Le ha costado arrancar, pero parece que, impulsado por el creciente mercado chino, el Mercedes GLK comienza a dejarse ver entre sus rivales. Sus ventas mundiales han crecido casi un 25 por ciento, aunque en España Audi Q5, BMW X3 o Volvo XC60 (por este orden) le siguen pasando por encima.
Quizás una estética que no convencía (con líneas demasiado angulosas y verticales inspiradas en los puros TT Mercedes G y GL) fue su principal freno. Porque argumentos no le faltan para convertirse en referencia. Y más hoy. Con su primer restyling, visualmente el Mercedes GLK gana enteros. No cambia su fisonomía, pero sí suaviza líneas y adopta una nueva parrilla, ópticas y llantas que le dan un estilo más moderno. Y dinámicamente, llega también más afinado.
Para esta primera toma de contacto, nos subimos a su versión media turbodiésel. Hablamos del 220 CDI que, aunque disponible también sólo en propulsión trasera, preferimos conducir en su unidad 4Matic (la tracción integral cuesta 3.375 euros), fundamental para sacar partido a su polivalencia. Se trata de un 4 cilindros de 2,2 litros y 170 CV, con mejor respuesta que el inferior 200 CDI de 143 CV y más que suficiente para considerarlo preferente ante los superiores 250 CDI de 204 CV (el 4 cilindros más potente montado en un SUV) o el 350 CDI, con motor V6 y 265 CV. Al margen, en gasolina se ofrece un 350, también V6, pero de 3,5 litros y 306 CV.
Todos ya con el paquete BlueEfficiency (que incluye ahora un efectivo Stop/Start, fricciones reducidas o neumáticos de baja resistencia a la rodadura), el 220 CDI convence por respuesta. Tiene buen bajo régimen y no le falta suavidad para ofrecer un gran agrado. Sobre todo con el cambio automático de convertidor de par 7G-Tronic Plus, única opción posible si contamos con tracción total.
Iniciamos nuestro recorrido por autopista y, con un buen aislamiento y confort de suspensiones, con el Mercedes GLK casi creemos viajar en una berlina de lujo. Sólo algo más de consumo (aun así muy contenidos, rondando los 6 l/100 km) nos devuelven a la realidad. Y es que, ahora, hay también nueva configuración de chasis.
De serie, el nuevo Mercedes GLK va 20 milímetros más bajo que antes para mejorar aerodinámica y dinamismo. En realidad, es la misma altura de carrocería que en la configuración Sport de su anterior generación, aunque ahora con un tarado más suave de suspensiones para no perder confort. Amortiguación, por cierto, de serie con el conocido sistema selectivo de Mercedes, variable según asfalto y conducción, pero mecánicamente no de forma electrónica. Muy equilibrado el conjunto, también con nueva dirección completamente eléctrica y con desmultiplicación variable en función al ángulo de giro del volante.
Claro que para conseguir un extra de agilidad conforme se retuerce el terreno por carretera de montaña, Mercedes ofrece por 500 euros un paquete deportivo opcional con el que subir unos grados la precisión. No es que sea un deportivo, pero va francamente bien. En esta ocasión, no implica carrocería rebajada, pero sí puesta a punto más firme de amortiguación y un modo específico de dirección, ahora más directa. El Mercedes GLK parece así perder kilos y altura, con todavía menor balanceo de carrocería… y ya era escaso.
La tercera variante posible del Mercedes GLK llega de la mano, una vez más, del paquete técnico Off Road (400 euros). El ideal si, esta vez, lo que queremos es adentrarnos en pista… o superficies incluso más exigentes. Con él, la altura de carrocería se eleva 30 mm del suelo (teniendo en cuenta que ahora de serie va más bajo, supone en realidad un incremento de 10 mm respecto a la anterior generación con pack Off Road), y vuelve a incluir protección de bajos, control de descensos, mapa específico del cambio 7G-Tronic y programa todoterreno de ESP y ABS, ahora menos intrusivos. Eso sí, esta vez no supone diferenciación estética exterior, anteriormente bastante discutible.
Muy buena con el paquete Off Road su respuesta en campo, tanto por altura libre, como por capacidad de absorción o buena motricidad. Destacar que su sistema de tracción integral reparte habitualmente el par en una proporción de 45/55 entre los trenes delantero y trasero. Ya para los más aventureros, Mercedes ofrece ahora en opción, junto a los faros Bixenón inteligentes (1.700 euros), un nuevo programa de luz off road que, hasta 50 km/h, abre el haz y da más intensidad.
De serie, el nuevo Mercedes GLK va 20 milímetros más bajo que antes para mejorar aerodinámica y dinamismo. En realidad, es la misma altura de carrocería que en la configuración Sport de su anterior generación, aunque ahora con un tarado más suave de suspensiones para no perder confort. Amortiguación, por cierto, de serie con el conocido sistema selectivo de Mercedes, variable según asfalto y conducción, pero mecánicamente no de forma electrónica. Muy equilibrado el conjunto, también con nueva dirección completamente eléctrica y con desmultiplicación variable en función al ángulo de giro del volante.
Claro que para conseguir un extra de agilidad conforme se retuerce el terreno por carretera de montaña, Mercedes ofrece por 500 euros un paquete deportivo opcional con el que subir unos grados la precisión. No es que sea un deportivo, pero va francamente bien. En esta ocasión, no implica carrocería rebajada, pero sí puesta a punto más firme de amortiguación y un modo específico de dirección, ahora más directa. El Mercedes GLK parece así perder kilos y altura, con todavía menor balanceo de carrocería… y ya era escaso.
La tercera variante posible del Mercedes GLK llega de la mano, una vez más, del paquete técnico Off Road (400 euros). El ideal si, esta vez, lo que queremos es adentrarnos en pista… o superficies incluso más exigentes. Con él, la altura de carrocería se eleva 30 mm del suelo (teniendo en cuenta que ahora de serie va más bajo, supone en realidad un incremento de 10 mm respecto a la anterior generación con pack Off Road), y vuelve a incluir protección de bajos, control de descensos, mapa específico del cambio 7G-Tronic y programa todoterreno de ESP y ABS, ahora menos intrusivos. Eso sí, esta vez no supone diferenciación estética exterior, anteriormente bastante discutible.
Muy buena con el paquete Off Road su respuesta en campo, tanto por altura libre, como por capacidad de absorción o buena motricidad. Destacar que su sistema de tracción integral reparte habitualmente el par en una proporción de 45/55 entre los trenes delantero y trasero. Ya para los más aventureros, Mercedes ofrece ahora en opción, junto a los faros Bixenón inteligentes (1.700 euros), un nuevo programa de luz off road que, hasta 50 km/h, abre el haz y da más intensidad.
Ya era un buen SUV, pero, ahora, es mejor. Buena dinámica, grandes motores y capacidad para circular con solvencia por variadas superficies. Y, encima, cuesta a igualdad mecánica más de 500 euros menos. Mercedes acierta con el nuevo GLK.- Mercedes GLK 200 CDI BE: 36.700 euros.- Mercedes GLK 220 CDI BE: 39.575 euros.
- Mercedes GLK 220 CDI BE 4Matic: 42.950 euros.
- Mercedes GLK 250 Bluetec 4Matic: 47.625 euros.
- Mercedes GLK 350 CDI BE 4Matic: 54.600 euros.
- Mercedes GLK 350 4 Matic: 53.625 euros.