4x4

BMW X6 XDrive 5.0i, Infiniti FX 50 S y Porsche Cayenne S

Con casi 1.200 CV entre los tres, estamos ante los SUV más dinámicos del mercado, auténticos deportivos de eficaz comportamiento y prestaciones de infarto, sólo superadas por su precio.

BMW X6 XDrive 5.0i, Infiniti FX 50 S y Porsche Cayenne S
BMW X6 XDrive 5.0i, Infiniti FX 50 S y Porsche Cayenne S

Aunque las cifras obtenidas son excepcionales, en este apartado el Porsche Cayenne S se queda algo descolgado. Pese a contar con sólo 5 CV menos que el FX, su mayor peso y un cambio automático más lento y algo menos refinado hacen que en todas las mediciones esté por detrás. Además, su motor es el que menos bajos ofrece, ya que su empuje comienza a ser realmente contundente poco antes de 4.000 rpm. La brillante motorización del Infiniti es muy plena en toda la banda de utilización, además se combina con el único cambio de 7 marchas del lote, con levas de magnesio tras el volante. Resulta agradable y eficaz. En el caso del BMW X6 5.0, se ha recurrido a la sobrealimentación mediante dos turbos de respuesta tan inmediata que podría parecer un motor atmosférico, sumado a un rapidísimo cambio automático de funcionamiento prácticamente perfecto. El resultado es un auténtico misil capaz de recorrer un km saliendo desde parado en 25 segundos y cuyo sonido al acelerar no pasa desapercibido desde el exterior.

Cada con un estilo completamente diferente, el interior de estos SUV sólo tiene en común el empleo del cuero para la tapicería. El BMW X6 es el que tiene un aspecto más moderno, con un puesto de conducción muy envolvente que puede llegar a restar sensación de espacio, aunque en realidad es el más ancho delante. Como pega, sólo pueden ir dos ocupantes en las plazas traseras, que además tendrán poca altura disponible debido al diseño "coupé" de la carrocería, algo que también sucede en el Infiniti FX. Por este mismo motivo, la visibilidad lateral trasera queda comprometida. La ingeniosa solución propuesta por Infiniti, aunque sólo para maniobras de aparcamiento, es un sistema de cámaras que ofrece visión "cenital" de los cuatro costados del coche, una ayuda muy útil teniendo en cuenta sus dimensiones. En BMW la cámara es solamente trasera, al igual que en Porsche, en el que cuesta 1.817 € adicionales.

El Porsche Cayenne S es el más tradicional en su interior y, aunque sigue resultando agradable y con buenos acabados, está superado en estética. Sin embargo, es el que mejores plazas traseras ofrece y el más práctico en cuestión de maletero, pues su boca queda a menor altura, sobre todo en caso de incorporar suspensión neumática, ya que se puede elegir una posición más baja para facilitar la carga. El tacto de la palanca del cambio automático en modo manual no acaba de convencernos, al igual que algunos detalles plásticos del salpicadero. Tampoco el indicador de marcha, ya que apenas se ve por su pequeño tamaño. Por otro lado, es el menos silencioso una vez en movimiento.

En cuanto al Infiniti FX 50 S, es el típico interior japonés, muy funcional y quizá el más cómodo de los tres, aunque no haya demasiada altura libre hasta el techo. El asiento del conductor destaca por sus múltiples reglajes eléctricos, incluidos los pétalos laterales de la banqueta y del respaldo. Los asientos traseros se pueden reclinar ligeramente para lograr una posición de descanso.

Si hablamos de seguridad, lo más crítico en automóviles tan rápidos y de semejante tonelaje es cuando llega el momento de detener tanta masa. En los tres casos los frenos cumplen brillantemente su cometido, con unas distancias de detención bastante cortas —sobre todo el Porsche— y una elevada resistencia a la fatiga. Además, gozan de potencia de sobra para realizar adelantamientos en un tiempo mínimo y de un comportamiento noble supervisado por un arsenal de ayudas electrónicas a la conducción. El BMW X6 se desmarca con su sistema DPC, que reduce el subviraje en el caso de una situación de emergencia, además de equipar neumáticos Runflat capaces de rodar desinflados. Tanto éste como el Infiniti incorporan de serie el control de presión y control de crucero activo. El Porsche lleva alarma de serie.

En este apartado el Infiniti FX 50 S es el claro vencedor, ya que lo lleva prácticamente todo de serie, incluso un intuitivo navegador. En sus rivales la lista de extras es muy amplia y, sobre todo, cara. El Porsche Cayenne S es el menos equipado y es el que requiere una mayor inversión si queremos equipararlo al nivel de sus rivales, sobre todo por el cambio automático (2.902 €), los faros de xenón (2.786 €), los mandos de la radio en el volante (575 €), el sensor de aparcamiento (889 €) o el sensor de presión (706 €). En cualquier caso, los tres requieren tener una economía saneada, ya que son, en el fondo, coches de capricho.

Tres SUV's de lujo

Aunque las cifras obtenidas son excepcionales, en este apartado el Porsche Cayenne S se queda algo descolgado. Pese a contar con sólo 5 CV menos que el FX, su mayor peso y un cambio automático más lento y algo menos refinado hacen que en todas las mediciones esté por detrás. Además, su motor es el que menos bajos ofrece, ya que su empuje comienza a ser realmente contundente poco antes de 4.000 rpm. La brillante motorización del Infiniti es muy plena en toda la banda de utilización, además se combina con el único cambio de 7 marchas del lote, con levas de magnesio tras el volante. Resulta agradable y eficaz. En el caso del BMW X6 5.0, se ha recurrido a la sobrealimentación mediante dos turbos de respuesta tan inmediata que podría parecer un motor atmosférico, sumado a un rapidísimo cambio automático de funcionamiento prácticamente perfecto. El resultado es un auténtico misil capaz de recorrer un km saliendo desde parado en 25 segundos y cuyo sonido al acelerar no pasa desapercibido desde el exterior.

Cada con un estilo completamente diferente, el interior de estos SUV sólo tiene en común el empleo del cuero para la tapicería. El BMW X6 es el que tiene un aspecto más moderno, con un puesto de conducción muy envolvente que puede llegar a restar sensación de espacio, aunque en realidad es el más ancho delante. Como pega, sólo pueden ir dos ocupantes en las plazas traseras, que además tendrán poca altura disponible debido al diseño "coupé" de la carrocería, algo que también sucede en el Infiniti FX. Por este mismo motivo, la visibilidad lateral trasera queda comprometida. La ingeniosa solución propuesta por Infiniti, aunque sólo para maniobras de aparcamiento, es un sistema de cámaras que ofrece visión "cenital" de los cuatro costados del coche, una ayuda muy útil teniendo en cuenta sus dimensiones. En BMW la cámara es solamente trasera, al igual que en Porsche, en el que cuesta 1.817 € adicionales.

El Porsche Cayenne S es el más tradicional en su interior y, aunque sigue resultando agradable y con buenos acabados, está superado en estética. Sin embargo, es el que mejores plazas traseras ofrece y el más práctico en cuestión de maletero, pues su boca queda a menor altura, sobre todo en caso de incorporar suspensión neumática, ya que se puede elegir una posición más baja para facilitar la carga. El tacto de la palanca del cambio automático en modo manual no acaba de convencernos, al igual que algunos detalles plásticos del salpicadero. Tampoco el indicador de marcha, ya que apenas se ve por su pequeño tamaño. Por otro lado, es el menos silencioso una vez en movimiento.

En cuanto al Infiniti FX 50 S, es el típico interior japonés, muy funcional y quizá el más cómodo de los tres, aunque no haya demasiada altura libre hasta el techo. El asiento del conductor destaca por sus múltiples reglajes eléctricos, incluidos los pétalos laterales de la banqueta y del respaldo. Los asientos traseros se pueden reclinar ligeramente para lograr una posición de descanso.

Si hablamos de seguridad, lo más crítico en automóviles tan rápidos y de semejante tonelaje es cuando llega el momento de detener tanta masa. En los tres casos los frenos cumplen brillantemente su cometido, con unas distancias de detención bastante cortas —sobre todo el Porsche— y una elevada resistencia a la fatiga. Además, gozan de potencia de sobra para realizar adelantamientos en un tiempo mínimo y de un comportamiento noble supervisado por un arsenal de ayudas electrónicas a la conducción. El BMW X6 se desmarca con su sistema DPC, que reduce el subviraje en el caso de una situación de emergencia, además de equipar neumáticos Runflat capaces de rodar desinflados. Tanto éste como el Infiniti incorporan de serie el control de presión y control de crucero activo. El Porsche lleva alarma de serie.

En este apartado el Infiniti FX 50 S es el claro vencedor, ya que lo lleva prácticamente todo de serie, incluso un intuitivo navegador. En sus rivales la lista de extras es muy amplia y, sobre todo, cara. El Porsche Cayenne S es el menos equipado y es el que requiere una mayor inversión si queremos equipararlo al nivel de sus rivales, sobre todo por el cambio automático (2.902 €), los faros de xenón (2.786 €), los mandos de la radio en el volante (575 €), el sensor de aparcamiento (889 €) o el sensor de presión (706 €). En cualquier caso, los tres requieren tener una economía saneada, ya que son, en el fondo, coches de capricho.

Tres SUV's de lujo

Aunque las cifras obtenidas son excepcionales, en este apartado el Porsche Cayenne S se queda algo descolgado. Pese a contar con sólo 5 CV menos que el FX, su mayor peso y un cambio automático más lento y algo menos refinado hacen que en todas las mediciones esté por detrás. Además, su motor es el que menos bajos ofrece, ya que su empuje comienza a ser realmente contundente poco antes de 4.000 rpm. La brillante motorización del Infiniti es muy plena en toda la banda de utilización, además se combina con el único cambio de 7 marchas del lote, con levas de magnesio tras el volante. Resulta agradable y eficaz. En el caso del BMW X6 5.0, se ha recurrido a la sobrealimentación mediante dos turbos de respuesta tan inmediata que podría parecer un motor atmosférico, sumado a un rapidísimo cambio automático de funcionamiento prácticamente perfecto. El resultado es un auténtico misil capaz de recorrer un km saliendo desde parado en 25 segundos y cuyo sonido al acelerar no pasa desapercibido desde el exterior.

Cada con un estilo completamente diferente, el interior de estos SUV sólo tiene en común el empleo del cuero para la tapicería. El BMW X6 es el que tiene un aspecto más moderno, con un puesto de conducción muy envolvente que puede llegar a restar sensación de espacio, aunque en realidad es el más ancho delante. Como pega, sólo pueden ir dos ocupantes en las plazas traseras, que además tendrán poca altura disponible debido al diseño "coupé" de la carrocería, algo que también sucede en el Infiniti FX. Por este mismo motivo, la visibilidad lateral trasera queda comprometida. La ingeniosa solución propuesta por Infiniti, aunque sólo para maniobras de aparcamiento, es un sistema de cámaras que ofrece visión "cenital" de los cuatro costados del coche, una ayuda muy útil teniendo en cuenta sus dimensiones. En BMW la cámara es solamente trasera, al igual que en Porsche, en el que cuesta 1.817 € adicionales.

El Porsche Cayenne S es el más tradicional en su interior y, aunque sigue resultando agradable y con buenos acabados, está superado en estética. Sin embargo, es el que mejores plazas traseras ofrece y el más práctico en cuestión de maletero, pues su boca queda a menor altura, sobre todo en caso de incorporar suspensión neumática, ya que se puede elegir una posición más baja para facilitar la carga. El tacto de la palanca del cambio automático en modo manual no acaba de convencernos, al igual que algunos detalles plásticos del salpicadero. Tampoco el indicador de marcha, ya que apenas se ve por su pequeño tamaño. Por otro lado, es el menos silencioso una vez en movimiento.

En cuanto al Infiniti FX 50 S, es el típico interior japonés, muy funcional y quizá el más cómodo de los tres, aunque no haya demasiada altura libre hasta el techo. El asiento del conductor destaca por sus múltiples reglajes eléctricos, incluidos los pétalos laterales de la banqueta y del respaldo. Los asientos traseros se pueden reclinar ligeramente para lograr una posición de descanso.

Si hablamos de seguridad, lo más crítico en automóviles tan rápidos y de semejante tonelaje es cuando llega el momento de detener tanta masa. En los tres casos los frenos cumplen brillantemente su cometido, con unas distancias de detención bastante cortas —sobre todo el Porsche— y una elevada resistencia a la fatiga. Además, gozan de potencia de sobra para realizar adelantamientos en un tiempo mínimo y de un comportamiento noble supervisado por un arsenal de ayudas electrónicas a la conducción. El BMW X6 se desmarca con su sistema DPC, que reduce el subviraje en el caso de una situación de emergencia, además de equipar neumáticos Runflat capaces de rodar desinflados. Tanto éste como el Infiniti incorporan de serie el control de presión y control de crucero activo. El Porsche lleva alarma de serie.

En este apartado el Infiniti FX 50 S es el claro vencedor, ya que lo lleva prácticamente todo de serie, incluso un intuitivo navegador. En sus rivales la lista de extras es muy amplia y, sobre todo, cara. El Porsche Cayenne S es el menos equipado y es el que requiere una mayor inversión si queremos equipararlo al nivel de sus rivales, sobre todo por el cambio automático (2.902 €), los faros de xenón (2.786 €), los mandos de la radio en el volante (575 €), el sensor de aparcamiento (889 €) o el sensor de presión (706 €). En cualquier caso, los tres requieren tener una economía saneada, ya que son, en el fondo, coches de capricho.

Tres SUV's de lujo

Aunque las cifras obtenidas son excepcionales, en este apartado el Porsche Cayenne S se queda algo descolgado. Pese a contar con sólo 5 CV menos que el FX, su mayor peso y un cambio automático más lento y algo menos refinado hacen que en todas las mediciones esté por detrás. Además, su motor es el que menos bajos ofrece, ya que su empuje comienza a ser realmente contundente poco antes de 4.000 rpm. La brillante motorización del Infiniti es muy plena en toda la banda de utilización, además se combina con el único cambio de 7 marchas del lote, con levas de magnesio tras el volante. Resulta agradable y eficaz. En el caso del BMW X6 5.0, se ha recurrido a la sobrealimentación mediante dos turbos de respuesta tan inmediata que podría parecer un motor atmosférico, sumado a un rapidísimo cambio automático de funcionamiento prácticamente perfecto. El resultado es un auténtico misil capaz de recorrer un km saliendo desde parado en 25 segundos y cuyo sonido al acelerar no pasa desapercibido desde el exterior.

Cada con un estilo completamente diferente, el interior de estos SUV sólo tiene en común el empleo del cuero para la tapicería. El BMW X6 es el que tiene un aspecto más moderno, con un puesto de conducción muy envolvente que puede llegar a restar sensación de espacio, aunque en realidad es el más ancho delante. Como pega, sólo pueden ir dos ocupantes en las plazas traseras, que además tendrán poca altura disponible debido al diseño "coupé" de la carrocería, algo que también sucede en el Infiniti FX. Por este mismo motivo, la visibilidad lateral trasera queda comprometida. La ingeniosa solución propuesta por Infiniti, aunque sólo para maniobras de aparcamiento, es un sistema de cámaras que ofrece visión "cenital" de los cuatro costados del coche, una ayuda muy útil teniendo en cuenta sus dimensiones. En BMW la cámara es solamente trasera, al igual que en Porsche, en el que cuesta 1.817 € adicionales.

El Porsche Cayenne S es el más tradicional en su interior y, aunque sigue resultando agradable y con buenos acabados, está superado en estética. Sin embargo, es el que mejores plazas traseras ofrece y el más práctico en cuestión de maletero, pues su boca queda a menor altura, sobre todo en caso de incorporar suspensión neumática, ya que se puede elegir una posición más baja para facilitar la carga. El tacto de la palanca del cambio automático en modo manual no acaba de convencernos, al igual que algunos detalles plásticos del salpicadero. Tampoco el indicador de marcha, ya que apenas se ve por su pequeño tamaño. Por otro lado, es el menos silencioso una vez en movimiento.

En cuanto al Infiniti FX 50 S, es el típico interior japonés, muy funcional y quizá el más cómodo de los tres, aunque no haya demasiada altura libre hasta el techo. El asiento del conductor destaca por sus múltiples reglajes eléctricos, incluidos los pétalos laterales de la banqueta y del respaldo. Los asientos traseros se pueden reclinar ligeramente para lograr una posición de descanso.

Si hablamos de seguridad, lo más crítico en automóviles tan rápidos y de semejante tonelaje es cuando llega el momento de detener tanta masa. En los tres casos los frenos cumplen brillantemente su cometido, con unas distancias de detención bastante cortas —sobre todo el Porsche— y una elevada resistencia a la fatiga. Además, gozan de potencia de sobra para realizar adelantamientos en un tiempo mínimo y de un comportamiento noble supervisado por un arsenal de ayudas electrónicas a la conducción. El BMW X6 se desmarca con su sistema DPC, que reduce el subviraje en el caso de una situación de emergencia, además de equipar neumáticos Runflat capaces de rodar desinflados. Tanto éste como el Infiniti incorporan de serie el control de presión y control de crucero activo. El Porsche lleva alarma de serie.

En este apartado el Infiniti FX 50 S es el claro vencedor, ya que lo lleva prácticamente todo de serie, incluso un intuitivo navegador. En sus rivales la lista de extras es muy amplia y, sobre todo, cara. El Porsche Cayenne S es el menos equipado y es el que requiere una mayor inversión si queremos equipararlo al nivel de sus rivales, sobre todo por el cambio automático (2.902 €), los faros de xenón (2.786 €), los mandos de la radio en el volante (575 €), el sensor de aparcamiento (889 €) o el sensor de presión (706 €). En cualquier caso, los tres requieren tener una economía saneada, ya que son, en el fondo, coches de capricho.

Tres SUV's de lujo

Aunque las cifras obtenidas son excepcionales, en este apartado el Porsche Cayenne S se queda algo descolgado. Pese a contar con sólo 5 CV menos que el FX, su mayor peso y un cambio automático más lento y algo menos refinado hacen que en todas las mediciones esté por detrás. Además, su motor es el que menos bajos ofrece, ya que su empuje comienza a ser realmente contundente poco antes de 4.000 rpm. La brillante motorización del Infiniti es muy plena en toda la banda de utilización, además se combina con el único cambio de 7 marchas del lote, con levas de magnesio tras el volante. Resulta agradable y eficaz. En el caso del BMW X6 5.0, se ha recurrido a la sobrealimentación mediante dos turbos de respuesta tan inmediata que podría parecer un motor atmosférico, sumado a un rapidísimo cambio automático de funcionamiento prácticamente perfecto. El resultado es un auténtico misil capaz de recorrer un km saliendo desde parado en 25 segundos y cuyo sonido al acelerar no pasa desapercibido desde el exterior.

Cada con un estilo completamente diferente, el interior de estos SUV sólo tiene en común el empleo del cuero para la tapicería. El BMW X6 es el que tiene un aspecto más moderno, con un puesto de conducción muy envolvente que puede llegar a restar sensación de espacio, aunque en realidad es el más ancho delante. Como pega, sólo pueden ir dos ocupantes en las plazas traseras, que además tendrán poca altura disponible debido al diseño "coupé" de la carrocería, algo que también sucede en el Infiniti FX. Por este mismo motivo, la visibilidad lateral trasera queda comprometida. La ingeniosa solución propuesta por Infiniti, aunque sólo para maniobras de aparcamiento, es un sistema de cámaras que ofrece visión "cenital" de los cuatro costados del coche, una ayuda muy útil teniendo en cuenta sus dimensiones. En BMW la cámara es solamente trasera, al igual que en Porsche, en el que cuesta 1.817 € adicionales.

El Porsche Cayenne S es el más tradicional en su interior y, aunque sigue resultando agradable y con buenos acabados, está superado en estética. Sin embargo, es el que mejores plazas traseras ofrece y el más práctico en cuestión de maletero, pues su boca queda a menor altura, sobre todo en caso de incorporar suspensión neumática, ya que se puede elegir una posición más baja para facilitar la carga. El tacto de la palanca del cambio automático en modo manual no acaba de convencernos, al igual que algunos detalles plásticos del salpicadero. Tampoco el indicador de marcha, ya que apenas se ve por su pequeño tamaño. Por otro lado, es el menos silencioso una vez en movimiento.

En cuanto al Infiniti FX 50 S, es el típico interior japonés, muy funcional y quizá el más cómodo de los tres, aunque no haya demasiada altura libre hasta el techo. El asiento del conductor destaca por sus múltiples reglajes eléctricos, incluidos los pétalos laterales de la banqueta y del respaldo. Los asientos traseros se pueden reclinar ligeramente para lograr una posición de descanso.

Si hablamos de seguridad, lo más crítico en automóviles tan rápidos y de semejante tonelaje es cuando llega el momento de detener tanta masa. En los tres casos los frenos cumplen brillantemente su cometido, con unas distancias de detención bastante cortas —sobre todo el Porsche— y una elevada resistencia a la fatiga. Además, gozan de potencia de sobra para realizar adelantamientos en un tiempo mínimo y de un comportamiento noble supervisado por un arsenal de ayudas electrónicas a la conducción. El BMW X6 se desmarca con su sistema DPC, que reduce el subviraje en el caso de una situación de emergencia, además de equipar neumáticos Runflat capaces de rodar desinflados. Tanto éste como el Infiniti incorporan de serie el control de presión y control de crucero activo. El Porsche lleva alarma de serie.

En este apartado el Infiniti FX 50 S es el claro vencedor, ya que lo lleva prácticamente todo de serie, incluso un intuitivo navegador. En sus rivales la lista de extras es muy amplia y, sobre todo, cara. El Porsche Cayenne S es el menos equipado y es el que requiere una mayor inversión si queremos equipararlo al nivel de sus rivales, sobre todo por el cambio automático (2.902 €), los faros de xenón (2.786 €), los mandos de la radio en el volante (575 €), el sensor de aparcamiento (889 €) o el sensor de presión (706 €). En cualquier caso, los tres requieren tener una economía saneada, ya que son, en el fondo, coches de capricho.

Tres SUV's de lujo

Aunque las cifras obtenidas son excepcionales, en este apartado el Porsche Cayenne S se queda algo descolgado. Pese a contar con sólo 5 CV menos que el FX, su mayor peso y un cambio automático más lento y algo menos refinado hacen que en todas las mediciones esté por detrás. Además, su motor es el que menos bajos ofrece, ya que su empuje comienza a ser realmente contundente poco antes de 4.000 rpm. La brillante motorización del Infiniti es muy plena en toda la banda de utilización, además se combina con el único cambio de 7 marchas del lote, con levas de magnesio tras el volante. Resulta agradable y eficaz. En el caso del BMW X6 5.0, se ha recurrido a la sobrealimentación mediante dos turbos de respuesta tan inmediata que podría parecer un motor atmosférico, sumado a un rapidísimo cambio automático de funcionamiento prácticamente perfecto. El resultado es un auténtico misil capaz de recorrer un km saliendo desde parado en 25 segundos y cuyo sonido al acelerar no pasa desapercibido desde el exterior.

Cada con un estilo completamente diferente, el interior de estos SUV sólo tiene en común el empleo del cuero para la tapicería. El BMW X6 es el que tiene un aspecto más moderno, con un puesto de conducción muy envolvente que puede llegar a restar sensación de espacio, aunque en realidad es el más ancho delante. Como pega, sólo pueden ir dos ocupantes en las plazas traseras, que además tendrán poca altura disponible debido al diseño "coupé" de la carrocería, algo que también sucede en el Infiniti FX. Por este mismo motivo, la visibilidad lateral trasera queda comprometida. La ingeniosa solución propuesta por Infiniti, aunque sólo para maniobras de aparcamiento, es un sistema de cámaras que ofrece visión "cenital" de los cuatro costados del coche, una ayuda muy útil teniendo en cuenta sus dimensiones. En BMW la cámara es solamente trasera, al igual que en Porsche, en el que cuesta 1.817 € adicionales.

El Porsche Cayenne S es el más tradicional en su interior y, aunque sigue resultando agradable y con buenos acabados, está superado en estética. Sin embargo, es el que mejores plazas traseras ofrece y el más práctico en cuestión de maletero, pues su boca queda a menor altura, sobre todo en caso de incorporar suspensión neumática, ya que se puede elegir una posición más baja para facilitar la carga. El tacto de la palanca del cambio automático en modo manual no acaba de convencernos, al igual que algunos detalles plásticos del salpicadero. Tampoco el indicador de marcha, ya que apenas se ve por su pequeño tamaño. Por otro lado, es el menos silencioso una vez en movimiento.

En cuanto al Infiniti FX 50 S, es el típico interior japonés, muy funcional y quizá el más cómodo de los tres, aunque no haya demasiada altura libre hasta el techo. El asiento del conductor destaca por sus múltiples reglajes eléctricos, incluidos los pétalos laterales de la banqueta y del respaldo. Los asientos traseros se pueden reclinar ligeramente para lograr una posición de descanso.

Si hablamos de seguridad, lo más crítico en automóviles tan rápidos y de semejante tonelaje es cuando llega el momento de detener tanta masa. En los tres casos los frenos cumplen brillantemente su cometido, con unas distancias de detención bastante cortas —sobre todo el Porsche— y una elevada resistencia a la fatiga. Además, gozan de potencia de sobra para realizar adelantamientos en un tiempo mínimo y de un comportamiento noble supervisado por un arsenal de ayudas electrónicas a la conducción. El BMW X6 se desmarca con su sistema DPC, que reduce el subviraje en el caso de una situación de emergencia, además de equipar neumáticos Runflat capaces de rodar desinflados. Tanto éste como el Infiniti incorporan de serie el control de presión y control de crucero activo. El Porsche lleva alarma de serie.

En este apartado el Infiniti FX 50 S es el claro vencedor, ya que lo lleva prácticamente todo de serie, incluso un intuitivo navegador. En sus rivales la lista de extras es muy amplia y, sobre todo, cara. El Porsche Cayenne S es el menos equipado y es el que requiere una mayor inversión si queremos equipararlo al nivel de sus rivales, sobre todo por el cambio automático (2.902 €), los faros de xenón (2.786 €), los mandos de la radio en el volante (575 €), el sensor de aparcamiento (889 €) o el sensor de presión (706 €). En cualquier caso, los tres requieren tener una economía saneada, ya que son, en el fondo, coches de capricho.

Tres SUV's de lujo