Los amantes del Mitsubishi Montero pueden estar tranquilos: el nuevo Montero sigue haciendo honor a su nombre. Porque hay coches que, al probarlos, te dejan frío, no te dicen nada o, si son una novedad, muy poco aportan con respecto al modelo anterior. Pero no ocurre esto con este vehículo, que vuelve a convertirse en todo un referente de su categoría, tanto por sus prestaciones, como por su comportamiento o sus numerosos detalles. A los que les gustan los todo terreno de verdad, los que se pueden utilizar sin ningún tipo de problemas para realizar excursiones camperas o para hacer una «escapadita» a Marruecos, tiemblan con la proliferación de los SUV. Así, cuando Mitsubishi anunciaba los rasgos principales de la tercera generación del Montero, entre los que se incluían la carrocería monocasco o la suspensión independiente en las cuatro ruedas, a los fieles a la marca les asaltaba una duda: ¿Nos han civilizado también el Montero? Pues sí, pero no. Sí, porque ahora se trata de un coche muchísimo más efectivo en carretera, porque sus suspensiones absorben con una suavidad increíble todas las irregularidades de carreteras o caminos, o porque los interiores están más cuidados, son más lujosos. Pero no, porque no sólo no ha perdido cualidades camperas, sino que, contra todo pronóstico, resulta ahora más efectivo fuera del asfalto. El Montero cuenta con una configuración de suspensión independiente en ambos trenes, con triángulos superpuestos en el eje delantero y un sistema multilink en el trasero (una herencia del Montero EVO), en ambos casos con muelles helicoidales como elemento elástico. Sobre el terreno, esto se traduce en una suavidad de marcha que resulta sorprendente, máxime teniendo en cuenta que se trata de una versión de batalla corta, coches bastante más incómodos que los de chasis largo. El nuevo Montero se traga los baches del camino como si nada, destacando especialmente por la facilidad para mantener la trayectoria. En este sentido ayuda mucho la nueva suspensión trasera, bastante más efectiva que el clásico eje rígido. Sólo hay una pega posible y la encontramos en la altura con respecto al suelo, único punto en el que puede haber perdido enteros. Pero no porque ésta sea menor, todo lo contrario, pues ahora disponemos de 22,5 cm sobre el suelo, midiendo desde el diferencial delantero, y de ¡28 cm! si lo que medimos es la distancia al suelo del diferencial trasero. Ambas cifras son muy superiores a lo que ofrece cualquier TT. Lo que ocurre es que, en orden de marcha y según actúan las suspensiones, esta distancia varía, no es constante, con lo que a medida que aumentamos la velocidad resulta más fácil golpear contra el terreno. Aunque también es verdad que si tenemos en cuenta que lo que ha cambiado es el tren trasero, y que aquí disponemos de 28 cm, hay que ir muy deprisa para llegar a golpear con los bajos contra el suelo. Eso sí, habrá que tener algo más de cuidado en zonas trialeras de piedra, donde si resulta más sencillo dar algún golpe. Aunque en descargo del Montero se puede decir que ambos diferenciales van muy bien protegidos. Otra cosa por la que sorprende la suspensión del Montero es por sus recorridos. No son de lo mejor del mercado, pero resulta curioso que el tren trasero haya ganado cinco centímetros con respecto al anterior, de eje rígido. Como también han mejorado todas las demás cotas TT.
Mitsubishi Montero 3.2 DI-D GLS Corto
La suavidad no está reñida con la efectividad. Con su nuevo Montero, Mitsubishi demuestra que se puede ofrecer un vehículo de soluciones modernas y muy buen comportamiento en carretera, que a la vez no pierda un ápice de sus cualidades camperas.
