Reintroducido en el mercado peninsular en abril de este año, el Isuzu Trooper se presentaba con unas excelentes credenciales ya que, en la versión que probamos, se podía considerar el todo terreno Diesel más potente y rápido del mercado. Sin embargo, en estas últimas semanas le han salido duros competidores dispuestos a arrebatarle tal hegemonía. Por una parte, Mitsubishi le ha desbancado con su nuevo Montero 3.2 de 165 CV, mientras el renovado motor 3.0 del Patrol GR se queda muy cerca del Trooper.Sin embargo, el Isuzu tiene unas cualidades que le hacen único y difícilmente comparable con los antes citados. Comenzando por su motor, éste es un 3.0 turbodiésel de última generación. Cuenta con culata multiválvula, intercooler e inyección directa «common rail». Suavidad de funcionamiento, potencia, confort y elasticidad son las palabras que mejor definen el motor del Trooper. Siendo un motor dotado de turbocompresor, la entrega de potencia es tan regular que es muy difícil encontrar el momento en el que éste empieza a soplar. La entrega se hace de forma constante, proporcionando una cifra de par muy buena. En la mayoría de los casos vamos a encontrar un par muy aprovechable en un amplio margen de vueltas que podemos situar entre 1.800 y 4.000 rpm. De todo esto se deduce la gran soltura con la que se desenvuelve el Trooper a pesar de sus casi dos toneladas de peso. En autovía es un perfecto compañero de viaje, gracias a la casi nula actuación sobre el cambio y al alto nivel de confort interior. Si se hace necesario reducir una marcha para iniciar un adelantamiento, el motor nos responde con rapidez, pero sin brusquedades. Su comportamiento es muy noble, por lo que no cabe esperar de él reacciones delicadas. Pero no nos fiemos de las impresiones, pues desde dentro parece que el coche anda menos de lo que realmente corre. Gracias a cuatro discos ventilados, detener las dos toneladas del Trooper no es tarea complicada. Los resultados obtenidos son buenos, aunque se ven superados por algunos de sus rivales. Las recuperaciones son también una buena baza; el motor tiene más en común con un corredor de fondo que con uno de sprint. Podemos «abusar» de él sin temer su desfallecimiento. De hecho, la impresión de robustez que transmite es muy positiva. Esta impresión se corrobora al ver la baja relación de compresión y una cifra de potencia máxima por debajo de cuatro mil vueltas. Isuzu ha recurrido a un motor pensando en su longevidad. Fuera del asfalto, el Trooper se encuentra tan adaptado como en carretera. El motor no nos dejará colgados en ningún momento, pues a regímenes bajos y medios funciona con enorme progresión y saca a relucir gran parte de su potencial. Recurre a un esquema de transmisión convencional, con propulsión trasera y eje delantero conectable sin diferencial central, algo que impide hacer uso de la tracción total en asfalto. Para disfrutar de las ventajas de la tracción total es suficiente con pulsar una tecla ubicada en el salpicadero, algo que puede hacerse en marcha, siempre que circulemos por debajo de 100 km/h. La caja reductora nos proporciona una gama bien escalonada de relaciones que, gracias a la elasticidad del motor, nos permite afrontar con suavidad las más duras pendientes. Para conectar la caja de transferencias es indispensable tener accionado el botón de la tracción total. Su diferencial trasero es de deslizamiento limitado, efectivo, pero que, puestos a pedir, nos hubiera gustado más si permitiera su bloqueo manual.
Isuzu Trooper 3.0 TD DSB 3p
El hueco dejado tras la desaparición del Opel Monterey ha sido ocupado por Isuzu, marca japonesa que llevaba tiempo ausente en el mercado peninsular. El Trooper turbodiésel con carrocería de tres puertas es una opción sensata para quien busca un excelente comportamiento en carretera sin renunciar a un todo terreno capaz de casi todo.
