No cabe duda de que en Lexus lo que mejor saben hacer son los híbridos. Es cierto que fabrican más coches y no son malos, pero su especialidad, que es lo que les ha dado fama, es combinar la tecnología híbrida eléctrica-gasolina con el lujo y la deportividad. Dentro de su ADN encontramos refinamiento, confort, lujo, silencio de marcha, mucha tecnología y, en algún caso, deportividad. Sin embargo en la anterior generación del IS todo esto se perdió con la versión Diesel. El modelo pretendía luchar contra otros como la Serie 3 de BMW, la Clase C de Mercedes o los A4 de Audi y para ello en Europa necesitaba un motor Diesel. Lo tuvo, pero el habitual cliente de la marca no lo supo entender; más que un Lexus parecía un Toyota caro –que no está mal– pero en el fondo era un coche más que no aportaba nada diferente y que incluso disponía de poco espacio detrás. Conclusión: nada que hacer frente a las más que correctas berlinas premium alemanas y su despliegue de motorizaciones.
Rivaliza con Mercedes, Audi y BMW
Llega la nueva generación del IS, la tercera, y el planteamiento es completamente diferente, más acorde con su filosofía de siempre. De nuevo apunta a Mercedes, Audi o BMW, pero en esta ocasión lo hace con su propia personalidad, ofreciendo una tecnología que Audi y Mercedes no tienen en este segmento. BMW tiene de un Serie 3 híbrido pero está en otro nivel de potencia y precio que lo hace incomparable. Así, no tiene rival en el mercado, detalle que considero todo un acierto ya que se posiciona como una alternativa diferente y necesaria. Veamos si está a la altura.
El IS ha cambiado de generación y ahora la base es completamente nueva. Crece 7 cm de longitud, todos de batalla, de ahí que haya mejorado en uno de sus puntos débiles: las plazas traseras. Con respecto al anterior mejora el espacio atrás tanto en anchura como en longitud, ofreciendo una habitabilidad ahora a la altura de sus rivales. Sigue ofreciendo menos cota de anchura que ellos, 3 cm menos que el A4 y 5 menos que el Serie 3, pero crece 3 cm que resultan suficientes como para ofrecer un espacio digno para un coche de este tamaño y pretensiones. Esta suma y resta de centímetros se traduce en dos cómodos asientos traseros. Puede ir sentado un tercero en el centro pero entre que los asientos tienen mucha ergonomía para dos y que el túnel central tiene su protagonismo, mejor para dos.
A pesar del aumento de tamaño y mejora de la habitabilidad, el maletero pierde 60 litros; en teoría es más grande, y en la versión de gasolina convencional seguro que lo es, pero hay que recordar que esta prueba es sobre el híbrido, que aloja las baterías del sistema bajo el piso del maletero. En cualquier caso ofrece tan solo 10 litros menos que el Audi A4, 15 menos que el BMW Serie 3 y 30 menos que el Mercedes Clase C. No está nada mal.
De la familia... híbrida
El IS 300h cuenta con la misma base tecnológica que conocemos en el resto de la familia híbrida de Lexus y Toyota. En esta ocasión se combina un motor de gasolina, también en ciclo Atkinson, pero de cuatro cilindros y 2,5 litros. Como el resto, lleva distribución variable y admisión directa e indirecta –con dos inyectores por cilindro, uno en la cámara de combustión y otro en el colector de admisión–. Se complementa con un motor eléctrico de 105 kW, que va "integrado" en el propio variador del cambio y logra una potencia total del sistema de 223 CV. Este conjunto híbrido deriva del empleado en el HS, un modelo con base y formas de Prius que se comercializa en el mercado norteamericano, al que sólo han aumentado para el IS la cilindrada del motor de combustión de 2,3 a 2,5 litros. El resultado es bueno y se adapta bien a las características de tamaño del IS.
Victoria sobre el Diesel
Con datos objetivos, como prestaciones y consumos reales, bate a la versión Diesel que sustituye: resulta ligeramente más rápido y, en conducción relajada, consume menos. Rebaja el gasto medio principalmente por el consumo urbano, que pasó en nuestro recorrido habitual de 7,2 litros del Diesel a los 4 l/100 km de este 300h; no cabe duda de que la ciudad es territorio híbrido. En carretera y autopista consume ligeramente menos, si bien aquí ya influye mucho el tipo de conducción que se realice; si abusas del modo Sport y el acelerador, te bajarás del IS con medias de consumo que ronden los 8 litros, dato alto si lo comparas con los 4 litros que registramos de media en nuestro Centro Técnico, pero bajo si lo comparas con coches de similar potencia y prestaciones.
Creo que tampoco está nada mal; anda como un buen V6 y, si te lo propones, gastarás menos que un Diesel moderno con facilidad. Eso sí, aunque es refinado y muy agradable en su funcionamiento –incluso por los altavoces del coche simula el sonido del V6 o incluso V8–, no tiene tacto de V6, entre otras cosas porque no lo es. Te gustará mucho en su conjunto y te aseguro que tiene su propia personalidad, con un perfecto funcionamiento muy tecnológico –y bajísimos gastos de mantenimiento– que los fans de los híbridos sabrán apreciar, pero no busques en él grandes sensaciones mecánicas ya que por tacto se asemeja a un Prius, con un envoltorio general mucho más atractivo y prestaciones muy superiores para disfrutar más a su volante.
Me ha gustado el comportamiento de este coche. Los neumáticos Yokohama Bluearth chillan demasiado y es fácil superar su límite de adherencia. De hecho las distancias de frenado hasta la detención total no han sido muy brillantes. Personalmente le pondría un neumático más dinámico. A pesar de ello la base del coche es buena. Con respecto al anterior ha ganado en aplomo general y en respuesta ante irregularidades del asfalto. Me ha resultado mucho más cómodo y, a la vez, más preciso. No tiene un reglaje de amortiguación excesivamente incómodo para el buen aplomo que tiene. Tiene el típico tacto de freno de híbrido, al que no te queda más remedio que acostumbrarte; cuesta un poco pero en un par de salidas te has acostumbrado. Se nota pesado para ser una berlina media, pero ligero para tratarse de un híbrido. En conjunto el balance es positivo, hasta el punto que estoy deseando probar el IS250 porque me da que va a ser una buena berlina deportiva, aunque claro, no tendrá el equilibrio entre prestaciones y consumos de este 300h.
La vida a bordo es agradable. Está muy bien terminado y hay buena ergonomía. Contrasta tanta tecnología con detalles como el joystick del sistema o el freno de mano de pie pero en general le doy un notable a su interior. Buenos asientos, silencio de marcha y mucha sensación tecnológica. Es de esos coches que la primera vez no te emocionan pero que empiezas a disfrutar con el paso de los kilómetros, hasta el punto que posiblemente después de este no quieras otra cosa que no sea híbrida.