La capacidad de giro, la aceleración y la frenada dependen de la adherencia que sean capaces de proporcionar los puntos de apoyo del coche, es decir, los neumáticos. Dado que el centro de gravedad sólo se mantiene estable cuando se circula en línea recta y a velocidad constante, es muy importante que los movimientos del coche se produzcan sin brusquedades, con suaves transferencias de masas, especialmente en giros y frenadas.Al trazar las curvas debemos intentar recorrerlas de la forma más “recta" posible, es decir, utilizando todo el ancho de nuestro carril para dibujar la trayectoria de mayor radio posible. Para ello, se divide la curva en tres partes por las que pasaremos: el punto de entrada, situado en uno de los extremos laterales de la calzada; el vértice de la curva o tangente y el punto de salida, situado en el lateral del carril. Pero no sólo es necesario elegir una trayectoria correcta, también es imprescindible adaptar la velocidad a las condiciones del trazado. Para ello no hay una regla establecida, pues cada curva y cada coche permite una velocidad de paso por curva diferente. Aquí será necesario prestar atención a las limitaciones de velocidad de la vía, a las recomendaciones u obligaciones de la señalización concreta del viraje y a nuestra propia experiencia.Aunque nuestro ángulo de visión nos permite casi 180º, mirar, sólo miramos a un punto concreto y ésa es la clave en la conducción segura. Inconscientemente siempre llevamos el coche hacia donde miramos; es por eso por lo que la vista del conductor debe centrarse siempre en el punto más lejano posible y en la dirección que vayamos a tomar. Al circular en caravana por carretera resulta tentador fijar la vista en la matrícula del coche que nos precede, con lo que cualquier retención brusca nos dejará sin tiempo de reacción. Si, por el contrario, buscamos el punto más lejano posible, las luces de freno que se enciendan doscientos o trescientos metros delante nos darán el aviso de alerta y podremos anticiparnos a la situación. En caso de encontrarnos con un obstáculo en la carretera, una retención brusca o la irrupción de un peatón en nuestra trayectoria, sin distancia suficiente para detenernos, debemos pasar inmediatamente a buscar una trayectoria alternativa fijando la mirada en ese punto alternativo. Es la única manera de evitar la colisión o el atropello. Si nuestro coche dispone de sistema antibloqueo de frenos, no tendremos problema para cambiar la trayectoria rápidamente frenando a fondo y ocupándonos solamente del volante, pero, si no contamos con este elemento y hemos bloqueado las ruedas, deberemos disminuir la presión sobre el pedal del freno para recuperar la direccionalidad y esquivar el obstáculo. Otra posibilidad que nos permite una mayor capacidad de detención sin ABS es actúar nosostros mismos como lo haría el dispositivo, es decir, aplicar fuertes y rápidos pisotones sobre el pedal del freno para evitar que las ruedas permanezcan bloqueadas y así permitir que la dirección pueda ejercer su misión. En una frenada de emergencia se debe pisar el embrague a fondo hasta que el vehículo se detenga por completo para que el motor quede desconectado de las ruedas y evitar que una parte del trabajo de los frenos se emplee también en detener el giro del motor, alargando en consecuencia la frenada.En cualquier caso, es muy importante que todos nuestras maniobras con volante y pedales sean suaves y progresivas. Frenazos, acelerones y volantazos bruscos provocan fuertes transferencias de masas longitudinales y laterales que comprometen la adherencia de los neumáticos e interfieren en la estabilidad de nuestro vehículo.
Cómo esquivar un obstáculo
Probablemente en alguna ocasión, por distracción propia o por un error ajeno, nos hemos encontrado con un obstáculo en nuestro camino sin suficiente distancia para detenernos. Un atasco repentino, un objeto sobre el asfalto, un peatón... Veamos cómo resolver esta situación de forma segura.
