Toyota Auris 2.0 D-4D

El sustituto del Corolla no por cambiar de nombre llega rompiendo moldes. Para algunos quizás revolucione con su diseño, pero básicamente responde a la consolidada fórmula tradicional del vehículo compacto actualizada sobre su pasado: es más amplio, más cómodo, más dinámico, más seguro, más ecológico…

Toyota Auris 2.0 D-4D
Toyota Auris 2.0 D-4D

Si volvemos a la comparativa antes mencionada de los compactos y sumamos los que faltan, es fácil hacer dos grupos: los que priman el confort y los que resaltan el dinamismo. Este Auris, contra lo habitual en Toyota, tiene tacto de suspensión tirando a firme y en consecuencia parece que se suma a los modelos que priman el dinamismo. La sensación de aplomo en autopista es excelente y se deja llevar también entre curvas con mucha facilidad. No por su altura se siente aparatoso y su conducta esta marcada por la facilidad. No busca la eficacia más extrema de modelos como el León o el Focus, y con apoyos menos incisivos que es lo mismo que más progresivos, en fuertes curvones tiene una tendencia al subviraje quizás más prematura que esos otros modelos, pero sin que una mala reacción aparezca al recuperar la trazada. Es un coche con unas reacciones muy sanas, con una zaga inamovible y, en consecuencia, el Auris transmite al conductor confianza ante todo. Monta el control de estabilidad de serie, y su puesta en escena en situaciones críticas queda muy disimulada (de hecho descubres a veces su implicación por un leve pitido que deja escuchar), lo que no altera la progresividad de movimientos del coche ni los ánimos del conductor. En autopista todo es quietud. Ha ganado ancho de vías, tiene una buena batalla y una dirección eléctrica de las mejores. Frena, además, muy bien, en distancias cortas y con reacciones muy estables apoyado en curva, y sólo nos desagrada un tacto de pedal con mucho recorrido inicial inoperante, para pasar luego a frenar con mucha intensidad, por lo que no siempre en fácil modular la frenada.Para apuntar al centro de la diana, el Auris también estrena un motor Diesel como mandan los cánones. Se ha trabajado sobre el sofisticado 2.2 de la marca, llevado en este caso a los 2 litros… con un teórico ahorro del cinco por ciento en el impuesto de matriculación. Se caracteriza por estar fabricado en aluminio y por su baja relación de compresión. El resultado es un motor suave y progresivo (casi no hay efecto turbo) sobre todas las cosas… casi, casi como un 2.0 dCi de Renault y mucho más refinado al tacto y al oído que el 2.0 TDI de Volkswagen. Rinde 126 CV y resulta de perogrullo decir que se mueve entre los consumos y las prestaciones de los motores en torno a los 1,6 litros de 100/115 CV de nueva generación y los consolidados 2 litros de 136/150 CV, a los que apunta por precio.

Se asocia a una caja de cambio de seis velocidades y la combinación aporta un empuje lineal y constante, con una buena aceleración, buenas recuperaciones y, ante todo, un excelente agrado de conducción y consumos reducidos. Por debajo de 2.000 revoluciones se defiende muy bien en ciudad y por encima, ofrece muy buena sensación de empuje. En todo caso, desentona la calidad del ruido en aceleración, con un muy típico traqueteo a Diesel que otros motores consiguen disimular mejor.