Pista de pruebas: En utilización campera de cierta dureza la mejora de la inyección facilita considerablemente la labor del conductor, ya que ahora el Frontera no se cala tanto como antes, y, por lo tanto, no obliga a jugar tanto con el embrague, lo que acababa fatigándolo.
Por lo que se refiere a sus cotas TT, son bastante correctas en cuanto a ángulos de ataque y salida, así como en los recorridos de suspensión, pero por un lado las estriberas laterales que incorpora el coche restan bastante ángulo ventral, una admisión que está situada a no demasiada altura y limita la profundidad en los vadeos, y los neumáticos muy de carretera, limitan sus capacidades TT.
En cuanto a la transmisión, la ausencia de un bloqueo del diferencial trasero hace que, en los cruces de puentes en los que se pierda el contacto con el suelo en dos ruedas simultáneamente, dejen «atrapado» al coche si no se abordan con un poco de inercia.
Por lo que se refiere a las reductoras, que se engranan con la clásica palanca, ofrecen una buena desmultiplicación que garantiza fuerza para remontar desniveles con importantes ángulos de inclinación, y tan solo al afrontar pendientes en bajada con ángulos de inclinación muy fuertes pueden resultar algo largas, obligando a tener que ayudar ligeramente a la retención del motor con los frenos.
Con respecto a estos últimos, si en carretera el ABS ofrece un funcionamiento muy aceptable, en campo resulta excesivamente sensible, pudiendo situarnos en situaciones comprometidas. Prestaciones: El motor 2.2 DTI corre mucho y gasta poco. Su agrado y elasticidad han ganado mucho.
Comportamiento: Aunque con una amortiguación muy blanda, el Opel presenta un comportamiento noble.
Estética: Pese a sus años en el mercado, el Frontera sigue siendo uno de los TT con estética más agradable y personal.
Habitabilidad: El asiento trasero admite a dos pasajeros, al robarle espacio los pasos de rueda traseros.
Transmisión: La ausencia de diferencial central y bloqueos limita las posibilidades del Opel en carretera y campo.
ABS en campo: Muy sensible, el ABS puede provocarnos algún susto rodando por pista, al dejarnos casi sin frenos.
Interior: El diseño del salpicadero y algunos mandos acusan el paso de los años, aunque la calidad de realización y el equipamiento son correctos.
Carretera: La nueva gestión de la inyección potencia al ya brillante motor 2.2 DTI. El coche es muy noble pese a unas suspensiones muy blandas.
Pista: El Opel resulta muy efectivo en pista, donde sus suaves suspensiones lo absorben casi todo y potencian un comportamiento muy sano.
Zona activa: La nueva inyección mejora las capacidades del Opel en zonas trialeras, que ahora pueden ser superadas al ralentí sin que el coche se cale.
Quinta rueda: En la versión 2003 pocos cambios estéticos se aprecian respecto al modelo del año pasado. Por el contrario si que difiere en lo que a mecánica se refiere. En consumos de combustible las diferencias son escasas, aunque siempre jugando a favor del vehículo nuevo. En prestaciones, sin embargo, la mejora queda patente sobre todo en el apartado de recuperaciones, donde las diferencias obtenidas han sido aplastantes respecto a la versión anterior. Por otro lado, las aceleraciones tanto en cero cien, como en los mil metros, aunque mejores, no presentan diferencias tan contundentes. La sonoridad se ha visto seriamente dañada arrojando unos niveles y calidad de ruido muy superiores al modelo sustituido. Aunque en esta nueva versión se ha mitigado mucho la propensión del motor 2.2 DTI a «calarse» al salir de un semáforo o abordar un obstáculo, todavía exige abusar del acelerador algo más de lo normal en determinadas situaciones.