuados será nuestra principal prioridad.

La ley obliga a circular por zonas nevadas con las cadenas puestas o, en su defecto con neumáticos de invierno. No obstante, en nuestro país, a diferencia que en los países del norte de Europa, no es muy conocida esta variante de ruedas. El desconocimiento en la materia acarrea ciertas trabas: las Autoridades pueden no dejarnos pasar si no colocamos las cadenas y es complicado hacerles ver que nuestros neumáticos no las necesitan.

El llamado neumático de invierno o de contacto tiene una clara ventaja: no tener que colocar las cadenas –todo un alivio si vives en zonas con elevada probabilidad de nevadas-. En nuestro país se vende un amplio abanico de modelos con diferentes medidas, aunque son considerablemente más caros que las gomas tradicionales. Otra de sus desventajas, además de su precio, es que tienden a desgastarse antes y que deben sustituirse cuando las acalanaduras presenten una longitud inferior a los cuatro milímetros.

No obstante, si nos vamos a encontrar la nieve de forma ocasional o no llega a convencernos la goma invernal, lo ideal es adquirir unas cadenas o sistema similar. Lo primero es aprender a colocar unas cadenas, una tarea que puede resultar complicada incluso si ya se ha realizado alguna vez. Este tipo de dispositivo debe colocarse en las ruedas motrices: en caso de un coche de tracción, en las delanteras, en caso de un coche de propulsión, en las posteriores. Por el contrario, si nuestro coche es un 4x4, dispondremos las cadenas en las ruedas anteriores.

Existen diversos modelos. Dependiendo de la calidad su precio oscila entre 30 y 300 euros aproximadamente. Invertir más o menos en esta compra dependerá del uso que hagamos: si es habitual no debemos escatimar. A la hora de adquirir unas debes comprobar que son compatibles con las medidas de tu neumático.

Una situación delicada exige una reacción lo menos brusca posible. Esta es la máxima que hemos de seguir al circular con nieve o, pero aún, hielo. Primeramente, debemos mantener la calma y evitar ponernos nerviosos, lo que no significa que nuestra respuesta sea lo más rápida posible.

Cualquier acción sobre un firme deslizante requiere mayor suavidad: debemos frenar con mucho cuidado, acelerar progresiva y lentamente, triplicar la distancia de seguridad con el vehículo que nos precede, no girar en exceso el volante y, por supuesto, circular a velocidades igual o inferiores a los 50 km/h –en caso de llevar cadenas, a 40 km/h-.

Tanto en nieve como en hielo, los consejos de conducción son prácticamente los mismos, aunque debemos extremar la precaución si se trata del segundo. Arrancaremos en segunda velocidad, utilizaremos el freno motor siempre que nos sea posible y llevaremos engranada la marcha más larga que nos permita circular entre 1.500 y 2.500 rpm. Si nos vemos obligados a frenar, debemos hacerlo siempre con las ruedas rectas, porque de lo contrario es posible perder el control el coche.

En caso de sobreviraje, cuando notamos que la parte trasera se descontrola, es necesario girar el volante en sentido contrario y enderezarlo cuando notemos que el coche se recupera. Por el contrario, en caso de subviraje- nuestro automóvil tiende a no girar-, lo indicado es levantar el pie del acelerador y abrir la dirección para facilitar la recuperación de adherencia.

Si encontramos poca nieve, los expertos aconsejan seguir las rodadas de otros vehículos, pero si la nieve es abundante, se consigue mejor agarre pasando por zonas sin pisar. Sin embargo, si llevamos cadenas puestas es justo al contrario: con bajo volumen de nieve, iremos por zonas vírgenes y, si este es elevado, seguiremos las rodadas.

Recuerda: el hielo se acumula en zonas sombrías, en el exterior de una curva, y suele ser más habitual a primera hora de la mañana.

Las ayudas electrónicas siempre cumplen con su función, excepto en algunos supuestos. La nieve o el hielo forman parte de esa minoría. El ESP, en caso de nieve abundante o de llevar cadenas, resulta realmente incomodo. Éste detecta que existe una pérdida de tracción y su respuesta inmediata es frenar las ruedas, lo que, por una parte, calienta en exceso los frenos y por otra, no deja que avancemos. Por este motivo, es más que recomendable que lo desconectes en estos casos.

A diferencia del ESP, el ABS si puede ayudarnos a controlar el coche cuando nos vemos obligados a pisar el freno. Si sentimos que el </¡strong>pedal vibra ligeramente, esto es señal de que sistema de antibloqueo está funcionando correctamente. A pesar de todo, debemos recordar que el ABS, aunque nos ayude, no es infalible: la precaución, la suavidad y una respuesta rápida son los mejores aliados.

En invierno debemos mostrar una atención especial a ciertos aspectos mecánicos como el líquido anticongelante, la batería, las luces, los ya mencionados neumáticos. Si vamos a realizar un viaje de largo recorrido, es esencial revisar el nivel de líquidos de nuestro vehículo y, en caso de que fuera necesario rellenar o cambiar el líquido anticongelante y el de la batería –la cual debe ser sustituida si tiene más de tres años-.

Asimismo, es importante comprobar el estado de las luces y su funcionamiento: recuerda que no sólo te ayudan a ver, sino, aún más importante, a ser visto por otros conductores. Las escobillas de los limpiaparabrisas es otro elemento importante: si están sucias o en mal estado contribuirán a aumentar la dificultad de visión.

No sólo tu coche tiene que estar preparado para afrontar la conducción invernal, el primer paso es comenzar por nosotros mismos. Si vamos a emprender un largo viaje o, si nos dirigimos a zonas de montaña, viajará siempre con nosotros el móvil, una manta, una linterna, agua, algo de comida rica en carbohidratos –como frutos secos-. Además, es recomendable llevar guantes y cartones –muy útiles si tenemos que poner las cadenas- y todos los elementos de emergencia que obliga la normativa: chalecos reflectantes, triángulos, luces de repuesto etc.

La fatiga de conducción es mucho más elevada con un clima desfavorable: se reduce la visión y debemos mantener la atención en mayor medida. Por ello, las detenciones deberán ser en un periodo de tiempo más breve. También contar con un itinirerario planificado nos evitará sorpresas indeseadas, revisa mapas y climatología antes de salir de casa.